Lo afirmó la socióloga Maristella Svampa, quien destacó el rol de los ambientalistas que se oponen a la minería a cielo abierto. Presentó el libro “Minería transnacional, narrativas de desarrollo y resistencias sociales” donde equipos de investigación de las universidades de Buenos Aires, Córdoba, Catamarca y General Sarmiento, analizan los mecanismos y formas que adoptan las empresas transnacionales, el Estado nacional y provinciales para imponer el modelo de megaminería con uso de sustancias tóxicas.
Fuente: diario La mañana de Neuquén
Neuquén, Argentina – 07/09/09. La socióloga Maristella Svampa considera que la sociedad argentina está compuesta por universos cada vez más separados. Quizás por eso a fines de los años ‘90 se ocupó de investigar sobre los movimientos de desocupados y fábricas recuperadas para luego posar su aguda mirada en las consecuencias del modelo neoliberal impulsado por el ex presidente Carlos Menem. Ahora sus reflexiones se dirigen a la minería a cielo abierto, tema que, según Svampa, es muy poco conocido en la sociedad y que se expande “vertiginosamente” en varias provincias argentinas provocando la consecuente resistencia social.
Svampa estuvo el jueves en Neuquén donde presentó el libro “Minería transnacional, narrativas de desarrollo y resistencias sociales”, en la que con aportes de los equipos de investigación de las universidades nacionales de Buenos Aires, Córdoba, Catamarca y General Sarmiento, “analizan los mecanismos y formas que adoptan las empresas transnacionales, el Estado nacional y provinciales para imponer el modelo de megaminería con uso de sustancias tóxicas, en quince provincias de nuestro país”. Además en sus páginas reflejan las luchas y resistencias que se están desarrollando en contra de este modelo de saqueo y destrucción que reconfigura la geografía de la Argentina y plantear una verdadera discusión pública y académica sobre los niveles y sentidos que hoy recubren el término ‘desarrollo'”.
Argentina no es un país con fuerte tradición minera, sin embargo es el séptimo país del mundo en potencial minero.
En los años ‘90, bajo el gobierno de Carlos Menem, se fueron creando las condiciones para la expansión de grandes proyectos de minería a cielo abierto. Es cierto, la Argentina no es un país que tenga una tradición minera en el sentido en que no ha tenido una economía minera a gran escala, como sucede en otros países de la región como Chile, Perú y Bolivia. Pero, en los ‘90, en el marco de las privatizaciones de los hidrocarburos y del ajuste estructural que sufrieron gran parte de las sociedades latinoamericanas, también se modificaron los marcos regulatorios para favorecer al sector minero, asegurándose una alta tasa de rentabilidad y expansión de grandes capitales privados.
Años en que se reformaron las leyes mineras.
Durante el gobierno de Menen se sancionaron leyes de minería y el Código Minero. Tengamos en cuenta que en 1994 se provincializan los recursos naturales a raíz de la reforma constitucional, por lo tanto son las provincias las propietarias del subsuelo. Con la nueva Ley de minería, se autoexcluye el Estado Nacional y está obligado a licitar. Las nuevas leyes mineras acentuaron y favorecieron las condiciones o normativas jurídicas que favoreció el avance y expansión de la explotación privada.
Condiciones que cobraron visibilidad en los últimos años.
La Argentina es la séptima reserva mundial de minerales. Tengamos en cuenta que este tipo de minería que se está impulsando es muy diferente a la minería tradicional, no es la minería de socavón, no es la minería subterránea, sino la minería a cielo abierto.
¿Qué es la minería a cielo abierto?
Los minerales son cada vez recursos naturales más escasos y no renovables y, por ende, ya no se encuentran bajo la forma de vetas sino que están diseminados junto con otros minerales en la cordillera y precordillera lo que conlleva a utilizar tecnologías agresivas que devastan el medio ambiente. El proceso consiste en dinamitar montañas enteras y luego aplicar sustancias químicas altamente tóxicas para separar el metal. Proceso que requiere grandes cantidades de agua. Precisamente una de las críticas que se le hacen a la minería a cielo abierto no es sólo por las graves consecuencias socioambientales que deja sino también el uso de agua que en el mediano plazo conlleva consecuencias en términos de desertificación y que, además, entra en competencia con otras actividades como la agrícola que requieren del recurso agua.
¿Existe relación entre el modelo minero y el sojero, en cuanto a su expansión “irracional” y perjuicios al medio ambiente?
Ninguno de los dos modelos se discutieron ni hubo un debate social de las consecuencias que ambas significaban. Considero necesario abrir una discusión porque estamos hablando de supuestos modelos de desarrollo. Si bien ambos modelos son perjudiciales, el agrario tiene una capacidad de articulación mayor de actores. El modelo sojero articula pequeños, medianos y grandes productores. En cambio, el minero es un modelo que sintetiza por un lado la depredación económica o la expropiación económica y la depredación socioambiental. No tiene ninguna capacidad de integración de actores y es altamente excluyente en la medida en que se constituye en un enclave de exportación.
Un rol especial en este escenario lo ocupan las asociaciones ambientalistas que se están expresando y movilizando contra este tipo de proyectos.
Precisamente estos movimientos sociales o asociaciones ambientalistas colocaron el tema en la agenda pública y que no está siendo tratada por las autoridades. Estos movimientos tienen el derecho a decir “no” cuando se trata de proyectos de gran envergadura que perjudican a la población. Aproximadamente hay setenta asambleas socioambientales en el país diseminadas en quince provincias argentinas que le están diciendo “no” a este tipo de minería y esto no se conoce en el país.
En el libro se refieren a un modelo que lejos está de ser incluyente, lo que podemos relacionar con uno de sus trabajos sobre “La sociedad excluyente”.
Uno quisiera no seguir escribiendo sobre estas cuestiones. En el libro “La sociedad excluyente” hago un relato de una sociedad que va perdiendo cada vez más niveles de integración y generando nuevas formas de resistencia. Eso está ligado sobre todo a los efectos de la última dictadura militar y mayormente a la política de ajuste y privatización llevada a cabo en los años ‘90, lo que genericamente se llamó modelo neoliberal. Creo que ahora estamos asistiendo a otra fase, a una nueva inflexión del modelo neoliberal que implica la consolidación de un modelo centrado en la reprimarización de la economía y una extensión del modelo extractivo exportador, donde el modelo minero es una de sus facetas, una de sus figuras más extremas pero que involucra cuestiones que tienen que ver con el control de la tierra y el territorio o para decirlo en el lenguaje propio del discurso dominante el control de los recursos naturales.
Ésto es lo que está en juego hoy no sólo en Argentina sino en América Latina. Los recursos naturales no renovables son cada vez más escasos, las demandas de los países ricos hacia los países periféricos son cada vez mayores en términos de bienes primarios y bienes de consumo. Sin hacer una lectura conspirativa hay que reconocer que América Latina es muy rica en recursos renovables y no renovables. Lo que hoy está en el centro de la discusión son las explotaciones de esos recursos, quién los controla y por eso las resistencias ponen en el centro también la cuestión de la defensa de la tierra y del territorio.
¿Cuál es la postura del Gobierno, teniendo en cuenta el veto a la ley de protección de glaciares que impulsó la Presidenta?
El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, como la de su marido, plantea una clara continuidad en relación a la cuestión de los recursos naturales ya sea por el lado de los hidrocarburos como de la minería. Y no sólo una continuidad sino que reforzó el apoyo estatal al modelo minero en expansión en el 2004 cuando declaró estratégico el Plan Minero Nacional. Por otra parte, Cristina Kirchner vetó la ley de protección de los glaciares que impedía y obstaculizaba la expansión de la explotación petrolera y minera en las zonas donde hay glaciares. No olvidemos que la explotación minera sobre todo se asienta en la zona cordillera, precordillerana y montañosas.
Tanto el gobierno de Néstor Kirchner como el de Cristina Fernández se caracterizan por marcar algunos quiebres pero muchas continuidades y esas continuidades son muy claras en relación a algo tan estratégico como es la explotación de los recursos naturales.