Andalgalá, Catamarca, Argentina – 10/06/08. La ciudad de Andalgalá fue el lugar elegido para el encuentro, donde más de setenta militantes por la vida, la dignidad y la justicia nos dimos cita para compartir nuestras vivencias y experiencias de lucha y para proyectar nuevos caminos en la defensa de nuestros territorios, nuestros medios de vida y nuestro futuro. La elección del lugar no fue nada casual: se trata del territorio más violentamente atacado por la avanzada colonizadora de la locura minera transnacional, empresa cuya ‘pujanza’ se alimenta de un perverso cóctel compuesto de leyes coloniales, contratos leoninos y la descarada complicidad activa y sistemática de una clase política corrupta y sin ideas.
Por Horacio Machado Aráoz
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Conocedores en cuerpo propio de las múltiples violencias que hay que soportar, compañer@s de la resistencia de diferentes colectivos y asambleas de Fiambalá, Tinogasta, Catamarca-Capital, Belén, Santa María, Tucumán, Jujuy y hasta de la Patagonia nos llegamos a esta asediada ciudad a estrechar nuestro abrazo y ofrecer nuestro apoyo a l@s vecin@s autoconvocad@s de Andalgalá, personas libres y dignas, dueñas de sus cuerpos y sus ideas; cuyas palabras y cuyos actos no tienen precio para los viles sobornos mineros, ya de la minera, ya del gobierno.
Borrando las fronteras jerarquizantes del cientificismo moderno, suturando aún la ruptura instalada entre sentir y pensar, la palabra temprano empezó a circular, valorizando la voz de agricultor@s, docentes, madres y padres de familia, profesionales e investigadores, jóvenes y estudiantes, trabajador@s y artistas por igual, evaluando el contenido de la argumentación antes que la forma de la ‘titulación’.
Aprendiendo sin ‘enseñadores’, reinventando la democracia desde la democratización de la palabra, se fue entretejiendo una ecología profunda, distinta y distante del ecologismo hueco del marketing ‘verde-oficial’; aquella que nace de la con-ciencia vital, que nos pone en actitud de escucha y de respeto por la Madre-Tierra, fuente profunda de nuestra vida-en-común.
Así, Javier nos decía “la nuestra es una ecología social: no podemos separar en esta ecología social la contaminación de un saqueo y de la destrucción. Son tres aspectos distintos que sin embargo forman una unidad. La contaminación y el saqueo, bien sabemos ya de qué se trata… Pero tuvimos que explicitar lo de ‘destrucción’, por la desaparición de las economías regionales, la gran diáspora que generan estas empresas, la violenta degradación del paisaje local… Todo esto acompaña a la contaminación y al saqueo. Desde nuestra mirada (…) luchamos contra la contaminación, la destrucción y el saqueo. Eso es lo que nos diferencia de otros ‘ecologismos’”.
L@s compañer@s de Medanitos que se llegaron para exponer sus testimonios de resistencia ante los intentos expropiatorios por parte de la bodega Cabernet de los Andes, beneficiada con diferimientos impositivos, planteaban que el eje estratégico de esta lucha es la defensa por el agua, la base de nuestra soberanía alimentaria y, por tanto, umbral de nuestra autonomía. Roberto, de Santa María, sumaba a la reflexión: “esta es la guerra por el agua. Cuando nos hablan de la guerra del agua no tenemos que confundirnos: no van a venir a los tiros a llevarse el agua pura en botellitas; ya se la están llevando las grandes ‘industrias’ extractivas y contaminantes: el agua se va en el concentrado de cobre, se va en la soja, en la pasta de celulosa que exportamos para que otros consuman…”
Al hablar del caso de Medanitos vimos que la ecología social reclama la reinvención de una economía social: nos plantea las preguntas centrales sobre qué producimos, cómo producimos, para qué producimos, quiénes deciden y se benefician de dicha producción. Estas preguntas develan la perversidad del ‘modelo de desarrollo’ que nos plantean hoy nuestros gobernantes basado en permitir el acceso y control irrestricto a nuestros bienes comunes -el agua, el suelo, el aire, la biodiversidad- por parte de grandes corporaciones transnacionales para alimentar el voraz consumismo de las sociedades dominantes. Eso se logra a costa de expropiar estos bienes de las poblaciones locales, forzar a que éstas produzcan y trabajen para otros, pierdan la base de sus economías locales, la que se construye primero de producir para sí mismo y no para ‘exportar’. Esa no sólo es la base de la producción de la pobreza a largo plazo sino también la de la dependencia política estructural.
Al respecto, las palabras de Rosario daban cuenta de esa situación de ‘poblaciones cautivas’ de la economía minera: “acá en Andalgalá se han ido cortando todas las posibilidades económicas que no pasen por la minera o por la municipalidad; te ahogan te asfixian… No hay laburo por fuera de las empresas, no hay laburo por fuera de la municipalidad: no hay. En ese contexto se hace sumamente difícil la lucha… tenemos que encontrar formas de demostrar que otras cosas son posibles, destellos de otra economía que se salga de los circuitos de las ‘regalías’…”. Pero también Rosario señalaba que esto pasa por decisiones personales también, que en buena medida depende de qué es lo que uno, conciente o inconcientemente, elige para su vida y para su futuro. Qué vida queremos para nosotros. De eso se trata: de reapropiarnos de nuestra vida expropiada.
Ciertamente en estos contextos de economías arrasadas y aparatos estatales apropiados por élites autoritarias que circulan impunemente entre los negociados público-privados se hace difícil la resistencia; emerge con toda su crudeza el fenómeno de la represión y la criminalización. Los testimonios de l@s compañer@s de la Asamblea de Tucumán, acusados por el camarista San Juan de ‘extorsionar’ a la ‘Justicia’ por reclamar ante la morosidad del caso de contaminación contra Minera Alumbrera (proceso iniciado hace diez años); los regantes de Medanitos que sufrieron los atropellos y el accionar intimidatorio de la fiscalía de Tinogasta; los Autoconvocados de Fiambalá y de Tinogasta, los docentes de las escuelas de esos distritos, perseguidos y amenazados por sus intendentes; la dura represión vivida por el Movimiento Tupaj Katari en Jujuy y en La Quiaca por las fuerzas policiales ante el reclamo de alimentos y viviendas; todos ellos fueron motivo de justa indignación y repudio; también motivo para estrechar solidaridades.
En esto de compartir dolores y alegrías, un momento muy emotivo fue el relato de l@s compañer@s de Tinogasta sobre el corte de ruta selectivo que llevaron a cabo a los camiones de minera Alumbrera. De la indignación ante la desidia pública, de la ‘coincidencia’ entre las declaraciones del intendente apoyando el Proyecto uranífero Río Colorado y el arribo de los gigantes camiones mineros, brotó espontáneamente el corte, liberando gritos contenidos, demandando una vez más ser escuchados, exigiendo se respete el rechazo popular a estos proyectos.
La solidaridad y el apoyo que el corte despertó se hizo una ‘lluvia’ de mails de todo el país, llamadas radiales de distintas provincias, nuevos brazos y cuerpos de compañer@s de Andalgalá, Catamarca, Campana y Chilecito, que se llegaron hasta ahí, poniendo de manifiesto que la U.A.C. es más que un encuentro cada tanto, es una red activa de asambleas que luchan mancomunadas en la defensa de nuestro ambiente, y que ese apoyo es fundamental para sostener la lucha en contextos locales, donde los poderes organizados tienden a asfixiar a las comunidades.
Ya al atardecer, terminada la planificación en común, la fuerza de la resistencia fue haciéndose ímpetu rebelde, y la marcha ganó la calle. Con nuestras banderas, decenas de banderas, fuimos repoblando el espacio público, ese que pretende ser monopolizado por las mineras. “El agua vale más que el oro”; “Yo necesito agua, no uranio”; “Sí a la Vida, No a la Minería contaminante”; “No a Agua Rica”; “Fuera Alumbrera”, fueron algunas de las consignas que se dejaron leer ante los vecinos andalgalenses.
La marcha fue grito de desahogo y de festejo; fue grito de esperanza y de lucha. Con cánticos celebramos el procesamiento de Julián Rooney (Vicepresidente de Alumbrera) por contaminación; aplaudimos las valientes palabras del padre Bernardo Canal Feijoo e instamos a la Iglesia que no calle ante las humillaciones de su pueblo; repudiamos la actitud de los canales y medios de comunicación locales, que venden su silencio y prestan sus gargantas para quienes ponen plata: les dijimos que nuestras palabras son nuestras, y que no tienen precio.
Haciendo de todas las voces una sola, la marcha terminó frente las oficinas de Agua Rica, cantando el Himno como si fuera recitando el Artículo 41 de la Constitución Nacional, ése que exigimos se respete, porque de su respeto depende nuestra vida. La noche se fue cerrando, pero las emociones y fuerzas contenidas fueron alumbrando un horizonte nuevo, distinto, en estos, nuestros queridos valles, un poco más protegidos por los ecos de ese grito “No a Agua Rica!”.