“Nos concentramos en contar lo más didácticamente que pudimos como se había dado la trama política que permitía el desembarco de esa empresa (Minera La Alumbrera), cuando incluso había otras dos opciones con propuestas más ventajosas para las arcas del estado. La cuestión medioambiental era parte de esa trenza pero no lo único. Sabíamos del ejército de abogados que contaban, solo en Catamarca en aquél momento se decía que habían de una u otra manera unos 200 pagados por la minera.”

Por Patricio Schwanek publicado en La Izquierda Diario

La decisión de hacer el documental trajo una consciente selección de temas a tratar y por eso no hablé de los asesinatos relacionados con la Minera, ni de los personajes como Eremchuk que ha habían sido nombrados aún cuando estaban condenados en Tucumán, cuando siendo director de medio ambiente provincial había “cedido” terrenos públicos para que pasaran las tuberías de empresas contaminantes y por lo que estaba inhabilitado por diez años a ejercer cargos públicos razón por la que supongo terminó yéndose a Catamarca con ese nuevo cargo de director de Minería.

Nos concentramos en contar lo más didácticamente que pudimos como se había dado la trama política que permitía el desembarco de esa empresa, cuando incluso había otras dos opciones con propuestas más ventajosas para las arcas del estado. La cuestión medioambiental era parte de esa trenza pero no lo único. Yo, por otro lado siempre lo cuento, soy hijo de un minero, de manera que no estoy en contra de la actividad a ultranza pero entiendo claramente que una cosa es la minería pequeña, de socavón y otra muy distinta es esta otra gigantesca.

Sabíamos del ejército de abogados que contaban, solo en Catamarca en aquél momento se decía que habían de una u otra manera unos 200 pagados por la minera, de manera que debíamos ser muy escrupulosos y por eso solo dijimos lo que nos animaríamos a sostener en un hipotético juicio. Por eso, porque lo que dijimos entonces era pura verdad, el juicio nunca llegó pero si llegaron toda clase de acusaciones de oscuros intereses para atacar a esa pobre empresa y al gobierno radical que la había traído de la mano del de Menem. En suma se nos acusó de agentes conspirativos pagados para mentir.

Durante tres años acompañamos cientos de presentaciones en clubes, cines, escuelas, plazas y cuanto lugar pudimos encontrar para contar lo que estaba pasando y también se armó una red de difusión que tomó como suyo el trabajo y se encargó de pasarlo.

Recuerdo al llegar a Chubut que alguien me dijo, – “ya nos encargamos de proyectarla en todas la escuela rurales de la provincia para que los chicos tengan conciencia de lo que tienen que defender”. Recuerdo también con gran orgullo cuando llegando a una escuela de San Antonio del Cajón, uno de los sitios más alejados de Catamarca, el maestro me presentó a sus alumnos diciendo: -”este es el director que hizo la película que ustedes vieron”… Ese documental pobre y mal trazado era lo primero que esos niños veían por una pantalla. Y un maestro se los había pasado utilizando la batería de su motocicleta para alimentar el televisor y la videocasetera, contra las órdenes de los supervisores para que conocieran una verdad que estaba pasando muy cerca de donde ellos vivían.

Ese fue el oscuro pago que recibí por hacer ese documental. Un pago en sonrisas de rostros curtidos por el sol. Creo que fui más que bien pagado, me sentí parte de mi país, un miembro de la comunidad comprometido con los suyos y con su tiempo. Según cálculos entre la TV y las presentaciones informales lo vieron miles, tal vez millones de personas en toda Argentina y Latinoamérica y todavía siguen llegando algunos mails pidiendo o contando de presentaciones en lugares inimaginables como Filipinas o otros lugares de Asia. Y nunca lo subtitulamos, al inglés o a otros idiomas, quizás por pensar que estábamos hablando de algo con un tinte muy local.

Yo, que no era ambientalista ni hablaba en público hice una experiencia que me terminó transformando.

Tristemente confirmar la verdad de los dichos de ese primer documental que habló de la mega minería en la Argentina no redime a los muertos, ni devuelve las tierras ni repone lo destruido y contaminado.

De todos modos la empresa minera terminó llevando agua a los pobladores de Vis Vis, incluso a sus animales, los que todavía quedaban vivos. Y así entiendo sigue hasta hoy en día. ¿Qué pasará pronto cuando se vayan? Quien llevará agua potable a ese desierto contaminado con metales pesados secándose al sol que como polvo vuelan kilómetros y kilómetros a la redonda?

Quién pagará los miles de litros de gasoil que se necesitan cada mes para que las bombas retro bombeen las fugas del dique de cola para que las aguas contaminadas no lleguen al cauce de un río, el Vis vis, que desemboca en el bolsón de Pipanaco, donde bajo tierra se encuentra una de las dos grandes reservas de agua fósil y pura del norte argentino y donde cientos de miles de hectáreas de olivos dan trabajo a catamarqueños y riojanos.

Como bien decía la ingeniera Factor entrevistada para el documental, “el cierre de una mina tiene un costo muy alto, y nadie lo está midiendo”, la sociedad propietaria de la Alumbrera tiene sede en las islas Cayman pero su socio local es la sociedad entre el estado Catamarqueño y la Universidad de Tucumán (YMAD), sin duda irá por ellos la justicia un día para que paguen los costos del cierre de mina y allí irá el poco beneficio que tan orgullosamente han exhibido estos años.

Mis entrevistados se van muriendo sin recibir justicia. La provincia de Catamarca sigue con sus índices de pobreza y desempleo como antes.

Argentina ahí anda, en franco retroceso de sus derechos sociales. El mundo, sigue siendo ese lugar injusto donde unos pocos tienen todo y muchos casi nada.

Pero se la sigue peleando. Se hace conciencia y han nacido asambleas a lo largo de la Argentina y muchos otros en distintos países del mundo se sienten hermanados en la lucha por la defensa de los recursos naturales. El agua vale más que el oro dicen, la tierra no nos pertenece, nosotros pertenecemos a la tierra son sus consignas. Ahí están, con sus pancartas y su rebeldía, oponiéndose con nada a los que tienen todo. Yo veo que va pasando mi vida y sé que siempre tendré una pequeña satisfacción, mis hijos sabrán de qué lado estaba yo y no me avergonzaré por ello.