La minería no es la mejor opción para un país, como El Salvador, donde los riesgos ambientales y sociales son graves amenazas para el bienestar de la población. Las pérdidas que ocasionará la minería son mayores que los ingresos fiscales que pueda producir.
Fuente: ContraPunto
12/06/2012. Eso es lo que asegura Anthony Bebbington, un investigador estadounidense quien ha elaborado escritos como el de “La globalización de la gobernanza ambiental: relaciones de escala en los movimientos socio ambientales y sus implicaciones para la gobernanza ambiental en zonas de influencia minera en el Perú y el Ecuador”; además participó en el proceso de consulta de la Evaluación Ambiental Estratégica (EAE) en El Salvador.
Bebbington asegura que el Estado salvadoreño está en un momento óptimo para negar la minería en el país o para normarla de acuerdo a las necesidades ambientales que existen.
El investigador explicó las implicaciones que la minería tiene en cuanto a ingresos o pérdidas dentro de los territorios de Latinoamérica.
ContraPunto entrevistó a Bebbington durante el cuarto encuentro “Territorios en Movimiento”, organizado por el programa Dinámicas Territoriales Rurales (DTR) del Centro Latinoamericano para el Desarrollo Local, Rimisp con el apoyo de Icco & Kerk in Actie.
¿Cuáles son las implicaciones de la minería en la región latinoamericana?
Un punto de partida es reconocer que hay toda una historia minera en la región, esto conlleva a un conjunto de implicaciones que son más bien herencias del pasado, de las cuales se puede aprender algo; aunque si bien se dice que la nueva minería, la minería verde, es distinta siempre el aprendizaje sería bueno.
Es distinta la minería en ciertos sentidos y quizás no tanto en otros, entonces una lección de la historia seria que la expansión de la minería en ciertas regiones, andinas por ejemplo, fue transformando relaciones sociales y políticas dentro de los territorios donde se dio; además mediaba relaciones entre países y una economía global, estas implicaciones siguen siendo relevantes hasta hoy.
Hay un conjunto de implicaciones que tienen que ver en cómo la expansión actual de la minería se inserta en relaciones sociales y políticas; y al mismo tiempo va transformando y va creando nuevas elites y va consolidando las elites ya existentes.
La minería en la región va influyendo en la relación entre Estado y ciudadano, hay un conjunto de implicaciones que tienen que ver con relaciones sociales y políticas; otras con conflictos, es un proceso que ha venido acompañado por un conjunto de nuevos conflictos, aunque otras veces son conflictos mediados que no tienen que ver con la industria minera pero constituyen un nuevo escenario donde conflictos antiguos por la minería siguen desarrollándose.
La naturaleza de la aceptación de la minería varía según el contexto, obviamente hay un contexto en el que se puede aludir que la respuesta de los gobiernos a los conflictos es una respuesta que limita derechos ciudadanos, como derecho a la protesta a la asamblea abierta
¿Qué otras implicaciones tiene la minería?
También tiene un conjunto de implicaciones económicas a nivel macro y éstas se manifiestan en un crecimiento de exportaciones, un crecimiento en la generación de divisas, un crecimiento en la disponibilidad de ingresos fiscales en los gobiernos; pero no tanto en la generación de empleos, algo de efectos multiplicadores hay y es porque generan demandas para otros sectores que les prestan servicio a las mineras.
Sobre todo el efecto en la economía tiene que ver con lo macroeconómico, en la balanza de pagos y en la generación de ingreso fiscales.
¿Qué pasa con la generación de ingresos fiscales por la industria minera?
Cuando existen los ingresos fiscales los gobiernos del momento los ven como un activo muy poderoso en términos políticos, porque con esos ingresos pueden ir financiando programas sociales y de transferencias dirigidas, los cuales tienen un valor en sí mismos porque pueden tener efectos interesantes en la pobreza, en la calidad de vida de las personas de la tercera edad; además políticamente son instrumentos para ir consolidando bases de apoyo en las siguientes elecciones. Hay una relación muy íntima, aunque compleja, entre estos efectos económicos fiscales y dinámicas políticas a nivel nacional.
¿Y son positivas o negativas esas relaciones?
Dependiendo de dónde se vea, pero en la medida en que distorsiona la relación entre gobierno y ciudadanía, quienes son también electores, puede ser efectos negativos.
Sin embargo en la medida que esas transferencias tengan impacto en la pobreza o tengan impacto en la presencia de los niños en las escuelas, porque en muchos casos los centros escolares son financiados con fondos de la extracción, ahí los impactos son positivos.
Pero son impactos positivos en un primer momento, porque a largo plazo el deterioro ambiental será el que afectará más.
Si el nivel de escolaridad de los chicos se mejora los beneficios se van a ver a mediano y largo plazo, porque se estarán creando generaciones jóvenes con mayores capacidades académicas; pero el desafío es que en la medida que estas políticas sociales dependen del proceso de extracción tienen que seguir ampliando las fronteras de este tipo para seguir financiando estos programas.
Otra opción es buscar, y de esto no hay evidencia en América Latina, cómo utilizar este tipo de ingresos fiscales para poder diversificar la economía para que esta no siga siendo dependiente de la industria extractiva.
Si no se logra la diversificación, los Estados terminan con un contexto en el cual los programas sociales siguen dependiendo de la minería, por lo tanto los gobierno tendrán que ampliar las fronteras de la industria extractiva y esto va a venir, probablemente, acompañado por conflictos sociales y por riesgos ambientales muy significativos.
Al principio hablaba de la minería de antes y de la minería verde que hoy se promueve ¿Cuáles son esas diferencias?
Bueno algunas de las diferencias radican en la tecnología y quizás en el nivel de escrutinio público que hay en ciertas empresas activas en el sector, obviamente hay más participación pública que la que hubo hace unos 50 ó 100 años; esto limita hasta cierto el margen de maniobra de estas empresas, creo que no hay que negar este hecho; estas dos diferencias hacen que los niveles de abusos sociales y ambientales que se dieron en el pasado no sean los mismos.
Pero eso no implica que esta minería no va a seguir generando riesgo ambientales; otro efecto, pero negativo de la tecnología de esta minería es que la presión sobre el recurso agua es mucho más intensa de lo que fue en el pasado, es una minería que necesita más agua que en el pasado.
Es una diferencia donde lo tecnológico, lo social y lo ambiental convergen, porque el agua en casi todos los países es un recurso cada vez más escaso y es un recurso que puede ser un eje de conflicto social porque la población se ve amenazada.
¿Qué implica todo eso para El Salvador?
El Salvador es un caso distinto a los casos que he trabajado más, que son casos en la región andina; El Salvador es un país que no tiene mucha tradición minera, por un lado, y por otro lado es un país donde le recurso agua es mucho más inseguro y frágil.
El contexto es distinto porque El Salvador está en un momento donde puede tomar ciertas decisiones antes de una eventual expansión del sector minero, que son decisiones que pueden ser: la negación de la extracción minera o que diga, como Estado, que solo se puede con ciertas reglas definidas y ciertas garantías.
En El Salvador si hubiera una expansión minera, no dudo en que habrá mucha conflictividad y que eso va a generar mucho más debate sobre el tema agua, y aunque un sector minero nuca va a ser tan grande como en Perú, Guatemala o Bolivia, igual va a generar nuevas élites o va a consolidar el poder de las ya existentes; además implicará la llegada de nuevos poderes de empresas internacionales, eso generará cambios en el escenario político del país.
La pregunta, una de las varias, que se debe hacer el país es que si están o no preparados para esos cambios.
¿Se puede tomar el proceso minero como un desarrollo territorial?
La minería tiene expresión territorial por eso sí o sí va a transformar las dinámicas territoriales, va a transformas relaciones sociales, paisajes, actividades económicas en el territorio, relaciones medioambientales, varias cosas; la minería sí se hará parte de un proceso territorial, pero esa es la respuesta analítica.
La respuesta normativa se deriva de si la minería será positiva o negativa en El Salvador, aquí el primer paso es reconocer que si va por ese camino la minería va a transformas dinámicas territoriales, si va a ser negativa o positivo depende de los criterios a esos conceptos.
La entrada más interesante de la Evolución estratégica Ambiental (EAE) fue la del tema de riesgos ambientales y sociales, sobre todo si se acepta que El Salvador es un país que sufre mucha vulnerabilidad ambiental y social.
Vulnerabilidad ambiental por el contexto actual de falta de cobertura primaria, de un sobre uso de recurso y una vulnerabilidad social que nace desde antes de la guerra y por los niveles de violencia actual en ese país son indicadores de una vulnerabilidad muy seria.
Si se acepta que ese es el punto de partida para el país y para los territorios, las implicaciones dicen que se debería de optar por estrategias territoriales que lleven a reducir los niveles de vulnerabilidad, porque van a emitir el retejido de relaciones sociales o porque van a permitir la restauración ecológica o porque permitirán la creación de relaciones de mayor confianza entre ciudadano y sus instituciones estatales.
Pero deberían optar por estrategias territoriales que reducirán la vulnerabilidad social y ambiental; y la evidencia continental, por lo menos, es que esto no ha sido el lado fuerte de la minería, la minería hasta ahora o ha ocasionado impactos de restauración ambiental; sería muy difícil ver en un país de América Latina y ver que la expansión minera ha reducido el conflicto social o que ha creado situaciones de mayor confianza entre ciudadano o que ha restaurado la ecología o que ha reducido presiones sobre el medio ambiente, esto es casi imposible encontrar casos que genere beneficios en la región.
En El Salvador por su contexto social y ambiental la minería no sería su mejor opción, no obstante la necesidad que el país tiene para ingresos fiscales la hace ver interesante, pero a fin de cuentas es muy probable que el costo final será más grande que los ingresos fiscales y eso implicaría optar por estrategias territoriales, que más que otra cosa, reduzcan la vulnerabilidad ambiental, y ahí la evidencia dice que la minería no es la opción.