Imaginemos por un momento que ni en San Juan, ni en La Rioja, ni en Catamarca se estuviera sacando oro, explotando montañas, cianurizando la tierra y tomando agua de deshielo. Supongamos que la megaminera canadiense Barrick Gold no estuviera operando en la Cordillera de los Andes para llevar -como en la época de la colonia- con prisa todos los metales preciosos que hay allí. ¿Qué duda tendrían los 72 senadores de la Nación de votar a favor de la protección permanente de los glaciares?
Por Nacho Rodríguez publicado en Diario Uno
26/09/2010. Seguramente ninguna. Pero el interés por el oro se ha metido con mucha fuerza en este debate y está haciendo peligrar realmente una norma fundamental para la preservación de la más grande riqueza que tiene la Argentina y que hoy está en alerta máxima: el agua dulce y pura. Los glaciares son cuerpos de hielo que tienen suprema importancia como reservas estratégicas de agua dulce pero hay algo que es tan o más importante que eso: son naturales y muy confiables indicadores del cambio climático.
A los que no nacieron en zona de cordillera les cuesta entender algunas cosas y no sé si el tiempo que se han tomado para estudiar el asunto alcanzará para que un senador de Formosa, del Chaco o de Córdoba entienda la verdadera dimensión de la cosa y no pueda ser víctima de la puesta en escena de varios actores políticos y unos cuantos empresarios extranjeros para que dejen caer una norma clave para nuestra riqueza hídrica. La Argentina de norte a sur tiene unos 3.700 kilómetros y en todos ellos hay riqueza glaciar sobre la Cordillera de los Andes.
Sólo un tercio de los mandatarios que tienen glaciares en sus provincias dejaron claro su rechazo a la ley de protección de glaciares. José Luis Gioja de San Juan, Walter Barrionuevo de Jujuy y Luis Beder Herrera de La Rioja se animaron a defender la megaminería aurífera ante la comisión de Ambiente del Senado. Eduardo Brizuela del Moral de Catamarca no fue pero se sabe que le gusta el oro. Fabiana Ríos de Tierra del Fuego y Mario das Neves de Chubut se manifestaron explícitamente a favor de los glaciares. Juan Manuel Urtubey de Salta, Daniel Peralta de Santa Cruz, Jorge Sapag de Neuquén, Miguel Saíz de Río Negro y Celso Jaque de Mendoza hicieron mutis por el foro lo cual es mucho mejor que oponerse a la ley de protección.
Es difícil entender que haya gobernadores que defiendan la minería que busca oro, se toma el agua de montaña y cuando la devuelve a su curso la contaminó con cianuro. Es poco creíble que esa defensa sea sólo por el pequeño puñado de puestos de trabajo que esa minería genera. Ninguna de las provincias que permitieron ese modelo de minería ha logrado erradicar la pobreza en sus distritos. ¡Ni por asomo!
La lucha ambiental por el agua no puede ser interpretada como un snobismo de las grandes capitales. Esto es grave y a la vez simple, estamos hablando de que el agua es vital e indispensable para estar vivo. En este punto se da una paradoja: los tres senadores nacionales por la Ciudad de Buenos Aires (en la otra punta del oeste cordillerano) adelantaron que votarán a favor de la preservación de los glaciares y de la zona periglacial.
Les confieso que tengo mucho miedo de que algunos senadores queden presos de otros intereses. Crucemos los dedos. Preferiría quizá hacer uso de la iniciativa popular prevista por el artículo 39 de la Constitución Nacional para que todos los argentinos decidamos que hacer con los glaciares. Este sí es un tema para plebiscitar. Está en juego nuestra soberanía. Los glaciares son únicos e irrepetibles. Yo no quiero que esa agua quede en manos de unos pocos empresarios a los que nada les interesa el futuro de la Argentina. ¿Vos? ¿Usted?