Las perforaciones en busca de oro en la mina canadiense Timmins a 2,4 kilómetros de profundidad, desvelan una reserva de agua líquida que no veía la luz desde hace unos 2.000 millones de años. Es extremadamente salada, gaseosa y podría albergar vida.

 

Fuente: Eco Diario

Según apunta EsMateria.es, las entrañas de la Tierra son el libro en el que está escrita la historia del planeta página a página, o mejor, capa a capa. El libro no se puede abrir, así que hay que adentrarse en él como la carcoma, royendo el camino hasta las páginas más jugosas donde se cuenta cómo era el primer ancestro del ser humano, dónde apareció la vida por primera vez, cómo se formó el planeta?

Hasta ahora, la carcoma humana no ha encontrado todas las respuestas a esas preguntas, pero sí ha desvelado suficientes datos como para desacreditar creencias como que la Tierra tenga unos 10.000 años (tiene 4.500 millones) o que el Homo sapiens tenga apenas unos cuantos miles de años de antigüedad. Su primer ancestro, un microbio, vivió hace unos 3.500 millones de años y los primeros miembros de su género, hace unos 2,5 millones.

Ahora, un equipo de científicos ha llegado a una nueva página de la historia de la Tierra que yacía a una profundidad de 2,6 kilómetros bajo la superficie, o, lo que es lo mismo, se remonta a cuando el planeta apenas había alcanzado la mitad de su edad y ya tenía vida.

Atrapada entre rocas

Desde esas profundidades del tiempo, un equipo de geólogos ha extraído el agua líquida más vieja que se ha hallado nunca. El líquido tiene entre 1.500 y 2.600 millones de años y brota de una bolsa que quedó atrapada entre rocas, posiblemente debido a actividad volcánica en el fondo de un mar primitivo.

La simple existencia de este “oasis oculto” en las profundidades del planeta podría ser clave para entender hasta dónde llega la vida en la Tierra y especular si hay escondrijos similares en otros planetas.

“Hemos descubierto el agua corriente más antigua tanto de la corteza terrestre como de todo el planeta”, explica a Materia Chris Ballentine, investigador de la Universidad de Manchester y coautor del estudio que publica hoy Nature sobre el hallazgo.

El agua brota en una mina de oro en Timmins, Canadá, una de las explotaciones mineras más profundas del mundo. La minería ha atravesado millones de años de rocas y, de forma accidental, ha desvelado una bolsa de la que borbotea agua a unos dos litros por minuto. A simple vista no se diferencia mucho del agua que sale del grifo, pero es muy diferente. Procede de un océano primitivo y por eso es extremadamente salada (técnicamente se la denomina salmuera) y está llena de burbujas de hidrógeno, metano y helio.

Agua en Marte

En 2006, miembros de este equipo describieron la que hasta hoy había sido el agua líquida más vieja de la Tierra. Brotaba a 2.800 metros de profundidad en una mina de Suráfrica y tenía unos 25 millones de años, según el estudio.

“El agua de Suráfrica fue particularmente importante porque tenía la misma composición gaseosa de hidrógeno y metano que la de Canadá y albergaba una comunidad de microbios muy especial que había evolucionado en aislamiento alimentándose de esos gases”, señala Ballentine. La gran pregunta ahora es si el agua de Canadá, hasta 100 veces más antigua, también es un refugio de vida primitiva.

“Durante las primeras etapas del desarrollo de la Tierra, este tipo de ecosistemas podrían haber protegido formas de vida primitivas de los cataclismos que azotaban la superficie”, explica Ballentine.

Esas comunidades podrían haber resurgido después a la superficie o haberse mantenido aisladas pero vivas durante miles de miles de millones de años. Esto no solo es importante para entender hasta qué rincones insospechados llega la vida en la Tierra, sino también para encontrarla en otros planetas.

Las rocas horadadas en Timmins “son de una edad y composición similar a la corteza de Marte”, explica Barbara Sherwood, investigadora de la Universidad de Toronto y coautora del trabajo. “Si hemos encontrado estas aguas en Canadá tenemos toda la razón para esperar que estas aguas subterráneas y ricas en compuestos energéticos existan también en Marte”, resalta.

A falta de un año

Pero por ahora el equipo no ha encontrado vida en las aguas de Canadá. “El análisis microbiológico tardará un año más”, señala Sherwood. Hasta entonces, el valor del estudio en Nature es sobre todo “técnico” y “lo siguiente será buscar fluidos en rocas más antiguas” opina Ricardo Amils, investigador del Centro de Astrobiología, en Madrid.

“El trabajo intenta validar los nuevos métodos de datación que se han usado [ver despiece], y que tendrán que ser escrutados por otros científicos, pero sus implicaciones están aún por ver”, añade el investigador, cuyo equipo rescató recientemente la comunidad bacteriana más profunda hallada en España, a 600 metros bajo tierra.

El estudio llega meses después de que EEUU y Rusia se hayan disputado el descubrimiento de ecosistemas aislados durante decenas de millones de años la Antártida. Allí buscan vida en lagos de agua líquida de decenas de millones de años que están sepultados bajo el hielo.

Estos lugares son un laboratorio para investigar si puede haber vida en los polos de Marte así como en Europa, la luna helada de Júpiter o Encédalo, un satélite de Saturno.

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