El fondo marino es una reserva poco explotada con valiosos depósitos minerales. Pero, ¿cómo puede afectar la minería submarina a la vida en el océano? Para descubrirlo, nos acercamos a un barco de investigación en medio del Atlántico.

Fuente: Euronews
La industria minera está desarrollando tecnologías que permiten la extracción comercial de recursos del fondo marino a más de medio kilómetro de profundidad. El primer proyecto de este tipo está previsto para 2018. Y despierta mucha preocupación.

Ian, cuando hablamos de minería en las profundidades marinas, ¿qué estamos diciendo exactamente?

“Existe un número de depósitos en el fondo marino que se cree pueden ser explotados con fines comerciales”, explica Ian Stewart, jefe científico del proyecto Midas. “Son sobre todo metales, pero también fosfatos, y creemos que hidratos de metano, para energía. Hay mucho interés en este momento, mucha inversión en curso, y existen una serie de proyectos que darán pronto sus frutos”.

Pero se teme que la minería pueda dañar significativamente los frágiles hábitats del lecho marino. Resulta difícil tener la certeza, porque el ecosistema de la profundidad marina continúa siendo poco estudiado. Para saber más, esta bióloga marina investiga cómo los corales reaccionan a heridas asociadas a la minería.

“Hemos herido a este grupo de corales mecánicamente, lo que causa importantes daños a la colonia”, comenta Inês Martins. “El otro grupo de corales ha sido intoxicado con cobre. La concentración de metal no es letal, pero sí suficiente para provocar estrés fisiológico en este organismo”.

Los corales dañados, junto a un grupo de control intacto, son trasladados a una cubierta del barco de investigación, y atados cuidadosamente a estructuras especiales, que serán colocadas en el suelo oceánico.

“Esta investigación es crucial, pues los corales son la base del ecosistema de la profundidad marina”, subraya el biólogo marino Antonio Godinho. “Necesitamos entender cómo les afectará, porque el resto del ecosistema depende de ellos”.

Para esta prueba, el barco de investigación Pelagia está fondeado sobre una montaña submarina cerca del archipiélago de las Azores. Los ejemplares de coral son depositados a más de 200 metros de profundidad, en varios lugares. Todo el proceso es controlado a través de imágenes captadas por un vehículo submarino operado por control remoto.

“En este experimento monitorizamos el desarrollo de los corales”, cuenta Paul Bond, piloto técnico de Subsea Vision. “Una vez que son depositados verticalmente cortamos las cuerdas y nos aseguramos de que todo esté despejado. Se toma nota de su posición en el lecho marino para poder encontrarlos cuando se quiera recuperarlos, en meses o años”.

Este experimento forma parte del “proyecto de investigación europeo Midas”: http://www.eu-midas.net . Con un coste de 9 millones de euros, Midas está cofinanciado por la Comisión Europea y cuenta con 32 socios. Comenzó en noviembre de 2013, con una duración prevista de tres años. Esta prueba debería revelar de forma precisa cómo responden los corales a los daños mecánicos y químicos en su entorno habitual. Estos datos científicos resultan necesarios para mejorar las regulaciones internacionales de minería submarina y poder limitar así el impacto medioambiental.

“Los científicos siempre quieren más datos, es por lo que estamos aquí en este barco”, afirma Ian Stewart. “Lo que realmente necesitamos comprender mejor son los procesos e interacciones en las profundidades marinas, cómo responderían a las actividades mineras. Aún necesitamos mucha más investigación en este tema. Sin ella, es muy difícil predecir con precisión cuáles podrían ser sus efectos”.

Según Richard Steiner profesor universitario en Alaska, biólogo conservacionista, y consultor de Oasis Earth , las profundidades marinas constituyen el mayor y menos conocido hábitat de la tierra. Es territorio de oscuridad, presión extrema, bajas temperaturas, alta biodiversidad – con millones de especies aún no identificadas -, lentos ritmos de crecimiento y reproducción, y poca resistencia a la manipulación. Por lo que el creciente interés de la industria en este campo, unido a la falta de protección de enormes áreas podrían provocar un riesgo medioambiental irreversible. Entre otras amenazas, Steiner cita la degradación del hábitat del lecho marino de grandes superficies oceánicas, la extinción de especies, la creación de residuos tóxicos tanto en las profundidades marinas como en la superficie, ruidos submarinos o vertidos de combustible durante el transporte.