Uno de los principales argumentos de los promotores de la megaminería en Chubut es la creación de puestos de trabajo. Los proyectos propuestos para nuestra meseta hablan de una explotación que rondaría los diez años. Cabe preguntarse sobre lo que puede ocurrir a posteriori. Es decir, se volvería otra vez al principio, a como estábamos antes de la explotación de la mina. Pero ahora sin los minerales.

Por David Patricio Romero publicado en el diario El Chubut

Quizá uno de los principales argumentos de los promotores y alentadores de la promoción minera en la Provincia del Chubut sea la creación de puestos de trabajo.

No estamos hablando de la minería clásica sino de lo denominado como megaminería. Grandes proyectos a cielo abierto con conflictivos y cuestionados aspectos en cuanto a la utilización de sustancias químicas, utilización del recurso hídrico donde es un elemento por demás escaso, destrucción ecológica, rentabilidad escasa o ninguna para los dueños de los recursos -la provincia del Chubut-, para nombrar algunas de las objeciones más ilevantables y principales que se le endilgan.

Frente a estas imputaciones quienes plantean a la minería como un recurso natural necesario a explotar, por ser conveniente para el desarrollo del Chubut invocan como uno de los principales argumentos es que la megaminería traerá la creación de fuentes de trabajo. Que toda una extensa parte de la meseta chubutense se verá beneficiada con esta nueva actividad produciendo un notable cambio para el futuro de la misma y sus pobladores. Sin perjuicio de la alta sospechabilidad de que ello sea para las empresas y los que promueven la megaminería una de sus principales preocupaciones, cabe admitir en principio que nuestras comunidades de la meseta tienen un reclamo permanente sobre su situación absolutamente carente de destino, mas allá de la explotación ganadera. La falta de respuesta de los distintos gobiernos que uno tras otro se han ido sucediendo, hace que el reclamo posea en definitiva legitimidad.

Para poder determinar si este argumento que estamos tratando – creación de fuentes de trabajo – es realmente un elemento definitorio al momento de desequilibrar hacia la explotación megaminera, cabe decir en principio que una de las circunstancias a demostrar es la sustentabilidad en el tiempo de la actividad. Y esto es algo que no los ayuda a las empresas y a los impulsores de esta clase de minería.
Los proyectos propuestos para nuestra meseta – y que se hallan desarrollando – hablan de una explotación que rondaría los diez años. Cabe preguntarse sobre lo que puede ocurrir a posteriori. Es decir, se volvería otra vez al principio, a como estábamos antes de la explotación de la mina. Pero ahora sin los minerales.

Lo otro que tampoco ayuda a quienes proponen esta minería son los antecedentes de la actividad en nuestra provincia. En 1978 inició la explotación Mina Angela. Se hallaba ubicada en plena meseta, kilómetros al norte de Gastre. Era polimetálica – plata, oro, cobre, plomo, zinc – y corría con ventaja con las actuales propuestas porque era subterránea.

Su actividad comercial finalizó en el año 1992. Cabe preguntarse, para trasladarlo a la actualidad, cuáles fueron los beneficios que dicha actividad reportó a la Provincia, a Gastre y a los pobladores. Sería bueno que el organismo pertinente – Dirección de Minas – de nuestra Provincia nos ilustrara sobre cuáles fueron los beneficios que quedaron del paso de dicha explotación.

Esto lo decimos con la mayor honestidad pues de este antecedente tendríamos alguna visión distinta que como simple ciudadanos nos hemos quedado sobre lo que pasó con Mina Angela que llegó a ser en su momento la número tres en la producción de oro en la Argentina. Creemos, por lo que percibimos, que del paso de Mina Angela por Gastre no hubo ninguna consecuencia. Quedamos igual pero sin el mineral.

Gastre – el departamento – fue despoblándose en forma persistente los últimos sesenta años. La Dirección de Estadística y Censos del Chubut en su página electrónica informa que dicho Departamento, a estar a los censos realizados por Nación, en el año 1947 tenía 3.361 habitantes; en 1960 tenía 2.990; en 1970 tuvo 2.453; en 1980 tuvo 2.159; en 1991 tenía 1900; en 2001 su población llegó a 1.508 y en el censo de 2010 registró 1.427 habitantes.

Dijimos que la Mina Angela desarrolló su actividad entre los años 1978 a 1992. Durante ese lapso Gastre se siguió despoblando en forma similar a lo que venía haciéndolo los años anteriores y a lo que ocurrió en los años posteriores a la existencia de Mina Angela. Es decir que la actividad minera en la forma que lo hizo dicha empresa – similar a lo que proponen en la actualidad – no tuvo ninguna incidencia en el destino de nuestro Gastre y de nuestra Provincia. Eso sí, ya no tenemos los minerales.

Hablar de la solución del trabajo en la zona de meseta por medio de la actividad minera tal como se la propone en estos momentos creemos que hasta es deshonesto. Actuar sobre una necesidad cierta de la gente con vistas en sus propios intereses queda englobada dentro de un ámbito bastante reñido con la moralidad y por demás reprochable.
Esto sin perjuicio de lo que nos vaya a ocurrir a los que sigamos en esta Provincia cuando los explotadores de los minerales ya no estén y los minerales tampoco.