Así como algunos señalan que en estas elecciones una gran mayoría de la población del país ha votado por opciones pro inversión, que defienden el modelo y buscan mantener las mismas reglas de juego, lo cierto es que esta afirmación no se confirma necesariamente en las regiones, provincias y distritos con presencia minera. Los hechos demuestran que este tipo de votación que cuestiona el actual status quo, ha sido una constante en los últimos procesos electorales: ocurrió en 2011 y también el año 2006, para no mencionar los resultados de las elecciones regionales y municipales.
Por José De Echave publicado en Cooperaccion
Las elecciones presidenciales y congresales del pasado 10 de abril, han terminado de configurar un nuevo mapa político a nivel nacional que muestra algunos rasgos específicos en las diferentes regiones del país. Tomando en cuenta la importancia de la actividad minera en el Perú, siempre es importante revisar los resultados que se han dado en las diferentes zonas con marcada presencia minera y qué representantes han sido elegidos como flamantes integrantes en el Congreso de la República.
Por supuesto, un primer tema que hay que precisar es cómo se define una región como un territorio de influencia minera: un criterio utilizado hace referencia al peso o al aporte de la minería a la economía de la región. Así, una región puede ser considerada como “minera” cuando esta actividad representa el 4% o más de la actividad económica de la región. Si aplicamos este criterio catorce regiones del país pueden ser consideradas como “mineras”: Ancash, Arequipa, Ayacucho, Cajamarca, Cusco, Huancavelica, Ica, Junín, La Libertad, Madre de Dios, Moquegua, Pasco, Puno y Tacna.
Sin embargo, este único criterio deja fuera de la lista a una región como Apurímac, que si bien en la actualidad no cuenta con una producción minera significativa, sí figura como la número uno en la cartera de proyectos de inversión minera. Por lo tanto, vamos a incorporar el tema del ranking de la inversión minera como un criterio adicional para la definición de una zona de influencia minera.
Viendo el mapa de resultados electorales en las denominadas regiones con presencia minera relevante, la primera conclusión es que en ocho de ellas1 han ganado opciones claras de izquierda, Frente Amplio (7) y Democracia Directa (1), que han planteado en sus programas de gobierno cambios sustantivos en las reglas de juego del sector, sobre todo en materia social y ambiental y de defensa de derechos de las poblaciones afectadas. En el resto de regiones con presencia regiones con presencia minera2, el Frente Amplio ha quedado en segundo lugar3; en algunos casos disputando muy de cerca el primer lugar, como ha sido el caso de Arequipa. Además, la gran mayoría son regiones con una alta conflictividad social, según los datos de la Defensoría del Pueblo.
Así como algunos señalan que en estas elecciones una gran mayoría de la población del país ha votado por opciones pro inversión, que defienden el modelo y buscan mantener las mismas reglas de juego, lo cierto es que esta afirmación no se confirma necesariamente en las regiones, provincias y distritos con presencia minera. Más aún, los hechos demuestran que este tipo de votación que cuestiona el actual status quo, ha sido una constante en los últimos procesos electorales: ocurrió en 2011 y también el año 2006, para no mencionar los resultados de las elecciones regionales y municipales.
¿Qué lecciones podemos sacar de este nuevo dato de la realidad que el país nos envía? El reto sigue siendo cómo construir gobernabilidad democrática; cómo se construyen los necesarios equilibrios económicos, sociales, culturales y ambientales que hacen falta y cómo se logra finalmente que los grandes poderes económicos no rebasen la capacidad que debe tener una sociedad de controlar y regular, por ejemplo esas inversiones, en función del bien común. Las regiones con presencia minera nos envían nuevamente un mensaje que apunta a la necesidad de implementar cambios sustantivos.
Reconocer nuestras diversas racionalidades y realidades forma parte esencial del ejercicio democrático. El resultado electoral en las zonas con presencia minera debería servir para avanzar, no para estancarse y menos aún para correr el riesgo de retroceder.