Coahuayana, Michoacán, México – 28/10/08. Las y los habitantes de los pueblos Santa María Miramar, El Saucito, La Palmita, El Parotal y Achotán están sufriendo las consecuencias de las actividades de la empresa minera italo-argentina Ternium en su municipio al sur-occidente de México para explotar una mina de hierro. Los habitantes se oponen a toda actividad en la mina La Colomera por parte de esta empresa porque están observando cómo los trabajos de la minera provocan de manera acelerada la desaparición total del río El Saucito, así como de la selva y todos los seres vivos que ahí habitan y que según expresan “son parte de nosotros mismos como comunidades”. Por eso se resisten a la presencia de la empresa Ternium, “porque es un extraño en esta tierra y no le importa destruir la selva y el río”. Piden nuestro apoyo urgente porque según añaden: “En 10 años prácticamente seremos pueblos sin vida”.
Fuente: Salvalaselva.org
Apóyelos firmando una carta dirigida a las autoridades para que declaren una Zona de Conservación Ecológica Municipal. Encontrará un modelo de carta que se puede enviar automáticamente en:
http://www.salvalaselva.org/protestaktion.php?id=327
Desde los primeros meses de este año 2008 la empresa minera Ternium ha entrado al territorio del municipio Coahuayana con la intención de trabajar una mina de hierro en las inmediaciones de las áreas conocidas como El Saucito y el Cerro de la Aguja. La empresa Ternium, no ha notificado a las autoridades del municipio sobre los trabajos que planifican ni se conoce que cuenten con ningún tipo de permiso. La empresa ya ha ocasionado un gravísimo perjuicio a la zona del municipio de Coahuayana en lo que se refiere al proceso de captación, almacenaje y liberación del agua de lluvia que sostiene la vida de todo el municipio y de sus pueblos.
Todo esto sin contar con el grave daño que están sufriendo los animales salvajes y otra gran cantidad de plantas silvestres, muchas de ellas medicinales. El ecosistema que los pobladores locales están defiendiendo, constituye una zona de transición natural entre el ecosistema de la selva y el bosque de pino y encino y actúa como un mecanismo regulador de los ciclos del agua. Además, estos bosques contribuyen a equilibrar fenómenos climáticos globales como el efecto invernadero y el calentamiento global mediante la captación e inmovilización de dióxido de carbono lo cual es muy significativo en la medida que se trata de vegetación de acelerado crecimiento gracias al clima tropical. Estos bosques son el último refugio de especies animales en peligro de extinción que ya están sintiendo los efectos de este ecocidio: la nutria de río (Lontra longicaudis), los langostinos de agua dulce (Macrobrachium spp), los loros o pericos (Amazona finschi y oratrix) el venado cola blanca (Odocoileus virginianus), y el pavo de monte o “choncho” (Meleagris ocellata) el cual de hecho ya se consideraba extinto pero que aun se encuentra en ese lugar. Así pues, los impactos a este frágil e importante ecosistema resultan imposibles de medir.
Según denuncian los habitantes de la zona que en contacto directo con Salva la Selva, “la empresa ha ingresado al territorio a destruir la fuente de vida de las comunidades que son las montañas, la selva y el río de El Saucito. Árboles con mas de cien años de antigüedad; de cedro, rosamoradas, mojos, ceibas y muchas especies más, han sido derribados”. Dicen además que “con ello han causado derrumbes que han afectado nuestro río a donde han ido a parar miles de toneladas de lodo y piedras además de los aceites que utilizan las máquinas.”
Por estas razones, los habitantes tienen dos exigencias: que la zona Noroeste del territorio municipal de Coahuayana que va desde El Saucito y hasta el Cerro de la Aguja sea declarada como Zona de Conservación Ecológica Municipal, para que nunca mas ninguna empresa o persona pueda sentirse con derecho de venir a destruir los recursos naturales que se encuentran en esta selva y en el río. Y en segundo lugar que se cancele la concesión de empresa Ternium en municipio Coahuayana.
Por último, los habitantes señalan que “no queremos negociar, ni queremos el dinero ni los empleos que promete la empresa, porque no hay dinero ni empleo que pueda pagar la vida que acá se está destruyendo. Solo que se respete nuestro derecho de tener agua limpia y que se respete la dignidad del río y de la selva.” También señalan que la resistencia ha sido pacífica en todo momento y significativamente explican: “no nos oponemos al desarrollo de nuestro municipio siempre y cuando ese desarrollo no sea una amenaza para nuestro medio ambiente y los recursos naturales básicos como el agua”.
¡NO A LA MINA! ¡SI A LA VIDA!