Esta vez es la reactivación mina de Touro la que llama al dinero, dispuesta a destrozar el estado medioambiental de la zona o la salud y sustento de centenares de vecinos que no se han quedado de brazos cruzados. Una auténtica catástrofe que asoma sus peligros y que sus principales promotores, la multinacional Atalaya Mining en asociación con Explotaciones Gallegas, defienden a capa y espada como una solvente manera de crear empleo y, por supuesto, de negocio, ante la creciente demanda de cobre de ciertos países emergentes como China.

Fuente: Galicia Press

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Resulta inverosímil, casi ficcional, el poder que acumula la simple posibilidad del negocio, de hacer dinero contante y sonante, aunque se ensucie por el camino. A pesar de que se mueva por una vorágine carente de empatía y conciencia. Contaminante y sin límites, ni siquiera el aire que respiramos, la tierra que pisamos o el agua que bebemos parece poner freno a sus andaduras.

Un proyecto minero que definen de sostenible y propio del siglo XXI, a pesar de que la Sociedade Galega de Historia Natural detectase contradicciones y errores en su documentación inicial, falta de información sobre la concentración de metales y de análisis en sus consecuencias, y más que notables riesgos en torno al depósito de estériles o a la desaparición de hasta 20 manantiales, entre otros.

No es la primera vez que la mina de Touro, situada en los municipios coruñeses de O Pino y Touro, causa destrozos medioambientales en una zona que ha sufrido un potente deterioro. De hecho Xaquín Rubido, presidente de la ‘Plataforma en Defensa da Ría de Arousa’, nos informa de que el estado de la antigua mina, activa de 1973 a 1986 para luego ser abandonada, es uno de los principales peligros que supone su nueva puesta en marcha.

ÁCIDO SULFÚRICO Y METALES PESADOS

“Cuando la mina cesa la actividad, la Administración que debería tutelar, vigilar y obligar a la empresa encargada a tomar las medidas de restauración para devolver el paisaje a su estado original, no hizo absolutamente nada”, nos explica Xaquín, indicando que la acidificación se sigue produciendo: un proceso a través del que, al moler y triturar la piedra, sulfuros de hierro y de cobre de la zona entran en contacto con el oxígeno del aire y el agua de la lluvia, para luego formar ácido sulfúrico. Este compuesto, de sobra conocido por su capacidad corrosiva, libera metales pesados “que se movilizan y pasan al agua, para acabar en el río Ulla” y luego, en la Ría de Arousa.

La herencia de la antigua mina, conformada por escombreras de estériles, instalaciones y balsas de lodos abandonadas, se tradujo en “un espacio degradado y contaminado” por los drenajes ácidos que acababan en el Ulla, tal y como nos cuentan desde la ‘Plataforma Veciñal Mina Touro-O Pino NON’.

Esta acidificación se constituye como una nefasta consecuencia que con la reactivación solo irá a peor. La contaminación derivada afectaría a la potabilidad del agua que suministra a varios ayuntamientos (Vedra, Teo, Padrón, Vilagarcía de Arousa, Pontecesures, Catoira, A Pobra do Caramiñal, Boiro, Drodo, Boqueixón…) y explotaciones ganaderas, así como a sus ecosistemas y la rentabilidad de la ría de Arousa, “la más productiva de Europa, donde se produce el 70% del mejillón de todo el Estado español” y en donde se encuentra “el 40% de todas las mariscadoras de Galicia” con “miles y miles de puestos de trabajo”, de acuerdo a Xaquín Rubido. Más que crear empleo, presenta la capacidad de destruir una importante parte del sector del mar gallego, así como del preciado valor turístico y gastronómico de Galicia.

Pero no terminan aquí los problemas que acarrea la explotación minera de Touro. También hay que hablar de su tamaño, de cerca de 700 hectáreas aunque con capacidad de llegar a las 2.000 hectáreas. Semejante extensión de terreno implica un fortísimo impacto por acidificación, además del uso de más de 10.000 toneladas de productos químicos, alguno cancerígeno, para “extraer el cobre por flotación”.

Y los efectos perjudiciales no parecen tener fin: seis voladuras diarias capaces de provocar movimientos sísmicos en una zona que alberga una residencia de ancianos y una escuela infantil; el desvío de dos arroyos y la destrucción de 20 manantiales y depósitos de agua que abastecen a la vecindad circundante, datos planteados por la Sociedade Galega de Historia Natural; varias explotaciones ganaderas que se quedarían sin “su base territorial”, al estar muchos de los terrenos de la zona dedicados a la agricultura, uno de los principales motores económicos de estos municipios; hasta el camino de Santiago en alguno de sus tramos más cercanos a O Pino se verá afectado, de acuerdo a lo explicado por la ‘Plataforma Veciñal Mina Touro-O Pino NON’.

BALSAS KILOMÉTRICAS

Queda hablar de los residuos restantes, ácidos, degradantes y mezclados con los productos químicos, que permanecerán almacenados en balsas kilométricas, olvidados y a la espera de ser liberados. “La presión de los lodos acidificados en las balsas”, comenta Xaquín, “es una auténtica espada de Damocles”, una casi perpetua amenaza que podría romper por culpa de los sismos de las voladuras y soltar todos los contaminantes, y que supone un peligro mayor si tenemos en cuenta que sus muros podrían alcanzar la altura de 80 metros, tanto como la catedral de Santiago.

Parece de película de terror que, “a escasos 200 metros de la aldea de Arinteiro, en la parroquia de Loxo y en donde viven 12 familias y hay cinco granjas”, nos explica la ‘Plataforma Veciñal’, “se colocará una enorme balsa de lodos, impermeabilizada por una simple geomembrana de 1,5 milímetros y rodeada por un muro perimetral de contención de casi 3 km de longitud.”

Touro

Haz click en la imagen para acceder a la línea del tiempo sobre la mina de Touro hasta enero de 2018.

 

 

 

 

 

Un riesgo demasiado real y que no deja de sumar una inmensa marea de víctimas: vecinos de distintos municipios y localidades, explotaciones ganaderas, la ría de Arousa, espacios protegidos como el Complejo Intermareal Umia-O Grove o especies animales como el salmón del río Ulla, que acumuló durante el periodo de explotación de la mina siete veces más de cobre que tras su abandono, según un estudio del CSIC, de la Universidad de Vigo y de la Universidad sueca de Swansea. Se trata de una lista que se agranda, movilizada en contra de un más que posible desastre medioambiental a largo plazo que no entiende de personas, sino de negocio irresponsable. Uno que nunca ha sido, es, ni será rentable para el bienestar de Galicia.