Se trata de una antigua explotación de wolframio a medio camino entre Guadalix de la Sierra y Colmenar Viejo. En el cerro se encuentran restos de escorodita, un mineral que se utiliza para almacenar arsénico. El estudio, del CSIC, aconseja retirar los residuos, almacenarlos bajo techo y recuperar los suelos, ya que suponen “un riesgo medioambiental grave”.
Fuente: 20 Minutos
Científicos del Museo Nacional de Ciencias Naturales han detectado arsénico en los suelos colindantes a una explotación de wolframio abandonada entre Guadalix de la Sierra y Colmenar Viejo (Madrid).
En la zona se acumulan residuos ricos en escorodita (FeAsO4 2H2O), un mineral muy estable que la minería metálica utiliza para almacenar arsénico evitando el riesgo de contaminación de suelos y aguas.
Según el estudio de los investigadores, publicado en Science of the Total Environment, se aconseja retirar los residuos de la mina y almacenarlos bajo techo para asegurar su estabilidad, así como monitorizarlos y recuperar los suelos contaminados.
Estos depósitos se encuentran cerca del cerro de San PedroEstos depósitos mineros se encuentran próximos al cerro de San Pedro, situado entre Guadalix de la Sierra y Colmenar Viejo.
En los años 30 se extraía wolframio de esta zona y se exportaba a Alemania para la construcción de armamento pesado.
Cuando terminó la guerra se dejó de exportar, la mina se cerró y en su lugar quedaron los residuos ricos en escorodita, un mineral compuesto principalmente por arsénico y hierro en igual proporción que es conocido por su estabilidad y capacidad para almacenar arsénico.
Por ambos motivos, la minería metálica lo emplea como forma mineral para el almacenamiento y desecho seguro del arsénico.
De forma estable e insoluble
Tras la extracción del mineral en cuestión, el arsénico producido queda fijado, aparentemente de forma estable e insoluble, en forma de escorodita.
De hecho, este es el proceso final que la industria minera aplica a su gestión, explica Fernando Garrido, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (Consejo Superior de Investigaciones Científicas).
Los investigadores han estudiado la dispersión de arsénico determinando su concentración en los suelos colindantes; para ello han recogido muestras a distintas profundidades y distancias a lo largo de las zonas de escorrentía por las que el agua estacional discurre desde el área donde se almacenan los residuos hasta un arroyo cercano.
Los investigadores apuntan la necesidad de monitorizar los residuos mineros abandonados y de aplicar estrategias de eliminación de residuos y recuperación de suelos contaminados: “La contaminación detectada nos indica que el arsénico puede llegar hasta los acuíferos de la zona. Serían trazas muy pequeñas de este elemento pero llegarían de forma continuada lo que supone un riesgo medioambiental grave debido a su toxicidad”, alertan.
“En las muestras de suelo hemos detectado arsénico en concentraciones altas que proviene de la disolución de la escorodita”, explica Garrido.
No se trata de pequeñas partículas de escorodita, precisa, sino de compuestos secundarios que pueden formarse tras la disolución de este mineral por la acción del agua de lluvia.