A lo largo de estos últimos quince años, la resistencia contra los proyectos mineros en Chubut tiene diversos capítulos. El que protagonizaron el domingo pasado los vecinos de Trevelin se inscribirá, seguramente, como uno de esos apartados especiales, no sólo por la convocatoria, sino porque por primera vez la pequeña ciudad enclavada en el Valle 16 de Octubre se reunió, se activó y se movió. Un centenar de vecinos dieron inicio a una movilización que comenzó en la Escuela 37 y marchó por la avenida San Martín hasta llegar a la plaza central donde, como es tradicional, estaba la feria de artesanos. Ver la galería fotográfica.
Por Pablo Fernando Quintana
La fiesta fue completa. En el corazón de la plaza la bulliciosa marcha se concentró para escuchar la música que regalaron los músicos de Arcos al Sur y luego una improvisación a capela en la que el cantautor esquelense, Ariel Manquipan entonó su “Newen Kurruf” (Espíritu del Viento).
No sólo lucha se respiró el domingo en las calles de Trevelin, sino que se exhibieron otros atributos. La capacidad que tuvo la comunidad cordillerana, a partir de las relaciones y el interactuar entre los propios vecinos, para potenciar otra llama de resistencia.
Trevelin, al igual que el resto de comunidades chubutense, sabe lo que está en juego y, quizás por eso, comenzó a diseñar mecanismos de defensa que le permitan salvaguardar el más preciado de los tributos que existen en esta provincia: la dignidad de sus habitantes.
Los daños socioeconómicos generados por las políticas económicas neoliberales fueron acompañada en los últimos tiempos con una estrategia que impuso el miedo y la disociación como método de control. Pero como señala el sociólogo estadounidense, James Petras, la organización y la acción colectiva tienen un efecto positivo no sólo en la creación de resistencias sino que también son terapéuticas.
Así como el 2002/2003 Esquel y las ciudades satélites que junto a ella detuvieron la embestida minera, este domingo Trevelin exhibió “una lucha colectiva que levanta la autoestima y la eficacia personal, creando a la vez solidaridad y suministrando una perspectiva social, reduciendo así la anomia”.
La organización social que protagoniza la Asamblea de Vecinos Autoconvocados por el No a la Mina Trevelin gestó varias acciones que se fueron plasmando en distintos hechos. La realización de la charla que brindó Roberto Ochandio en un Salón Central colmado de vecinos fue la primera carta de presentación.
Luego sería la presencia en el Concejo Deliberante de la ciudad donde acompañaron la presentación de un proyecto para que la comuna se exprese por el rechazo a la megaminería en todo Chubut, desterrando así cualquier idea que se asemeje a la pretendida zonificación que impulsan las multinacionales y la dirigencia política.
La dinámica del proceso de acumulación que proponen los mega emprendimientos mineros con una agresiva extracción que trae aparejado costos insostenibles para los ecosistemas y la consiguiente destrucción de las producciones regionales, también comenzó a hacer ruido en Trevelin.
La lógica productiva de crecimiento incesante vuelve a chocar de lleno con la parsimonia de localidades como la del Pueblo del Molino, que una vez más advierte el riesgo del agua, del suelo, del aire, frente a la emanación de gases tóxicos y el consiguiente agotamiento de bienes naturales no renovables.
La asamblea de Trevelin, al igual que las organizaciones del resto de la provincia, surgen en defensa de esos bienes pero también con la convicción de que existe un claro derecho a la autodeterminación de sus condiciones de existencia.
Esta asamblea, al igual que el resto de los distintos espacios que brotan en diversos puntos del país, se ofrece como un lugar de reflexión para el pensamiento colectivo pero, fundamentalmente, como de circulación de la palabra, la información y la toma de decisiones.
Trevelin está de pie, gracias a su gente.
Fotografías de Mechi Suarez