Luego que Minera Esperanza, del grupo Luksic se convirtiera en el primer desarrollo minero a gran escala, en el mundo, que utiliza agua salada en sus procesos, Codelco, Barrick, Anglo y Teck ya analizan esta opciĆ³n para viabilizar sus proyectos.

Fuente: diario La Tercera

17/04/2011. La puesta en marcha de Minera Esperanza, el yacimiento de cobre y oro del grupo Luksic, abriĆ³ un nuevo camino para la industria minera local.

El proyecto, emplazado en la RegiĆ³n de Antofagasta y que demandĆ³ US$ 2.600 millones, se convirtiĆ³ en el primer desarrollo minero a gran escala en el mundo que utiliza agua de mar salada en sus procesos de producciĆ³n de metales.

Una tecnologƭa que ha sido utilizada en pequeƱas faenas en Estados Unidos, CanadƔ, Indonesia y Australia, y que otras mineras a nivel local ya estƔn evaluando para replicar en el norte, donde la escasez de agua, fundamental para sus principales procesos productivos, se ha transformado en un gran problema.

Hasta ahora, la principal opciĆ³n para enfrentar la falta del recurso ha sido desalar el agua de mar, pero se trata de una soluciĆ³n cara. A la inversiĆ³n inicial de la construcciĆ³n de las instalaciones, hay que sumar los costos de energĆ­a necesarios para operar la planta y bombear el agua hasta las faenas.

Estos fĆ”cilmente bordean los US$ 2 por metro cĆŗbico de agua transportada, explica Juan Carlos Guajardo, del Centro de Estudios del Cobre y la MinerĆ­a, Cesco. La desalaciĆ³n puede variar entre US$ 50 millones, si la planta estĆ” a orilla de mar, y US$ 1.000 millones, si el agua hay que enviarla a la cordillera.

En Esperanza explican que la diferencia entre su modelo y el de desalaciĆ³n es que el segundo requiere mĆ”s consumo de energĆ­a, variable que representa el 95% del costo del proyecto.

Utilizar agua salada tiene un costo de US$ 1,2 por metro cĆŗbico, versus los US$ 2,2 de una planta desaladora, detallan.

“Si comparamos el proyecto de Minera Esperanza con otro de similar producciĆ³n que incluya la utilizaciĆ³n de agua desalinizada, la alternativa nuestra permitiĆ³ disminuir la inversiĆ³n en US$ 700 millones y el costo de operaciĆ³n en US$33 millones al aƱo”, dice CristiĆ”n Puga, gerente de Asuntos Externos de Esperanza.

Explica que construir una planta desaladora habrĆ­a significado gastar US$ 1.100 millones; en cambio, implementar el sistema de agua cruda costĆ³ a la minera US$ 377 millones.

EL INTERES MINERO

Paralelamente, actores de la industria minera estƔn mirando el modelo de Esperanza. Es el caso de la canadiense Teck Cominco. David Baril, vicepresidente de operaciones de cobre de la firma, reconoce que estƔn evaluando ese camino.

“Estamos estudiando el uso de agua de mar salada en Relincho y Quebrada Blanca. En esta Ćŗltima no tenemos otra opciĆ³n, tiene que usarse el agua de mar, porque no hay suficiente agua arriba.

Estamos hablando de un ducto de 190 kilĆ³metros, porque se necesitan cerca de 1.000 litros por segundo, de acuerdo con los datos de prefactibilidad. En el caso de Relincho la situaciĆ³n es igual. Estamos evaluando eso ahora”, adelanta.

La tecnologƭa aplicada por los Luksic tambiƩn estƔ siendo considerada por otras compaƱƭas, aunque muchas de ellas estƔn en una fase preliminar de anƔlisis.

John Mackenzie, presidente ejecutivo de Anglo American, firma que posee el 44% de Collahuasi, sostuvo la semana pasada, en el encuentro anual de la minerĆ­a, que “nuestro primer objetivo es maximizar la eficiencia de agua que existe actualmente en la mina y tenemos algunas tecnologĆ­as que van a mejorar la eficiencia”.

Otras fuentes de la minera reconocen que hoy estƔn en curso estudios tendientes a evaluar la conveniencia de usar agua de mar, sea esta salada o sin desalar.

A su turno Barrick, que impulsa los proyectos Pascua Lama y Cerro Casale, tambiĆ©n trabaja en opciones de abastecimiento de agua de mar para sus operaciones. “Barrick evalĆŗa permanentemente opciones de optimizar el uso racional de los recursos hĆ­dricos para sus proyectos y operaciones”, cuentan en la compaƱƭa.

La estatal Codelco, en tanto, tambiĆ©n ha pensado emplear ese sistema en los futuros proyectos. De hecho, cinco meses antes de la inauguraciĆ³n de Esperanza el presidente ejecutivo de la cuprera, Diego HernĆ”ndez, visitĆ³ la faena para conocer el sistema de abastecimiento hĆ­drico.

“Perfectamente podrĆ­amosn usar agua sin desalar en las futuras expansiones. Hay que ver cĆ³mo funciona en Esperanza. Lo estamos mirando”, agregan en la firma.

Hoy la disponibilidad de agua es uno de los desafƭos mƔs significativos para los US$ 50 mil millones en proyectos mineros que se planean en Chile al 2020.

“El agua, al igual que la electricidad, estĆ” empinĆ”ndose entre los Ć­temes mĆ”s importantes en la minerĆ­a. Por eso, el uso de agua de mar con sal abre espacios interesantes para que la industria minera resuelva el problema de escasez hĆ­drica”, apunta Guajardo.

SegĆŗn cifras de Cochilco, el consumo de agua para la producciĆ³n total de cobre en Chile, entre 2009 y 2020, aumentarĆ” en 45%. A 2017, la II RegiĆ³n representarĆ” el 20% de esa demanda. El problema es la escasez del recurso en fuentes subterrĆ”neas.

Las innovaciones que se estĆ”n desarrollando en Chile tambiĆ©n estĆ”n siendo observadas en paĆ­ses con condiciones similares, como PerĆŗ. Esto, luego de que el proyecto minero TĆ­a MarĆ­a, en la provincia arequipeƱa de Islay, fuera declarado inadmisible ambientalmente, entre otras cosas por la oposiciĆ³n de las comunidades a que el proyecto usara agua de humedales.

LAS VARIABLES A CONSIDERAR

El sistema implementado por Esperanza no es una soluciĆ³n viable para todos los yacimientos. “Hay que evaluar caso a caso. Usar agua cruda o desalada dependerĆ” de factores tĆ©cnicos, como el mineral a procesar.

Puede haber diferencias en producciĆ³n de cobre, costos de operaciĆ³n y mantenimiento, e impedimentos tĆ©cnicos y ambientales que podrĆ­an hacer que el uso de agua salada sea menos atractiva”, afirma Raymond Philippe, director de Agua de la empresa de ingenierĆ­a Hatch. El agua de mar salada no sirve para todo tipo de mineral, advierte. “Puede presentar algunos problemas en la recuperaciĆ³n del molibdeno”, aƱade.

Otra complicaciĆ³n es el desgaste de los equipos. “Hay efectos de corrosiĆ³n. Son equipos mucho mĆ”s caros, ya que si una concentradora convencional puede emplear materiales como el acero o el carbono, al aƱadir las altas concentraciones de cloruro del agua de mar al sistema, hay que emplear materiales mĆ”s complejos”, comenta el experto.

Algunas mineras estĆ”n evaluando esta dificultad y creen que para operaciones en funcionamiento no serĆ­a viable, pero sĆ­ para nuevos proyectos o expansiones. La ubicaciĆ³n de las faenas tambiĆ©n es relevante.

Una operaciĆ³n muy distante del mar y a mucha altura encarece el costo y en Chile casi todas las faenas estĆ”n sobre los 3.000 metros de altitud. AdemĆ”s, hay aspectos ambientales que deben ser evaluados, como la necesidad de descargar agua al mar, en el caso de una desaladora y eventuales problemas de contaminaciĆ³n por infiltraciĆ³n o derrame si se usa agua.