El 22 de julio se recuerda el como el día Internacional de Acción Contra la Minería a Cielo Abierto. La minería a cielo abierto significa la destrucción y agotamiento de los ecosistemas del planeta, la eliminación de la capa boscosa, la destrucción de los suelos, y la contaminación de las aguas. Su defensa conlleva el soborno a funcionarios, la amenaza y criminalización de las luchas comunitarias.
Fuente: AIM
El 22 de Julio es considerado el Día Internacional de Acción Contra la Minería a Cielo Abierto aunque en realidad es apenas uno de 365 días en los que las comunidades que se oponen a la megaminería llevan adelante sus acciones para garantizar la vida y los derechos humanos frente a una industria que extrae todo y no deja nada, que expulsa habitantes y producciones, genera desempleo, chupa el agua y la contamina del mismo modo que lo hace con el aire y la tierra.
En todo el mundo hay pueblos organizados que se oponen a la megaminería y llevan adelante acciones para garantizar la vida y los derechos humanos frente a esta industria que extrae todo sin dejar nada, que produce enfermedad para actuales y nuevas generaciones, y genera desempleo aun cuando sus defensores dicen que es una fuente de trabajo para muchos hace con el aire y la tierra.
Como si de un planeta descartable se tratara, la Mega-minería o minería a cielo abierto, viene a poner en jaque los recursos naturales del planeta que habitamos, dejándonos un pasivo ambiental de gran magnitud, que ni las generaciones futuras podrán salvar.
La historia del desarrollo de esta actividad en nuestro país nos muestra que este tipo de mega-emprendimientos solo beneficia a un puñado de personas, dueños e inversores de los mismos, y para nosotros, ciudadanos argentinos, no solo no nos trae el trabajo prometido, sino que deja a nuestros pueblos enfermos y a los recursos naturales destruidos.
Para comprender hasta qué punto están siendo flagelados nuestros derechos, comencemos por repasar cómo funciona esta actividad: en las últimas décadas se ha producido un drástico cambio en las prácticas mineras debido a la pronunciada disminución de los minerales metalíferos tras su intensiva explotación durante el siglo pasado. El hombre ha agotado la roca de “alto porcentaje de ley”, es decir, aquella que tenía una elevada cantidad de metal y en la actualidad, al hallarse el metal mucho más diseminado en ella, se lleva a cabo una práctica notablemente más nociva como lo es la explotación de toda una montaña para reducirla a escombros.
Los restos obtenidos son triturados y amontonados para luego sufrir un proceso llamado lixiviado bajo el cual son rociados con productos químicos para poder finalmente extraerle los metales. La duración del proceso de lixiviado variará dependiendo de la ley del mineral, y la cantidad de roca molida. En cuanto a los productos químicos que se utilizan, dependerá de los metales que se deseen extraer. Por ejemplo, para el caso de la obtención de oro, el cianuro de sodio es uno de los compuestos que constituye la mezcla química que se echará sobre la roca. Esta última será finalmente tratada con carbón o cal para obtener el metal deseado y al cabo de todo este proceso, tanto la roca triturada con residuos de cianuro y metales pesados, como los químicos esparcidos que quedan luego de extraer los metales, son sencillamente abandonados en el lugar y a cielo abierto. En algunos casos, llevan a cabo un proceso para reducir el grado de toxicidad pero los métodos utilizados son insuficientes.
En otros casos, como sucedió con el yacimiento Bajo La Alumbrera, quedó demostrada la contaminación del agua de un canal de desagüe, a través del derrame del concentrado mineral sin previo tratamiento de descontaminación. Todo el proceso en general implica un enorme consumo de agua y electricidad. Una mina a cielo abierto puede llegar a utilizar hasta 70 millones de litros de agua diarios y la empresa a ubicarse entre los principales consumidores de electricidad del país.
Trabajándose con toneladas y toneladas de roca diaria, es inevitable que no se genere una gran contaminación. En el caso de las minas que utilizan cianuro de sodio, es excesiva la cantidad de kilogramos de este veneno que se libera e impacta directamente sobre el ambiente. El cianuro puede ser absorbido por las plantas, por la piel de los animales afectando su sistema digestivo, e inhalado. También puede afectar los sistemas acuáticos, aún en bajas concentraciones. Además existe una variedad de metales y no metales (plomo, arsénico, uranio, etc.) que se hallan retenidos en la roca, y que luego de todo el proceso quedan integrados en mezcla química residual.
Beneficios para unos pocos
Debido a una variedad de leyes de minería, las empresas cuentan con grandes beneficios, como lo son el desmedido suministro de agua y electricidad gratuitos y el apoyo de gobiernos locales ajustándose a sus necesidades, construyéndoles caminos, aeródromos y demás requerimientos. Además existen numerosos gastos tales como la realización del tendido eléctrico, la adquisición de equipamiento, los ensayos realizados, etc., que pueden ser asumidos por las empresas mineras, ya que luego podrán deducirlo en un 100 por ciento del pago de los impuestos. Lo que no suelen considerar dentro de sus costos es el otorgamiento de compensación alguna o la implementación de medidas mitigadoras, debido al impacto que generan sus emprendimientos sobre el ambiente y la salud humana.
Para que prospere un mega-proyecto donde solo dos cosas no llegan a ser de tamañas dimensiones: el número de personas empleadas, debido a la alta mecanización, y el dinero que queda en el país. Así, las empresas mineras trabajan de una manera muy estratégica y conveniente: en algunos casos acaparan todos los sectores, desde el Poder Judicial hasta los medios de comunicación y hospitales, a través de un sistema de donaciones, pretendiendo de esta forma suavizar las relaciones o revertir el rechazo de la gente hacia ellas. Bajo este modelo impuesto y sin mayor dificultad, estas empresas multinacionales desarrollan en nuestro país la minería contaminante. Una actividad que por sus prácticas actuales (los métodos de extracción que utilizan), no solo contamina, sino que altera el paisaje, el curso de los vientos, afecta la salud de la población y el ambiente y utiliza un recurso que de por sí, en muchas de las regiones en donde se encuentran las explotaciones es escaso: el agua.
Por si fuera poco, estos mega-proyectos tampoco tienen en cuenta las áreas que son valiosas para la conservación de la biodiversidad. Claro ejemplo de esto son las pretensiones de explotar los yacimientos auríferos del Famatina. Allí se ubica la Reserva Provincial Serranías del Famatina, creada para proteger este sistema de sierras y su biodiversidad, dado que es el principal centro de endemismos de la provincia y uno de los más importantes del país. La falta de autoridades idóneas en materia ambiental, con la consecuente escasez de un modelo de desarrollo regional sustentable y la ausencia de gobernantes que prioricen la seguridad, la calidad de vida, el futuro de sus pueblos y la protección de sus ambientes, nos sigue arrimando a un peligro extremo. Este vacío institucional existente, se vio reflejado una vez más con el rechazo presidencial a la ley de protección de los glaciares. En donde, lejos de considerarse políticas tendientes a mitigar los efectos del cambio climático y proteger el recurso del agua, se sigue apostando a las mineras y a los gobiernos provinciales que las apoyan. Por otra parte, las solicitudes de cateo de las multinacionales siguen aumentando, lo cual nos deja anticipar el interés de estas empresas por explotar nuevos sitios y continuar con el saqueo.
Nos preguntamos entonces una y otra vez, detrás de cada nuevo pedido de explotación concedido: ¿Hasta dónde llegaremos para que las autoridades provinciales y nacionales, nuestros representantes, cumplan con su responsabilidad de velar por el bien todos los ciudadanos?. ¿Qué debemos esperar para el futuro si se siguen autorizando explotaciones?.¿Cuándo será tenido en cuenta al pueblo para decidir qué uso se le debe dar a nuestros recursos naturales?
El pueblo que rechaza el actual modelo minero
Afortunadamente, hace ya un tiempo la gente ha comenzado a organizarse y manifestar su descontento. Los pobladores de Esquel fueron quienes rechazaron inicialmente el actual modelo minero impuesto (aquel que privilegia el negocio de unos pocos en contravención con los derechos de todos), oponiéndose al proyecto de la empresa canadiense Meridian Gold. Este movimiento de vecinos que salían en defensa de sus futuros y el de sus hijos, estimuló a las comunidades de diversas localidades del país generándose desde entonces numerosas agrupaciones y movimientos locales bajo la forma de asambleas y Ong’s. Y no es poco lo que se está logrando: Chubut, Río Negro, Mendoza, Tucumán, La Pampa y Córdoba son las 6 provincias que ya han prohibido la minería a cielo abierto o la utilización de sustancias químicas contaminantes en los procesos de exploración y explotación de minerales metalíferos y/o nucleares.
El pueblo tiene derecho a participar en las decisiones políticas. Exigimos que se cumpla este derecho y se lo involucre en la toma de las mismas, sobre todo en lo concerniente al manejo de los recursos naturales. Así mismo, creemos que es urgente que se revise el paquete de leyes mineras, que beneficia de manera desmesurada a las empresas inversoras, teniendo en cuenta el saldo negativo que nos deja en todos los aspectos (aún en el económico), tanto a nivel provincial, como regional y nacional.
No podemos esperar, los pueblos se empobrecen cada vez más y las generaciones venideras notarán claramente el impacto de esta actividad en muchas regiones de nuestro país… para ese entonces será tarde. Instamos a todos los ciudadanos a sumarse a esta movilización para ganarle a la minería a cielo abierto. Solo Informándonos, opinando y reclamando, será que podremos frenar esta amenaza.