Un estudio del Ministerio de Salud del año 2011, reveló algo que todos sabían: la alta incidencia de esta enfermedad en la Segunda Región. Sin embargo, el ranking que aún no se conocía apunta a las ciudades que lideran las cifras negras: Antofagasta, Calama y Tocopilla. El despedido seremi de Salud de la zona acusa intentos por ocultar esta información desagregada para soslayar la responsabilidad de las empresas contaminantes. Los habitantes exigen mayor fiscalización y transparencia. Se cansaron del arsénico, el plomo y el costo de ser la capital minera.
Fuente: El Mostrador, publicado el 10/nov/2011
Sentada al teléfono, en el living de su casa, Mirna Molina (77) sonríe porque tiene suerte. Vive sola en calle San Martín, en el centro de Tocopilla. El año 1980 una de sus hijas que estudiaba en Santiago murió atropellada por una micro. Enviudó hace 16 años, cuando el corazón de su compañero dejó de latir y a ella, el año 2005, le detectaron un avanzado cáncer al colon. A pesar de todo, Mirna sonríe.
“Tengo suerte de estar viva “, dice. Dos de sus conocidas –profesoras, igual que ella–, no tuvieron el mismo final. “Una murió de cáncer de mamas y otra de cáncer al útero”, cuenta desde la comuna que habita desde el año 1958; una bestia negra que se ha transformado en una de las zonas más contaminadas de Chile.
Desde su diagnóstico, Mirna concurre periódicamente a ADAE, una organización que nació hace 10 años para ayudar económicamente a los enfermos de cáncer de la comuna. Reciben apoyo de la Municipalidad y también de tocopillanos organizados que viven en la ciudad de Norrköping, en Suecia.
En Tocopilla todos saben que el cáncer ronda como si fuera aire
Hace dos semanas se dio a conocer en forma general el Registro Poblacional de Cáncer, una recopilación de información realizada por la Seremi de Salud de la Segunda Región, que abarca el quinquenio 2003-2007 y que establece que de 5.884 casos analizados (52,6% de hombres y 47,3 de mujeres), las defunciones llegaron a 3.459 casos (58,1% hombres y 41,9% mujeres).
En el contexto de una población con 100 mil habitantes, éste era el panorama hace cuatro años: la tasa de mortalidad por cáncer era de 134,9 en todo Chile; en Antofagasta, era de 136,9.
Hace cuatro años en todo Chile la tasa de mortalidad por cáncer era de 134,9; en Antofagasta, era de 136,9. De ahí que la región dibuja una cruda microrealidad: si en Chile la mayoría muere de enfermedades cardiovasculares, en Antofagasta la gente se muere de cáncer.
El gobierno dio a conocer sólo las cifras parciales, en medio de una polémica en la zona que incluso le costó la salida al seremi de Salud, Marcos Madrigal (RN), quien acusó presiones para no dar a conocer las cifras, que otra vez golpean a la zona.
El Mostrador tuvo acceso a las conclusiones por comuna y del total de los casos en las nueve comunas de la Segunda Región, la mayor cantidad corresponden a Antofagasta (1.796 casos), Calama (447), Tocopilla (179), Tal Tal (46), Mejillones (37), María Elena (27), San Pedro de Atacama (10), Sierra Gorda (4). Las cifras son aún más impactantes si se lleva a una tasa cruda; es decir, si el parámetro se establece por 100 mil habitantes. (Ver documento adjunto).
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A pesar que entre las cifras aparece el cáncer de colon, hígado, esófago, se dispara a casi el doble el cáncer de traquea, bronquios y pulmones. De esta forma, la región supera no sólo el promedio respecto a este tipo de afecciones a nivel nacional, sino que también dibuja una microrealidad: si en Chile la mayoría muere de enfermedades cardiovasculares, en Antofagasta la gente se muere de cáncer.
Polémica salida
El último estudio sobre cáncer hizo hervir a la Segunda Región. “Al doctor Madrigal se le solicitó su renuncia al cargo por haber tenido una conducta impropia como funcionario del Ministerio de Salud. Mientras realizaba una pasantía en una universidad en España, el ex titular vertió expresiones homofóbicas en contra de un profesional que estaba en el mismo curso, lo cual fue motivo de una queja formal ante las autoridades del Ministerio de Salud”, señaló un comunicado oficial del Minsal. Sin embargo, Madrigal dice que todo se debió a su insistencia en dar a conocer estas cifras a la comunidad.
Según cuenta, todo comenzó después de conocer el registro. “Nos encontramos con que superaban la media nacional: de 130 muertes por 100 mil habitantes y vimos que en algunas zonas triplica o duplica esa media nacional. Por cautela llamé al ministerio para saber cómo manejar la información con la prensa porque ya había una actividad programada para dar a conocer las estadísticas y desde Santiago me sugirieron que suspendiera la actividad”.
“Por cautela llamé al ministerio para saber cómo manejar la información con la prensa porque ya había una actividad programada para dar a conocer las estadísticas y desde Santiago me sugirieron que suspendiera la actividad”, dice el ex seremi Madrigal, quien dice que el tema le costó el cargo.
Sin embargo, sin prensa, se dio a conocer el informe parcial a la comunidad científica. “Pero lo importante es conocer la realidad por comunas, es ahí donde uno puede sacar conclusiones respecto a las causas y claramente puede tener relación con la contaminación en la zona”, señala Madrigal, quien revela que fue el propio subsecretario de Salud, Jorge Díaz, quien días después le pidió la renuncia en una reunión en su oficina en Santiago. “Me dijo que ya no contaban con mi confianza y que yo había dado a conocer un tema muy delicado, sensible”.
Según Jaime Verdugo, jefe de la unidad de cáncer del Ministerio de Salud, el estudio parcial se dio a conocer en tres oportunidades a la comunidad, públicamente y la razón para dejar las cifras comunales para fin de año responde exclusivamente a una cuestión metodológica: “Hay varias formas de comparar los números de incidencia. Cuando se llevan los datos a niveles pequeños no sirve una comparación a nivel mundial –forma en que están expresadas las cifras comunales– no necesariamente es lo más correcto. Para analizar dentro hay que ajustar con la población local y eso es lo que se está trabajando”, señala Verdugo.
Madrigal acusa que el problema es otro e incluye una serie de intereses económicos y políticos. “El intendente fue el principal responsable de mi salida”, dice refiriéndose a Álvaro Fernández Slater, quien antes de ser nombrado autoridad local, el 9 de marzo del año pasado, se había desempeñado como gerente general de la Empresa Portuaria Antofagasta (EPA), que se vio afectada por una resolución ambiental de julio de 2010 que ponía una mayor regulación al transporte de concentrados de minerales que podían resultar perjudiciales para la salud de la población; específicamente plomo. “Él fue gerente de una de las empresas más importantes de la zona, por lo tanto el puerto maneja mucha mercadería y está muy relacionada con la industria minera en la zona”, cierra Madrigal.
Mala costumbre
Si hay alguien que no se sorprende del nivel de cáncer en la región es el doctor Carlos Guerra Correa, director del Centro Regional de Estudios y Educación Ambiental (CREA) de la Universidad de Antofagasta. “Nosotros hemos pagado las consecuencias de ser la capital de la minería”, dice.
Esta foto fue tomada por Carlos Guerra Correa el año 2002. En ella se puede ver cómo el material particulado se mantiene en la atmósfera de la ciudad, sin dispersarse. “Este es el típico comportamiento del material particulado y los gases de emisiones de industrias como las que se encuentran en Tocopilla hasta el día de hoy”.
Esta foto fue tomada por Carlos Guerra Correa el año 2002. En ella se puede ver cómo el material particulado se mantiene en la atmósfera de la ciudad, sin dispersarse. “Este es el típico comportamiento del material particulado y los gases de emisiones de industrias como las que se encuentran en Tocopilla hasta el día de hoy”.
No sólo sus estudios, sino también a lo largo de su vida como habitante de Antofagasta ya sabe de dónde provienen las fuentes contaminantes que eventualmente podrían afectar la salud de la población. “También tenemos contaminación producto de las termoeléctricas que procesan carbón, altamente tóxico. En algunos casos a las empresas se les autorizó enterrar las cenizas; pero en otros lugares, como Tocopilla, se autorizó tener las cenizas a la orilla del mar; es un atentado brutal contra los habitantes de Tocopilla”, dice el investigador. Según él, también han causado daño las cenizas del Petcoke que contienen Vanadio y Niquel, entre otros metales pesados.
“Los cargamentos de Bolivia también han tenido una responsabilidad histórica. El mineral, proveniente de Bolivia o de las empresas nacionales, venía por ferrocarril y se cargaba a granel concentrado de cobre y una serie de minerales, entre ellos plomo. El plomo contaminó gran parte de esta ciudad y tuvimos playas con arenas con contenidos de plomo que no los tolera ninguna legislación. Mucha gente ha estado expuesta a plomo”, cuenta Guerra. A esto se suman los hidrocarburos: “Asociados a esto están los terminales marítimos que trasvasijan a los estanques para ser enviados a las mineras. Eso siempre ha tenido deficiencias y ha generado filtraciones que han contaminado a la población…El año 2003 Esso debió cerrar su planta ubicada en el sector llamado Las Petroleras, por este motivo”, suma datos Guerra.
Según cuenta Guerra, en el sector centro norte de la ciudad, en la arena, encontraron restos de hidrocarburos. “Dentro de estas sustancias están los policíclicos aromáticos y de esos, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) ha decretado que 16 de esos son los más peligrosos porque son cancerígenos. Acá se han descargado históricamente”.
En Antofagasta aún no olvidan el episodio ocurrido con el buque con bandera china Eider. El año 2005 éste derramó 120 mil litros de petróleo en las costas de la ciudad y desató una grave emergencia ambiental.
El diputado Marcos Espinoza, quien solicitará que se investigue la eventual protección de intereses sobre empresas contaminantes, señaló que “históricamente la región ha presentado una tasa de mortalidad producto del cáncer muy superior a la del resto del país, sin embargo, me parece grave que en virtud de nuevos antecedentes donde sabemos –por estudios anteriores– que el arsénico y el plomo son causantes de la enfermedad, se quiera proteger a empresas que claramente utilizan estos contaminantes. Es aberrante si los intereses económicos están por sobre la salud de las personas”.
En la región funcionan compañías como la Empresa Portuaria de Antofagasta; Altonorte, una fundición de cobre de Xstrata Cooper (la misma empresa responsable del proyecto hidroeléctrico Río Cuervo en la Patagonia). En Tocopilla están las termoeléctricas E-CL y Norgener.
También se encuentran las plantas de salitre Soquimich y la refinadora de cobre Lipesed. También, en Mejillones, se encuentra Molynor –mayor procesadora mundial de molibdeno– en cuyo directorio se encuentra Carlos Hurtado Ruiz-Tagle, ex ministro de Patricio Aylwin.
“El viento levanta las tortas de cenizas, en el borde norte de Tocopilla –provenientes de los distintos tipos de carbón utilizado por las termoeléctricas– y las arrastra hacia la ciudad”, dice el doctor en Biología Carlos Guerra Correa.
“El viento levanta las tortas de cenizas, en el borde norte de Tocopilla –provenientes de los distintos tipos de carbón utilizado por las termoeléctricas– y las arrastra hacia la ciudad”, dice el doctor en Biología Carlos Guerra Correa.
“Sabemos cuán expuestos están los tocopillanos a emisiones contaminantes. No olvidemos que E-CL aporta el 56% de las emisiones de material particulado y Norgener el 38,9%, o sea casi un 100%, por eso estamos tan preocupados, si al final esta cosa es una bomba de tiempo para quien no tiene la enfermedad”, dijo Espinoza.
Maritza Pino, presidenta de la Unión Comunal de Juntas de Vecinos de Tocopilla ya no quiere más excusas, sino respuestas. “Hace unos días, algunas autoridades nos dijeron que el cáncer que tenemos se debe a las empresas, pero también al agua que hemos consumido por años. Lo que queremos es ver los estudios, que nos digan de qué tipo de cáncer hablan, queremos ver los estudios y tener mayor transparencia. También le pedimos a las empresas que nos ayuden con especialistas, con tratamientos. Eso es lo que más necesitamos ahora”.