La mina La Alumbrera contamina 100 millones de litros de agua por día con cianuro y arsénico, la almacena en llamados diques de cola y desde allí el agua se va filtrando a las napas. Hay gente que perdió el trabajo metódico de varias generaciones, huertas, viñedos, nogales, higueras, las cabras sangran por la nariz, se ven zorros pelados, las bodegas de Cafayate ya no compran la uva.
Por Alicia Dujovne Ortiz Para LA NACION
La noticia, por una vez, es buena: Nicolas Sarkozy acaba de decirle que no al ambicioso proyecto de mina de oro a cielo abierto para la Guyana, que se proponía hacer añicos una hermosa montaña tropical llamada Kow, famosa por su biodiversidad y por sus caimanes gigantes. Ironías del destino, la importante y ahora despechada empresa minera que pensaba acabar con la montaña y con sus simpáticos animalitos responde al nombre de CBJ Caiman Iamgold. El ejemplo de un país como Francia, cuyo presidente no se cuenta entre mis mayores pasiones, pero cuyo movimiento ecologista tiene la fuerza suficiente como para oponerse a que se cambie la vida por el oro, es pan (francés) bendito para la Argentina que, en el terreno de la minería, cuenta con sus propios reptiles.
La noticia ha caído en el preciso instante en que me disponía a revisar diversos documentos enviados desde la Argentina. Gracias a los amigos que me mandan nutridos paquetes, encontrarme en este momento lejos de allá no me impide enterarme de que Canal 7 no ha creído necesario difundir el documental Jáchal, cuando ya nadie te nombre, de los jóvenes realizadores Silvina Cuman y Javier Orradre. Quizá se haya considerado que el problema del agua contaminada con arsénico, en ese pueblo de la provincia de San Juan, a causa del inmenso caudal utilizado por las minas de oro a cielo abierto para producir la lixiviación con cianuro (tal como planeaban hacer en la mina prohibida por Sarkozy), no le interesa un bledo al público televisivo argentino, aunque la agrupación Madres Jachaleras haya hecho analizar lo que fluye de sus canillas y llegado a la conclusión de que los únicos lugareños susceptibles de salvarse son los que pueden pagarse la botella de agua mineral.
Mi alejamiento provisional tampoco me ha impedido recibir un alucinante relato de viaje acerca de un periplo de 600 km por el centro y norte de La Pampa, hasta Río Tercero, durante el cual, dice el autor, “sólo se ve rastrojo de soja, tierra pelada hasta el horizonte, gris, muerta y llena de herbicida que se vuela con el viento”. Tras una recorrida por Santiago del Estero y Tucumán, oscurecidas por la humareda de los hornos de carbón sumada al humo del desmonte, el viajero recala en los Valles Calchaquíes. “Todo lo demás parecía un chiste –exclama–. La mina La Alumbrera contamina 100 millones de litros de agua por día con cianuro y arsénico, la almacena en llamados diques de cola y desde allí el agua se va filtrando a las napas. Hay gente que perdió el trabajo metódico de varias generaciones, huertas, viñedos, nogales, higueras, las cabras sangran por la nariz, se ven zorros pelados, las bodegas de Cafayate ya no compran la uva”. Por su desesperado intento de dar a conocer lo que a menudo se oculta, este mensaje me recordó la literatura samisdat de la vieja URSS.
El CD que forma parte del paquete contiene el programa radial Consciente colectivo, coordinado por Manuel Vetrone. He aquí algunas frases a las que la tonada sanjuanina pedregosa les agrega verdad: “San Juan fue productora de vino, pero ya se acabó… Prebendas, sobornos… La provincia está aislada, poca gente se entera porque los medios locales no son libres… En los 90 se sancionó una ley de inversiones mineras que regalaba los recursos naturales a las empresas… Casualmente, entre los propulsores de la ley estaban Maza, el ex gobernador de La Rioja, y Gioja, el actual gobernador de San Juan, que le ha abierto los brazos a la Barrick Gold… Esa compañía piensa trasladar los glaciares Toro 1, Toro 2 y Esperanza desde la Cordillera, cortados en pedazos para usar el agua… (Acá, la voz se vuelve cordobesa y corresponde a la del Dr. Raúl Montenegro, premio Nobel alternativo)… Buenos Aires es un país irreal, donde se toman las decisiones; el país real está lejos… Con todo, hay movimientos de resistencia como la Fundación de Ciudadanos Independientes de San Juan; hay abogados y periodistas que defienden su suelo… En Mendoza, han solicitado un plan de manejo ambiental territorial, porque ellos prefieren el buen sol y el buen vino antes que una megaminería secante y contaminante… ¿Para qué sirve el oro? Apenas un 12% tiene aplicaciones industriales; ya ni siquiera se lo usa como reserva bancaria. Este despojo que sufrimos sólo sirve para hacer joyas… La Barrick Gold no deja beneficios económicos al país; todas las regalías son para ella. San Juan apenas se queda con un 2%”.
Hay que juntar coraje para echarle un vistazo a la cara del “dueño de nuestro oro”, como llama la revista Veintitrés al canadiense Peter Munk, pero vale la pena. En la foto, los vínculos de este exitoso empresario, que llegó a la Argentina gracias a Menem, con los peores negociados y los más corruptos gobiernos del mundo entero, saltan literalmente a la vista. Aunque parece caracterizado de malo, todo indicaría que su boca, de comisuras despreciativas, y sus cejas satánicas no son producto del maquillaje. La Barrick Gold, de la que es propietario, es una red de sociedades fundadas en las Islas del Gran Caimán (vale decir, la misma de la que se han salvado los cocodrilos guyanenses).
Entre las amistades de Munk se cuentan Bush padre, el saudita Kashoggi, especializado en el tráfico de armas, nuestro De la Rúa, que le vendió su mina salteña de… Diablillos, e, inútil añadirlo, nuestro gobernador Gioja.
El magnate áureo comenzó a explotar su mina de Pascua-Lama en octubre de 2005, en un área de más de 3000 km2, situada entre la Argentina y Chile. No está de más repetir que para extraer el oro del material triturado se utiliza cianuro, lo cual transforma el agua en veneno y el aire en polvo: las partículas de los materiales pesados siguen flotando en el viento, igual que los pesticidas en las provincias donde todavía se planta algo –soja– mientras la tierra aguante.
El primer DVD del paquete contiene el programa de TV La liga, que se transmite por Canal 11, sobre los pueblos de Abra Pampa y de Pan de Azúcar, en Jujuy. Es una imagen fantasmal de lo que ha quedado, tras la partida de una empresa minera, la Metal Huasi, que, después de sacar plomo de la puna, dejó 10.000 toneladas de escoria utilizadas por un intendente superdotado para rellenar tierras y construir casitas por encima. Vivan o no sobre el relleno, todos los chicos de Abra Pampa tienen plomo en la sangre y lo saben. Unos a otros se consultan sobre el porcentaje que les salió en el análisis, todos están al tanto de que hay que hervir el agua con unas gotas de lavandina, a muchos les esperan trastornos neurológicos, motores y de aprendizaje. El polvo contaminado sopla por todas partes, en especial en la cancha de fútbol, donde no dejan de jugar. Total… ¿para qué? Cuando se les pregunta qué van a hacer en el futuro, contestan a coro: “Irnos”. Un adulto susurra: “Abra Pampa es el Chernobyl jujeño”.
El segundo se titula Cielo abierto, ha sido realizado por Carlos Ruiz y es la historia de un triunfo popular. La Barrick Gold andaba olfateando la montaña nevada de Chilecito, cuando, al grito de “el Famatina no se toca” y de “agua sí, oro no”, los pobladores hicieron cortes de rutas, desplazaron al gobernador Maza y lograron la proclamación de una ley como la de Sarkozy, ya no para salvar caimanes sino cóndores. Y el tercero, Acecho a la ilusión, de Patricio Schwanek, es bastante más triste, porque sucede ahora, en Catamarca.
En un ranchito destruido, rodeado de pedregullo, una mujer llamada Rosalinda Flores parece delirar: “Todo esto era finca; teníamos maíz, plantitas, cabras, vacas. Hacíamos queso; llevábamos la carne al mercado y con lo que sacábamos se vivía meses. Eramos felices. En 1992, vino la mina La Alumbrera y pasaron el camino por el medio de lo nuestro con la promesa de darle trabajo a mi hijo. Nunca le dieron nada. Al poco tiempo, los animales se nos fueron muriendo. Tomaban agua y caían. Los perros, también. Esa higuera que está ahí es la única que queda”.
La Alumbrera es la segunda mina de oro a cielo abierto de todo el continente, y la quinta de cobre. Un enorme hueco rodeado de torres de alta tensión, tampoco muy recomendables para la salud humana. Los 100 millones de litros de agua que necesita a diario provocan accidentes, derrames, un desequilibrio químico en los ríos probablemente irreversible. Cuando el drenaje ácido se comprueba, ya es tarde para actuar y, si no se comprueba a tiempo, es porque las denuncias se tapan. Al principio, en la provincia, todos pensaron que la mina los volvería ricos. Pero la construcción, a cargo de Techint, dio trabajo a 20.000 personas; después, a 10.000; después, a 1200. Cuando Techint se fue y comenzó la extracción, sobrevino el desempleo. Los trabajadores, mientras los hubo, no eran de Catamarca sino de Tucumán, porque la empresa daba trabajo a cambio de que se le permitiera contaminar el territorio tucumano, así como también en Catamarca. Da asistencia social en pequeñas dosis, para cerrar la boca de las víctimas. “Limosnas –comprueba un senador–, falsas promesas. El sueño de un proyecto para todos ha fracasado.”
La posición de la Iglesia ante el problema no puede ser más clara. Como la fiebre del oro también ataca por el Sur, el 29 de noviembre de 2004, en la diócesis de San Carlos de Bariloche, se conoció una declaración firmada por monseñor Fernando Carlos Maletti y por miembros del Departamento de Pastoral Social. El oro es un bien suntuario, luego superfluo –sostienen los prelados–; los drenajes ácidos de las minas permanecen muchos años y afectan gravemente aguas, suelo, flora y fauna; para elaborar las soluciones de cianuro de sodio es necesario emplear mucha agua, que no sobra en la Línea Sur; de encontrarse metales en la carne de los animales destinados a la exportación se destruiría una vía de comercialización muy importante; está demostrado el efecto pernicioso de los relaves sobre los peces y las aves…
El último arbolito de la campesina catamarqueña con nombre de jardín me ha dejado zumbando. ¿Qué diría Sarmiento sobre la Barrick Gold, en caso de volver a la vida para encontrarse con que la célebre higuera de su madre está a punto de volverse puro recuerdo? ¿Qué le parecerían al Ilustre Sanjuanino las minas con cianuro: civilización o barbarie? Aunque sólo fuera en homenaje a doña Paula Albarracín, con su telar en el patio, nadie puede dudar de que ese hombre de progreso estaría codo a codo con las Madres Jachaleras.
Mientras tanto, ninguna imagen de pesadilla suena imposible. Si se proponen hacer cubitos con tres glaciares, cosa que sale cara porque se gasta mucho en martillos, ¿por qué no pensar que alguna compañía minera llamada, por ejemplo, Anaconda Iamgold, podría arreglarse con el señor que se ha comprado el Iberá? Hay que apurarse a sacar fotos en colores, así nuestros nietos no creerán que chocheamos cuando les hablemos de sitios con pasto verde.