Ángel Maza, gobernador de La Rioja, ingeniero en geología y por tanto supuestamente conocedor de las contrariedades funestas de la minería, está implementando con su régimen artimañas que hacen que la asquerosa censura parezca una cosa bonita.

Probablemente el primer ecologista de la historia haya tomado conciencia del compromiso de ser ecologista al levantarse en armas pacíficas contra algún gobierno corrupto en alguna época lejana —ya el brillante John Ruskin tenía una visión poco alentadora del progreso. Porque a mi juicio los peores enemigos del medio ambiente son los gobiernos y sus complicidades lascivas con los grandes capitales; y terminemos, por favor, con eso de que el nuestro tiene como política la defensa del medio ambiente. Para los gobiernos post dictadura el único evento puramente democrático e importante es el asistir del pueblo a votar para perpetuarlos en el poder.
Mucho se dice últimamente acerca de La Rioja y la explotación minera en Famatina de Barrick Gold. En los medios no riojanos se informa del impacto ambiental de la minería en San Juan y Catamarca a modo de parangón, y se los toma como posibles situaciones futuras por estas tierras. Y en La Rioja no se habla, ni siquiera se murmura. En los diarios locales hablar mal de la minería pareciera estar prohibido (sic). Encima, como si el impacto ambiental de la minería fuese un mal menor, Ángel Maza, gobernador de La Rioja, ingeniero en geología y por tanto supuestamente conocedor de las contrariedades funestas de la minería, está implementando con su régimen artimañas que hacen que la asquerosa censura parezca una cosa bonita; y no quisiera que con esto pareciera que simpatizo con la censura, pues como escritor seré el primero en levantar la voz contra ella. A fin de cuentas la censura es un patrimonio endémico y lamentable de nuestro país. Rivadavia, nuestro primer presidente, prohibió mencionar en los diarios el nombre de José de San Martín, padre de la Patria, y sólo se aludía a sus hazañas sin nombrarlo, según se narra en El exilio de San Martín, documental de Alejandro Areal Vélez.
Hoy, el espacio televisivo que antes ocupaban los cortes publicitarios es inundado por cortos institucionales laudatorios al régimen de Maza; y uno de ellos es el que provocó que yo esté sentado escribiendo esto. Esta payasada de corto se inicia con una placa en pantalla donde se lee “Minería sustentable en el tiempo”, y da lugar a que Rafael Albarracín, productor viñadero de Santa María, Catamarca (datos legibles en la filmación), con una relajación que muchos conductores envidiarían, se inicie en una perorata de poco menos de dos minutos, diciendo algo así como “Por ahí hay gente que habla mal de la minería”, y cuenta que si se le pregunta si la actividad minera hace daño, él se imagina que sí, y continúa “¿pero cuál es la tarea del gobierno en ese momento?: crear una oficina donde se haga el control ambiental semestral, anual, como decidan ellos, entonces van a vivir todos en paz y en tranquilidad” (sic). O bien Albarracín es un gran bromista, o desconoce los manejos del gobierno, o trabaja para el gobierno o se ha excedido en el catado de sus vinos. Noticia para el amigo Albarracín: en Argentina estamos llenos de oficinas gubernamentales inventadas para que los empleados tomen mate, no siga proponiendo. Luego de esta estremecedora revelación, el genial Albarracín pide que nos fijemos en sus viñedos mientras se dirige confundido a un costado de la escena, pero, como percatándose de un gesto detrás de cámara o recordando los ensayos, decide moverse al otro costado, donde la casualidad divina ha puesto una vid para salvarlo del papelón, y, asentándole una mano agradecida, explica con pericia que la planta tiene cuarenta y cinco años y ha sido injertada con otra cepa y hace seis años ya que está produciendo, y todo este fárrago para pronunciar el remate, con la tranquilidad de alguien que sabe que va a vivir mil décadas: “Y hace diez años que está la minería acá. Entonces yo creo que no, si hay un problema ambiental, me imagino que debe haber algún impacto; pero ínfimo: nada”, arguye frotándose los dedos de una mano como si pudiese con eso detectar la polución. Y la filmación (que por supuesto tuve el recaudo de obtener una copia) finaliza con otra placa azul donde la Cámara Minera Riojana declara la autoría junto al slogan “Producir para crecer”. Pero al día siguiente el gobierno riojano me demostró que siempre puede superar la capacidad de azoramiento de los ingenuos como yo. Escuché en radio una de estas propagandas gubernamentales autoensalzadoras (de la que tengo copia también), cuya reproducción textual es la siguiente: “La actividad minera puede cambiarle el perfil económico a La Rioja. Para ello son necesarias inversiones, controles estrictos y reglas claras. No se deje engañar por los pesimistas que critican sin fundamentos o por los malintencionados de siempre. De cara a un futuro venturoso, la Cámara Minera Riojana le dice sí a las inversiones mineras. Es necesario producir para crecer. Cámara Minera Riojana”. Además, como cosa blandengue a comparación de lo anterior, el gobierno riojano utiliza en su propaganda oficialista el slogan “Mejorando el presente, construyendo el futuro”.
Me pregunto, cuando ya la censura es una práctica suficientemente abyecta y despreciable, si era necesario implementar este tipo de vilezas, este oscurantismo atroz que nos hunde cada vez más en el tercermundismo, un intento tan descarado de manipulación del pueblo, una utilización tan confusa o sugerente de fondos públicos para la propaganda gubernamental. Una cosa esperable sería suponer que Barrick Gold va a tratar de limpiar su imagen y mentir que va a crear puestos de trabajo respetando la Madre Naturaleza con la bondadosa minería; y otra cosa es que salga el gobierno, que debería proteger y velar por los intereses del pueblo, a quien no sólo le ha comprado inescrupulosamente el voto con bolsones, sino que ahora le disfraza la realidad con un andamiaje execrable de falacias manipuladoras que tratan de beatificar la explotación minera, un ruego a Barrick Gold para que dinamite y envenene tranquilo, que no oiga las quejas de los que se manifiestan contrarios frente a la Casa de Gobierno porque los que están adentro se van a encargar del engaño de las masas y del doble discurso que viene desde arriba, que se lleven todo el oro pero que dejen unas monedas a la salida, sólo un par, no se pide más, con la suma de monedas se hace la fortuna, y todo esto defendiendo la actividad minera sin ningún argumento válido, simplemente negando o disfrazando u ocultando las malas experiencias, pero por favor no se olviden de las monedas a la salida. Si quiere mejorar el presente con la minería o la entrega de riquezas de la Patria, no gracias, señor Maza, muchos preferimos dejar el presente tal cual está, ya demasiado daño le han hecho la clase política y sus intereses propios; y por tanto rechazamos su propuesta de encontrarnos en el futuro dentro de un enorme cráter, la tierra yerma, el cielo sin pájaros, el horizonte sin cerros, los ríos envenenados con cianuro, la gente pobre y sin agua potable, Barrick Gold con el oro del pueblo, los antiguos gobernantes con obesas cuentas bancarias, las promesas de los políticos como siempre pudriéndose con el paso de los años. Si por cambiar el perfil económico se entiende, primitivamente, mayor ingreso de dinero al Estado, ¿tendrá constancia y esperanza el pueblo de percibir aunque sean bicocas? Producir para crecer, ¿con qué costos? ¿Justifica el fin los medios? ¿Los que realmente engañamos somos los ambientalistas? ¿Quién engaña a quién? Una foto de La Alumbrera o el testimonio incorrupto de algún habitante del lugar, por ejemplo, tal vez pongan luz a los planteos. ¿No son demasiados los beneficios que el Estado brinda a la explotación minera como para incurrir en esta desvergüenza? ¿Todo ese aparataje de propagandas políticas se financia con dinero del pueblo? ¿No había mejores destinos de nuestro dinero? Invirtiendo en estupideces no se crece, y así estamos.
Finalizo esto deseando que cada día seamos más los que rechazamos el futuro que nos proponen la minería y el gobierno, lamentándome a la vez por ser tan pesimista, malintencionado y por criticar sin fundamentos a Ángel Maza y su régimen tan próspero y venturoso, por no llamarle obsecuente de Barrick Gold, sordo del pueblo, tan extremadamente deleznable.