Pese a tratarse de un caso significativo las autoridades peruanas aún no són capaces de proporcionar una respuesta transparente y tecnicamente consistente acerca de la responsabilidad o no de la actividad minera sobre la contaminación en la localidad de Espinar, en el Cusco, y que motivó una de los mayores conflictos en el país.
Fuente: Servindi
Han pasado más de cinco años y el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) y el Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN) aún no pueden afirmar ni descartar de manera fehaciente que las relaveras Ccamacmayo y Huinipampa no hayan contaminado con metales pesados el entorno hidrogeológico circundante.
El caso ha sido expuesto de manera documentada por el abogado Juan Carlos Ruiz Molleda y el médico ambientalista Fernando Osores Plenge en el artículo: ¿Es responsable la minería de la contaminación con metales pesados en Espinar?, publicado en el boletín Justicia Viva del Instituto de Defensa Legal (IDL).
Con los detalles suficientes los autores muestran el “manejo poco transparente” del IPEN a quién el OEFA le encargó el estudio: Determinación de la relación de las aguas de las relaveras Ccamacmayo y Huinipampa con su entorno Hidrogeológico circundante mediante el uso de trazadores isotópicos.
La falta de transparencia del IPEN se sustenta en la presentación de dos informes, uno presentado el 2014 y otro el 2016, que difieren de manera importante en sus resultados, dejando practicamente sin una respuesta segura y firme a la interrogante sobre la responsabilidad minera.
El intríngulis técnico del IPENl
Del primer informe basado en pruebas realizadas el 2013 existen dos versiones: una original entregada el 2014 a la población de Espinar y otra publicada por el OEFA en su portal web en 2016.
El estudio fue elaborado con una tecnología conocida como deuterio y que usa dos trazadores isotópicos naturales y estables. En él se concluye que las relaveras son las probables fuentes aportantes a la salinidad y afloramiento de las “aguas circundantes” o de “los alrededores”.
Importante conclusión del primer informe del IPEN que no descarta que la contaminación provenga de las relaveras, conclusión que ha quedado relativizada en la versión posterior y en las conclusiones del infoirme 2015
En el informe del IPEN de mayo de 2016 se presenta una versión de los resultados recortada a la tercera parte que no indica resultados concluyentes y que presenta fallas metodológicas, según observan los autores del reporte del IDL.
Lo preocupante es que se esperó del 2013 al 2015 para aplicar una metodología completa, eficiente y representativa como lo ameritaba la situación, perdiéndose una valiosa oportunidad para dirimir responsabilidades.
Actualmente el IPEN está aplicando una metodología más exacta con la inyección del trazador radioactivo tritio pero las condiciones para obtener un resultado cabal se han modificado. Se ha aplicado el trazador radiactivo en un solo punto de inyección, “reduciendo la probabilidad de que se represente de forma adecuada el verdadero comportamiento de la represa”.
A ello se agrega que ahora no hay agua en una de las relaveras porque está seca. Debido a esta situaci+on se inyectó el trazador en un hueco artificial y llenarlo con agua cambiándose así el lugar del punto de inyección del trazador y la metodología de inyección.
La consecuencia es previsible. “Hasta le fecha el tritio no aparece. Es decir, casi cuatro años de tiempo perdido”.
Preocupante situación
Luego de dialogar con los funcionarios de la OEFA y el IPEN los investigadores Ruiz Molleda y Fernando Osores concluyen en que las explicaciones brindadas son insuficientes. Consideran que el IPEN no actua “de manera transparente y objetiva, lo que genera legítimas preocupaciones”.
Pese a los recursos invertidos la incertidumbre sobre las causas de la contaminación persiste, lo que aumenta el temor y la desconfianza de la población.
La salud y la vida de miles de personas expuestas de manera crónica a metales pesados altamente tóxicos continúa pero las autoridades no pueden aún determinar científicamente si la causa de la contaminación es natural o consecuencia de la actividad minera.
Mientras, la población que desde el 2010 espera que el Estado peruano determine si hay filtraciones en las relaveras de Espinar, ve incrementar su frustación e impaciencia.