El humilde testimonio y la experiencia del pueblo de Jáchal, víctima de las megamineras: «No los dejen entrar»

Transcribimos a continuación fragmentos de una nota de la Asamblea Jáchal No se Toca publicada en biencuyano y destinada al pueblo mendocino con motivo del avance minero y sus pretensiones de derogar la Ley 7722. Chubut  vive un proceso similar al de Mendoza porque también peligra la Ley 5001.

La historia se repite. Los argumentos se repiten. La voracidad de los empresarios en complicidad con ciertos sectores políticos siempre está al acecho de nuevas oportunidades.

A aquel pueblito perdido en la vecina provincia de San Juan, llamado Jáchal, a 160 km de la capital, también le prometían progreso, trabajo, ilusiones, cuando llegó la megaminera multinacional Barrick Gold y su millonario proyecto productivo de Veladero.

Hubo voces contrapuestas, miedos, esperanzas, plebiscitos, entre su pobladores. Periodismo «comprado» por pauta empresarial, políticos que resaltaban las inversiones extranjeras, alentaron a que la propuesta se concrete.

Después de soñar…luego llegó la realidad. La contaminación del agua, la producción de la agricultura en crisis, el trabajo prometido solo era especializado lo cual dejó afuera a la población local. Nada era tal como lo prometían en un principio.

Las promesas y enunciados esperanzadores de algunos se diluyen con la realidad de otros. Tal es el caso de los luchadores Asambleístas de Jáchal No Se Toca que vienen sufriendo desde hace años las consecuencias de la megaminería.

EL AGUA PURA ES UN BIEN DE TODOS…

LA CONTAMINACIÓN LA TRANSFORMA EN UN MAL PARA TODOS.

En la República Argentina existe un pequeño pueblo ubicado en la parte norte de la provincia de San Juan llamado Jáchal, que desde que se instaló, en 2003, la irresponsable canadiense Barrick Gold en la mina Veladero en las nacientes de su río tuvo el temor que esto pusiera en peligro el agua que calmo la sed de sus antepasados durante ochocientos años.

Ese peligro se transfiguró en contaminación concreta de la cuenca del río Jáchal un día de septiembre de 2015, envenenando su agua con cianuro y mercurio más de una docena de veces desde entonces.

Las megamineras y los distintos gobernantes lograron en pocos años interrumpir esa loable función, de dar vida a lo largo de todo su recorrido, que tenía el río Jáchal desde que habitaban estas tierras Capayanes y Yacampis.

En palabras de Jacques Cousteau: “Olvidamos que el ciclo del agua y el ciclo de la vida son uno mismo”.

No existe pueblo que haya progresado en base a la megaminería, todo lo contrario. Acá estamos con los mismos índices de desocupación y nuestras economías regionales quebradas, situación disfrazada hábilmente por municipios que encubren la situación con miles de contratos basura que tienen de rehén a las poblaciones. Hasta los porteros de las escuelas en todo San Juan son contratados –cuasi esclavos- por $8.000 al mes.

Aprendan de nuestro mal ejemplo, NO LOS DEJEN ENTRAR en ningún otro pueblo, porque una vez que entran las megamineras, se contaminan las fuentes de agua y las fuentes de información; se contamina el aire, el ambiente y, también, las universidades, la ciencia, la religión y la sociedad toda. Todos los valores se trastocan.

Las provincias cordilleranas hemos aprovechado nuestra agua para ser los vergeles que nos legaron nuestros antepasados, y así hemos construido nuestra identidad y nuestro desarrollo, defendámoslos.

Los pueblos cordilleranos somos hijos del Ande, y nuestra madre es el agua, no podemos destruir el origen de la vida.

Por nosotros, por los que pasaron y por los que vendrán, que la conciencia prime sobre todo interés espurio. No los dejen pasar.

ASAMBLEA  JÁCHAL  NO  SE  TOCA