Al menos hasta ahora a la minería no se le prestaba demasiada atención. Pero el milagro chileno también trajo a la superficie una actividad que en la Argentina está en pura ebullición, con exportaciones por US$ 7.000 millones en los próximos años y proyectos de inversión por US$ 8.000 millones de aquí a 2015 y de los cuales se concretaron el de la canadiense Gold Corp que adquirió en US$ 3.500 millones Cerro Negro en Santa Cruz o el de la brasileña Vale por US$ 4.300 millones en Mendoza.

 

Hay, sin embargo, una parte oscura en esta actividad. La autoridad de control y las policías mineras dependen de las secretarías de minería provinciales, que suelen ser permeables a presiones.

Es cierto que la minería ha cambiado. Y que tiene poco que ver con la dura historia de los mineros del carbón del norte de Francia que inmortalizó Emile Zola en Germinal. Aunque José Leiva, 51 años, siete de minero y que se desempeña como perforista en Veladero, asegura que el oficio es puro sacrificio . Leiva es secretario general de un gremio embrionario y a diferencia de otros sindicalistas trabaja a 4.500 metros de altura en la cordillera de San Juan. “Todos los mineros aspiramos llegar al final del día, sanos y salvo “, describe. Cuenta que hay una mezcla ansiedad y cabeza fría para evitar errores humanos. “Siempre está el temor de no poder volver”. En Veladero, de la canadiense Barrick Gold, las jornadas son de 12 horas, 14 días al mes. Durante el invierno la temperatura desciende a — 35°. En la cima hay un hotel tres estrellas con todos los servicios y llegar a la mina cada día les lleva una hora y media de viaje. A Leiva le quedan $ 5.900 limpios y asegura que es poco si se compara con salarios de actividades menos riesgosas como la de un chofer de larga distancia.

En el país predomina la minería cielo abierto . Las empresas señalan que, como aquí la actividad es nueva, la tecnología es de última generación. Minera Aguilar de la suiza Glencore, Sierra Grande de capitales chilenos y Río Turbio, ahora estatal, son explotaciones subterráneas. Precisamente en Río Turbio hubo una tragedia en 2004. Pocos la recuerdan: perdieron la vida 14 mineros.