“Estamos en medio de una Esquel militarizada”, confesó una de las mujeres integrantes del Lof en Resistencia del Departamento Cushamen en la radio comunitaria Kalewche. Desde ayer se suspendieron todas las actividades en el Gimnasio Municipal de Esquel porque se vio atestado de gendarmes que llegaron en horas de la tarde para formar parte de, parece ser, un escenario bélico. El miércoles 31 de agosto se discute si el lonko mapuche, Facundo Jones Huala es extraditado o no a Chile, como lo solicita aquél país. Resulta claro que una política de seguridad democrática no debería desentenderse de una imprescindible política de diálogo y sin abordaje punitivo de los conflictos sociales que protagonizan los Pueblos Originarios. Esta vez, desde el gobierno central se interviene desde una configuración represiva y discriminatoria de los sujetos en cuestión. Los integrantes del Pu Lof en Resistencia del Departamento Cushamen sufren la estigma de revelarse al sistema, de reconocerse como tales y sobre ellos se tejen visiones racistas y de discriminación.
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Por Pablo Fernando Quintana
“Estamos en medio de una Esquel militarizada”, confesó una de las mujeres integrantes del Lof en Resistencia del Departamento Cushamen esta mañana en la radio comunitaria Kalewche y la frase, para muchos desprevenidos, pareció exagerada. Pero la realidad suele ser un espejo que no escatima mirada y coloca las cosas en su justo lugar.
Ayer el Gimnasio Municipal de Esquel se vio atestado de gendarmes que llegaron en horas de la tarde para formar parte de, parece ser, un escenario bélico. Los hombres pertenecen a la agrupación XIV Chubut de Gendarmería Nacional con asiento en Rawson. Los uniformados llegaron bajo la tutela del comandante mayor Dardo Miguel Caballero, que desde hace un año y medio asumió en la capital provincial chubutense, después de desempeñarse como Jefe de Asuntos Internos en la Región V Bahía Blanca.
En las horas previas se había conjugado con la presencia de un helicóptero del ejército que sobrevoló la ciudad y sus alrededores, sumándose así a un escenario militarizado que provoca escozor por la simbología que tanto despliegue de uniformados provoca. Con el accionar propuesto, es difícil imaginar una justicia democrática e inclusiva.
El miércoles 31 de agosto se discute si el lonko mapuche, Facundo Jones Huala es extraditado o no a Chile, tal cual como lo solicita aquél país. De la pretendida aplicación de la ley 26.734 (antiterrorista) a este escenario pareciera no haber grandes trazos de diferencias.
Desde el Juzgado Federal con asiento en Esquel aclararon que a Gendarmería sólo se le solicitó el salón donde se llevará a cabo la audiencia, ubicado allí sobre la avenida Ameghino, al lado del mismo Gimnasio. La fuerza de seguridad de naturaleza militar depende del Ministerio del Interior, con lo cual se descarta que desde Casa Rosada se impartió la orden para sumar efectivos en la apacible ciudad cordillerana.
La situación del lonko ha sido materia interministerial. Del Interior, que conduce Rogelio Frigerio; el de Justicia con Germán Garavano a la cabeza y el de Seguridad, que encabeza Patricia Bullrich abordaron la problemática. Es curioso, los “mapu” vienen solicitando que desde Nación se habrá una instancia de diálogo y si bien pareciera estar en agenda, la única instancia abierta es el envío de más efectivos uniformados.
Resulta claro que una política de seguridad democrática, si es en ese tono que se explica la acción militarizada, no debería desentenderse de una imprescindible política de diálogo y sin abordaje punitivo de los conflictos sociales que protagonizan los Pueblos Originarios. Esta vez, desde el gobierno central, el mensaje pareciera ser único: se interviene desde una configuración represiva y, porque no decirlo, discriminatoria de los sujetos en cuestión.
El Estado produce y reconstruye procesos estigmatizadores pretendiendo describir a los mapuches como violentos, impulsando prejuicios y preconceptos que se replican en los medios hegemónicos con suma facilidad. Los integrantes del Pu Lof en Resistencia del Departamento Cushamen sufren la estigma de revelarse al sistema, de reconocerse como tales y sobre ellos se tejen visiones racistas y de discriminación.
“En particular la palabra estigma forma parte de una “suerte de heteroglosia”, es decir de un conjunto de términos (racismo, etnocentrismo, genocidio, exclusión, apartheid, etc.) que pretenden aprehender fenómenos tan esquivos como la discriminación. La estigmatización de un grupo étnico es una forma de racismo”, dice el sociólogo Gustavo Daniel González en su trabajo “Entre la estigma y la reivindicación social”.
Las actividades del Gimnasio Municipal se vieron alteradas esta semana. El viernes los docentes que cumplen actividades en el lugar recibieron un mensajito de texto que decía: “Martes y Miércoles está Gendarmería en el escenario. Viene por el juicio de Jones Huala”. Y si bien tenían habilitado lunes y viernes para realizar actividades, ayer en el predio –a los alumnos y los docentes- los uniformados de verde ya les habían copado la parada. Con un gimnasio alterado entre el grupo de pequeños escolares, una niña con mirada traviesa y desafiante, oriunda de cualquier barrio marginal de Esquel, miró a los gendarmes que daban vuelta en el lugar, se animó y les gritó: “Marichi weu”.