La empresa Almaden Minerals pretende imponer un modelo colonialista, basado en mentiras y violaciones a la ley, para ejecutar su proyecto extractivo en Ixtacamaxtitlán, de la misma manera en que lo hacen en Canadá otros corporativos, indicó Jenn Moore, activista de la organización Mining Wacht.
Fuente: Municipios Puebla
Moore rechazó que las empresas mineras en su país actúen con reglas claras y respeten los derechos de los pueblos originarios y sus territorios, y señaló que al igual que en otras partes del mundo, los indígenas canadienses tienen que luchar contra ese modelo “construido con base en el colonialismo y que se ha profundizado en el régimen neoliberal”.
Explicó que a través de algunas leyes y de la asignación de presupuestos, el país del norte ha debilitado la protección al medio ambiente y a los pueblos indígenas y citó que el 99 por ciento de los lagos y ríos de Canadá se encuentran a merced de los intereses de la industria extractiva, dejando de lado las necesidades de la población que se ha movilizado con el lema “Basta de Pasividad” (Idle No More, en inglés).
Señaló al igual que Almaden Minerals lo ha hecho en Ixtacamaxtitlán, donde se ha comprometido a respetar la ley y ha minimizado los daños ecológicos que causarán sus actividades, los pueblos canadienses han sido desposeídos de sus territorios y se ha intentado destruir sus tradiciones y culturas.
El gobierno canadiense, expuso, ha otorgado títulos para la extracción de minerales en un vasto territorio, pues consideran que esa actividad representa “el mejor uso de la tierra”, vulnerando el derecho a la autodeterminación de los pueblos indígenas, que no han obtenido ningún beneficio de la minería.
“Según datos oficiales, más de la mitad de los pueblos indígenas de Canadá vive muy por debajo de la línea de pobreza; la tasa de desempleo es tres veces más alta que el promedio nacional; y 75% de los niños abandona la escuela antes de terminar sus estudios. Estas terribles estadísticas también se reflejan en el encarcelamiento, en las tasas de violencia, de problemas de salud, de suicidio, de adicciones y mucho más. Sin embargo, indígenas siguen en defensa de sus territorios y luchando para fortalecer sus comunidades”, señaló.
Moore ejemplificó el fuerte contraste entre la riqueza que acumulan las empresas mineras y las condiciones de pobreza en que viven las comunidades indígenas con lo que sucede en la comunidad Attawapiskat en el norte de la provincia de Ontario, habitada por unos mil 800 Cri que carecen de viviendas adecuadas, en muchas no hay agua potable, ni calefacción para enfrentar las bajas temperaturas, a pesar de que está a 90 kilómetros de una mina de diamantes que pertenece a la empresa minera De Beers.
“En 2010, la empresa informó que obtuvo 446 millones 20 mil dólares en diamantes y pagó 5 millones 231 dólares a ocho comunidades, Attawapiskat recibió una parte”. Pero en muchas ocasiones la empresa ha evadido el pago de impuestos y regalías argumentando “falta de ganancias”.
En México, Mining Wacht ha documentado los “abusos sistemáticos” de la actuación de empresas como Gold Corp y Excellon Resources en contra del ejido La Sierrita y los trabajadores del Local 309 en Durango.
“Hemos encontrado que a pesar de las claras violaciones de los derechos del Ejido y de los trabajadores, la empresa actúa con impunidad con el respaldo de los gobiernos mexicano y canadiense”, precisó.
Según la organización Proyecto sobre Organización, Desarrollo, Educación e Investigación (Poder) la empresa canadiense Almaden Minerals tiene el 72 por ciento de las concesiones mineras en la Sierra Norte del estado de Puebla, que representan 13 por ciento del territorio.
Poder documentó que la empresa se ha dedicado a la especulación en zonas mineras y ha intentado, bajo represión, violencia, compra de voluntades y sin consulta previa, imponer sus proyecto extractivista.