Cuando se habla de actividades mineras y de sus consiguientes impactos nocivos, se suele cometer el error de referirse solamente a La Paz, Oruro y Potosí, porque son tres departamentos mineros por tradición histórica. Sin embargo, los tentáculos de la contaminación minera se extienden por casi toda Bolivia, poniendo en riesgo al medio ambiente, los suelos, la salud humana… Una radiografía de lo preocupante del asunto en nuestro país es brindado por investigadores de la Liga de Defensa del Medio Ambiente (Lidema), en su documento titulado Estado ambiental de Bolivia 2007-2008.

Fuente: semanario La Prensa

26/10/2009. En éste, el biólogo Marco Octavio Ribera Arismendi manifiesta que la minería afecta el ambiente en todas sus etapas, sea en la exploración, en la explotación, en las industrias procesadoras y concentradoras, etcétera. Y esto es una bomba de tiempo si se toma en cuenta que “las actividades mineras (…) son escasamente fiscalizadas” en el territorio nacional. “Por otra parte, los costos para la fiscalización efectiva de varias empresas pequeñas son mucho mayores que para regular a pocas industrias grandes, lo cual dificulta la labor del Estado”. Una limitación a la cual se hallan atadas las autoridades del sector.

Ribera subraya que las regiones más golpeadas por este problema ambiental se hallan en la cuenca alta y media del río Pilcomayo y la cuenca del lago Poopó, en Oruro, daños relacionados “con la faja estañífera y polimetálica de las cordilleras orientales de Potosí”. Otra zona muy impactada, especialmente por deterioro de cuencas y ecosistemas, es la zona aurífera de Yungas bajos de Tipuani, Teoponte y Guanay en el departamento de La Paz. Y el área protegida más dañada y amenazada por la eventual explotación de oro y plata es la Reserva Nacional Eduardo Avaroa.

Sin duda, los residuos metálicos de años o décadas atrás permanecen como “recuerdo” de la extracción minera y son una amenaza latente. “La contaminación de agua y suelos por pasivos ambientales (colas, desmontes, escorias) es una de las principales causas de contaminación de ríos y suelos en las regiones circundantes a grandes centros de actividad minera, como la ciudad de Potosí, Pulacayo, Huanuni, Llallagua, Catavi, Siglo XX, Quechisla, Colquiri, Caracoles, Viloco, etc. Los contaminantes son arrastrados por el agua de lluvias a las cuencas interiores y el efecto de los fuertes vientos los dispersa hasta otras zonas del entorno”.

Y al parecer, no hay solución de por medio sin una fuerte inversión económica. Este experto sentencia en su diagnóstico que “los planes de remediación y descontaminación son desafortunadamente muy costosos y no sirven de mucho si los niveles de contaminación se mantienen invariables o aumentan, o si los diques de colas son sobrepasados en su capacidad de retención y colapsan”. Y el panorama se torna más preocupante por la reactivación y la expansión minera actual, con la proliferación de pequeñas empresas y cooperativas que difícilmente son fiscalizadas en su labor.

Por su parte, la investigadora Evelyn Taucer Monroy, en el mismo documento de Lidema, expone que los pasivos ambientales históricos afectan extensas superficies en el país, principalmente en Oruro, Potosí y La Paz, pero aquéllos se encuentran igual en Beni, Pando, Santa Cruz, Cochabamba, Chuquisaca y Tarija, “por la explotación a diferentes escalas del oro, piedras semipreciosas, áridos y no metálicos”. Entre ellos se hallan los desmontes, colas, agua de socavones abandonados, relaves, drenaje ácido de mina, bocaminas, etcétera.

Comenta: “No se conoce el número exacto de operaciones mineras en el país, principalmente de cooperativas, mineros chicos y operaciones de no metálicos. De acuerdo con las estimaciones del Ministerio de Minería y Metalurgia, existirían 25 operaciones de minería mediana a cargo de 11 empresas, 3.000 mineros chicos con 2.000 operaciones activas, 600 operaciones de cooperativas mineras y 1.000 de no metálicos”. Todas estas operaciones dejan su herencia contaminante. Taucer nombra los impactos negativos ambientales claves:

-Contaminación de aguas y suelos, debido al efecto de los pasivos ambientales generados históricamente, entre los que se tienen drenajes ácidos de mina y de roca, acumulaciones de desmontes, colas y escorias, que se dispersan por acción del viento y de las aguas, contaminando extensas regiones.

-Contaminación de aguas y suelos por actividades en curso de la minería a pequeña escala (cooperativas, mineros chicos), debido al mal manejo de residuos sólidos minero-metalúrgicos y de aguas utilizadas en los procesos, por otro lado debido a los residuos sólidos y líquidos generados en sus campamentos.

-Contaminación del aire por la emisión y dispersión de gases y polvos de plantas metalúrgicas.

-Inestabilidad de taludes por la explotación de yacimientos aluviales y extracción de áridos.

-Deforestación y cambio del paisaje debido a la habilitación de áreas para la explotación minera y sus campamentos y por la explotación misma de yacimientos primarios y secundarios.

-Destrucción de hábitat y fragmentación de ecosistemas por la explotación de yacimientos en áreas protegidas y sus áreas de influencia.

-Daños a la salud de la población dentro del área de influencia de la contaminación generada por la minería.

-Daños a otras actividades productivas, como la agricultura, dentro del área de influencia de la contaminación generada por la actividad minera.

Eso no es todo. Apoyándose en datos de la Unidad de Medio Ambiente del Ministerio de Minería y Metalurgia, Taucer revela que en el país se tienen nueve zonas afectadas por los impactos ambientales de la minería, expuestas en la infografía que acompaña a este artículo. “En la actualidad, las exigencias para la práctica de la minería incluyen considerar los impactos ambientales y socioambientales como componentes fundamentales de la competitividad. Sin embargo, la realidad muestra en Bolivia que, si bien se tienen avances, aún queda mucho por hacer, principalmente con el grupo mayoritario de mineros que corresponden a la pequeña minería”. Una cuenta pendiente que pone en riesgo a Bolivia en su conjunto.