Joe Lewis es uno de los terratenientes extranjeros más cuestionados del país. Tiene una mansión en el Lago Escondido, cuyos accesos cerró al público e incumple el fallo judicial que ordena abrirlo. Allí suele ir a descansar Macri.
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Fuente: Página/12
La explicación la dio Nicolás Van Ditmar, el administrador de Hidden Lake SA, la firma a cuyo nombre figuran las 12 mil hectáreas en las afueras de El Bolsón que encierran el Lago Escondido: “El Presidente es amigo de la familia Lewis desde hace más de once años y ha visitado la zona muchas veces, incluso antes de que fuera presidente y jefe de Gobierno de la Ciudad”. Van Ditmar es la mano de derecha de Joe Lewis desde hace 20 años. El magnate inglés lo contrató como capataz, lo sumó como socio de sus negocios en la zona y le confió la custodia de las tierras sobre las que cela hasta el punto de cerrar los caminos hacia el lago (que es público). Según señalan los vecinos de la zona, decide a quién se le abren las tranqueras y a quién no. Nadie puede precisar mejor cuántas veces Macri visitó ese paraíso apropiado, y en qué circunstancias. La última de ellas –que motivó esa confesión– fue el fin de semana del 30 de marzo del año pasado.
Para llegar hasta el territorio de Lewis, Macri utilizó ese día uno de los helicópteros de la flota de su amigo. Van Ditmar asegura que tuvo pagar. “El servicio cuesta 5 mil dólares la hora. Ese servicio que utilizó el Presidente se pagó y se facturó, pero no se facturó a Presidencia”, contó el capataz, aunque se cuidó de mencionar a nombre de quién se emitió la factura. La escena, como era de esperar, derivó en varios pedidos de rendición de cuentas: el FpV y otras fuerzas políticas le exigieron a la titular de la Oficina Anticorrupción, Laura Alonso, que se le abriera un expediente al Presidente por dádivas. Intentaban averiguar por qué Macri manejó como en su casa en la mansión de uno de los principales accionistas de Edenor y uno de los terratenientes extranjeros más cuestionados del país.
Algunas respuestas estaban a la vista y otras no tardarían en llegar. La primera fue a principios de 2016, cuando la ex vocera de Lewis, Dalina Pinacho –también militante del PRO– fue nombrada al frente de Radio Nacional Neuquén. La designación no hizo más que darle un gusto al magnate, que –según varios vecinos de El Bolsón y activistas que lo enfrentaron– tiene una gran obsesión por los medios de comunicación. Lewis tiene tres emisoras de FM (una transmite desde el Lago Escondido) y estuvo detrás de la fundación del diario Ruta 40.
El 1º de julio, mediante el decreto 820/16, Macri modificó la ley de tierras y borró de un plumazo los artículos que fijaban en mil hectáreas el límite que un extranjero podía poseer en el país. Lo mismo hizo con el artículo que prohibía que personas físicas o jurídicas extranjeras puedan “superar el treinta por ciento del porcentual asignado en el artículo precedente a la titularidad o posesión extranjera sobre tierras rurales”. “El decreto lo elaboró Lewis de puño y letra”, cuenta un legislador nacional que hace tiempo lo investiga. Van Ditmar tiene apenas el 1 por ciento de las acciones de Hidden Lake; Lewis posee el 99 restante. Antes de la sanción de la ley, en 2011, al magnate le alcanzaba el 1 por ciento de participación de su mano derecha para decir que las tierras de Lago Escondido eran también de un argentino.
Hubo más. Luego del tarifazo, el Gobierno les condonó a fines de este año a las empresas de electricidad los 11 mil millones de pesos de deuda que eléctricas mantenían con el Estado. De ese total, 1129 millones corresponden a Edenor, que controla Lewis asociado al empresario argentino Marcelo Mindlin. Lewis y Mindlin son socios en Pampa Energía SA, cuyo paquete accionario se divide entre Pampa F&F LLC, de Mindlin, y Lambex International Tavistock, de Lewis. Pampa Energía avanzó este año en el negocio energético y compró Petrobras Argentina en 897 millones de dólares. Parte del total de las acciones, un 11 por ciento, estaban en manos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses: también las compraron. El Estado vio a cambio 150 millones de dólares.
Self Lake Man
Joseph Lewis –Tío Joe, para los amigos– no tuvo la suerte de Macri: no nació rico. La biografía oficial dice que dejó la escuela a los 15 años para trabajar de mozo en la empresa de su padre, un delivery de comida de nombre Tavistock. Creció, heredó el negocio, lo vendió y apostó a la timba financiera. En ese camino fue socio de George Soros. Hoy tiene la sexta fortuna de Inglaterra, según la revista Forbes. Sus negocios dan la vuelta al mundo: tiene empresas de todos los rubros desde Argentina a Rusia. Al emporio le puso el mismo nombre que tenía el negocio de su padre: Tavistock Group. Pero lo suyo son los paisajes paradisíacos, donde no deja sin embargo de hacer negocios: tiene domicilio en Bahamas (tampoco le gusta pagar impuestos) y construyó un mega hospital con tecnología de punta a la vera del Lago Nona (Lake Nona Medical City), en Florida, EEUU. Como buen millonario, también es dueño de un equipo de fútbol, el Tottenham Hotspur, conocido en estas tierras porque allí jugaron entre otros Osvaldo Ardiles y Erik Lamela.
Llegó a la Argentina por primera vez en 1992, según le contó al periodista Gonzalo Sánchez, autor del libro La Patagonia Vendida. “Acá lo que sobra es tierra”, decía el por entonces presidente Carlos Saúl Menem, a medida que otros magnates del mundo como Benetton compraban tierras en el sur a precio vil. “Si algo se puede comprar, pues entonces cuál es el problema. En mi caso, yo compré lo que me dejaron comprar y aquí estamos todos”, le dijo Joe a Sánchez, el único periodista argentino que logró entrevistarlo y a quien le aseguró que compró las tierras de Lago Escondido en 1996. La empresa Hidden Lake fue fundada en ese intervalo, en 1994.
Una vez que hizo pie en el sur, Lewis no cesó en su búsqueda de negocios y en su contacto con dirigentes políticos Además de Macri, se sabe que por la mansión pasaron entre otros Daniel Scioli y los últimos tres gobernadores de Río Negro: Miguel Saiz (radical), Carlos Soria (PJ) y Alberto Weretilnek (PJ). El actual intendente del municipio, Bruno Pogliano, fue su contador personal, y destronó a su antecesor, Ricardo García, quien nunca fue tan permeable a los avances de Lewis.
El lago es mío, mío, mío
Doce hermanos eran los dueños de hecho de las 12 mil hectáreas en Lago Escondido que hoy son de Lewis. Eran tierras fiscales, que ocupaban desde siempre. Para que pudieran vender, el municipio les dio la titularidad. La transacción se hizo en 12 millones de dólares. En esas tierras hoy hay una mansión de diez mil metros, cancha de golf, de fútbol, caballos –se cuenta que Macri tiene los suyos–, una casa, un complejo de cabañas y un helipuerto. Tal fue la cantidad de materiales acopiados para montar semejante obra, que los Van Ditmar terminaron comprando un corralón en convocatoria de acreedores que hoy es uno de los más importantes de la Patagonia.
Mientras compraba voluntades de los vecinos ofreciendo torneos de fútbol y espectáculos para chicos, Lewis cercó su propiedad y cerró los accesos públicos al lago. Al día de hoy todavía se resiste a cumplir un fallo de la Corte provincial que le ordena levantarlos. El primero de mayo de este año, una caravana de vecinos y organizaciones sociales intentó cruzar por uno de ellos, a forma de protesta simbólica. La marcha la encabezaba la diputada nacional Silvia Horne. Lewis no estaba –suele pasar desde diciembre hasta marzo en la estancia–, pero se chocaron con un viejo conocido: Juan Carlos “El chaqueño” Martínez, ex candidato a intendente del PRO, mezclado entre los que impedían el paso. “Vamos a defender la propiedad privada con sangre si hace falta”, había dicho Van Ditmar dos años antes.
Informe: Matias Ferrari.