En el vasto Océano Pacífico, el poderoso atún rojo ha llevado la contaminación radiactiva provocada por la planta nuclear de Japón hasta las costas de Estados Unidos a 6,000 kilómetros de distancia, en lo que se ha reconocido como la primera vez que un enorme pez migratorio lleva la radiactividad a esa distancia. Esta especie migratoria es capaz de absorber y desechar, a través del metabolismo, la contaminación radioactiva.
Fuente: La Opinión
28/05/2012. “Estábamos francamente alarmados”, dijo Nicholas Fisher, uno de los investigadores que informaron los resultados hoy en línea en las actas de la Academia Nacional de Ciencias.
Los niveles de Cesio radiactivo fueron 10 veces mayores que la cantidad medida en el atún de la costa de California en años anteriores. Pero aún así, están todavía muy por debajo de los límites seguros para el consumo establecidos por los gobiernos estadounidense y japonés.
Anteriormente, los peces pequeños y el plancton presentaron niveles elevados de radiación en aguas japonesas después del terremoto de magnitud 9 de marzo de 2011, mismo que provocó un tsunami que dañó gravemente los reactores de Fukushima Dai-ichi.
Pero los científicos no esperaban que la lluvia radiactiva se quedara en un pescado enorme que navega por el mundo, ya que estos peces pueden metabolizar y desechar sustancias radiactivas.
Uno de los peces más grandes y más rápidos, el atún aleta azul del Pacífico, puede crecer hasta 10 pies y pesar más de 1,000 libras. Desovan en las costas de Japón y nadan al este a una velocidad vertiginosa por las aguas de California y la punta de Baja California, México.
Cinco meses después de la catástrofe de Fukushima, Fisher y un equipo de investigadores de la Universidad Stony Brook en Nueva York decidieron poner a prueba al aleta azul del Pacífico capturado en la costa de San Diego. Para su sorpresa, las muestras de tejidos de los 15 atunes capturados contenían niveles de dos sustancias radiactivas (Ceisum-134 y Cesio-137) más altos que en años anteriores.
Para descartar la posibilidad de que la radiación fuera llevada por las corrientes oceánicas o depositadas en el mar a través de la atmósfera, el equipo analizó también el atún aleta amarilla, que se encuentra en el Pacífico oriental, y el atún rojo que migró hacia el sur de California antes de la crisis nuclear. No encontraron rastro Cesio-134 y los niveles de Cesio-137 eran muy bajos, restos de pruebas nucleares realizadas en la década de los 60s.
Los resultados “son inequívocos. Fukushima fue la fuente”, dijo Ken Buesseler de la Institución Oceanográfica Woods Hole, quien no participó en la investigación.
El atún rojo absorbe el Cesio radiactivo al nadar en aguas contaminadas y alimentarse de presas contaminadas, como calamares, dijeron los científicos. A medida que los depredadores se mueven hacia el este, derraman parte de la radiación a través del metabolismo y conforme crecen. Aun así, no pudieron eliminar por completo la contaminación de su sistema.
“Es un gran océano. Nadar a través de él y mantener estos radionúclidos es algo bastante asombroso”, afirmó Fisher.
El atún aleta azul del Pacífico es muy apreciado en Japón, donde una rebanada delgada de su tierna carne roja para preparar sushi puede costar $24 por pieza en los mejores restaurantes de Tokio. Japón consume el 80% del atún del Pacífico y el Atlántico en el mundo.
La verdadera prueba de cómo la radiactividad afecta a las poblaciones de atún se realizará este verano, cuando los investigadores planean repetir el estudio con un mayor número de muestras. El atún rojo que viajó el año pasado estuvo expuesto a la radiación durante un mes aproximadamente. Los próximos viajeros han estado nadando en las aguas radiactivas por un período más largo. Cómo ello afectará las concentraciones de contaminación, aún está por verse.
Ahora que los científicos saben que el atún rojo puede transportar la radiación, también seguirán los movimientos de otras especies migratorias como tortugas marinas, tiburones y aves marinas.