El Congreso dio luz verde hace dos semanas a la U.S. Commercial Space Launch Competitiveness Act (H.R. 2262). Faltaba la firma de Barack Obama, que ha llegado esta semana. La aprobación de la norma ha sido recibida con entusiasmo por parte de los responsables de Planetary Resources. Eric Anderson, cofundador y codirector, ha declarado que esta nueva «legislación propiciará el desarrollo sostenible del espacio».

Fuente: El Mundo

Los recursos minerales de nuestro planeta no son ilimitados. Ciertos materiales utilizados para fabricar dispositivos tecnológicos comienzan ya a escasear debido a la creciente demanda por parte de las empresas. En otros cuerpos celestes abundan las llamadas tierras raras y otros preciados materiales en cantidades que acabarían con los problemas de suministro si estuvieran a nuestro alcance. Parece una idea imposible de llevar a cabo pero, ¿y si fuera posible? En EEUU hay ya empresas trabajando para intentar obtener fuera de la Tierra minerales y otros recursos, como el agua, pues creen que dentro de unos años será tecnológicamente posible explotarlos comercialmente.

En concreto, han puesto sus ojos en los asteroides. Compañías como Planetary Resources y Deep Space Industries estudian la viabilidad de este negocio y buscan los asteroides más idóneos. Pero para seguir invirtiendo dinero en este campo, quieren garantías de que podrán quedarse con los minerales que obtengan. Su presidente acaba de dárselas. EEUU ha aprobado una polémica ley que reconoce el derecho de sus ciudadanos a ser los propietarios de los recursos procedentes de cuerpos celestes que exploten en el futuro.

«Necesitamos eliminar de nuestra economía regulaciones innecesarias que cuestan demasiado dinero y dificultan a los innovadores americanos crear empleo», ha declarado el senador Marco Rubio, uno de los que ha respaldado el texto legal. «Los americanos dispuestos a invertir en minería espacial necesitan tener la seguridad de que legalmente podrán quedarse con los frutos de su labor. Y esta ley les ofrece esa seguridad», ha asegurado el congresista Bill Posey.

Y es que la nueva ley estadounidense resuelve de forma unilateral una cuestión que inquietaba a los empresarios de ese sector. Si se pudieran explotar cuerpos celestes, ¿a quién pertenecerían los recursos que se obtuvieran? Ahora, este texto legal dice que será de los estadounidenses. Otra cosa será lo que opinarán el resto de las naciones. Porque aunque hasta ahora el hombre sólo ha pisado la Luna, durante la Guerra Fría, la comunidad internacional firmó varios acuerdos impulsados por Naciones Unidas para asegurar el uso pacífico del espacio. En octubre de 1967 entró el vigor el Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, que proporcionó un marco para el desarrollo del derecho del espacio.

Uno de sus artículos especifica que ningún cuerpo celeste podrá «ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera». Otro párrafo dice que «la exploración y utilización del espacio ultraterrestre […] deberán hacerse en provecho y en interés de todos los países, sea cual fuere su grado de desarrollo económico y científico […]». ¿Viola la nueva ley de EEUU los principios recogidos en el tratado de la ONU? ¿Es este acuerdo internacional aplicable también a las empresas o sólo a los países?

Álvaro Giménez Cañete, director de Ciencia y Exploración robótica de la Agencia Espacial Europea (ESA), se muestra cauto a la hora de valorar los aspectos jurídicos de esta ley: «Se trata de cuestiones políticas y de derecho internacional espacial.

Para tratar estos asuntos tenemos a las Naciones Unidas pero, de momento, son sólo cuestiones teóricas», explica a EL MUNDO. Y es que, aunque Giménez cree que «algún día llegaremos a los asteroides», se muestra rotundo a la hora de afirmar que «estamos lejos» de poder hacer minería en ellos: «Ahora es irrealizable».

También Javier Gómez Elvira, investigador y ex director del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA), cree que «todavía se está muy lejos de poder poner en marcha una actividad de este tipo». «En cualquier caso, a mí me parece que no hay que oponerse a una actividad de este tipo fuera de la Tierra.

Lo único es que habría que hacerlo de una forma más controlada que en nuestro planeta: estudiando detalladamente la zona a explotar, obteniendo toda la información científica posible y basándose en ella, determinar si es utilizable para minería o no», explica el científico a través de un correo electrónico. No obstante, considera que «no debería ser propiedad de ningún país».