El 19 de noviembre de 2005, en la ciudad de general Roca/Fiske Menuco (Río Negro, Argentina), se reunió la Asamblea Coordinadora Patagónica – Por la vida y el territorio, contra el saqueo y la contaminación – que incluye diversas organizaciones sociales de la región patagónica.
Luego de una jornada pública de debate e intercambio se dispuso, entre otras cosas, hacer público lo siguiente:
La trama del saqueo
Documento de la Asamblea Coordinadora Patagónica – Por la vida y el territorio, contra el saqueo y la contaminación
Ciudad de general Roca/Fiske Menuco (Río Negro, Argentina)
19 de noviembre de 2005
La dominación siempre incluyó por lo menos dos modos de intervenir en la vida de los pueblos, dos formas que se combinan o alternan: la fuerza bruta y la negociación, con toda la gama imaginable de estrategias intermedias. En los últimos 500 años, esas formas de control social intentaron justificar y garantizar el saqueo, la devastación en gran escala y la explotación humana. El sistema colonial europeo (y quienes les siguieron, especialmente los EEUU) agregó saberes técnicos, científicos y psico-sociales a esos métodos hegemónicos. El colonialismo prestó y le presta especial atención a la colaboración, al consentimiento y a la complicidad. Por eso, aparte de armas, usa (y por momentos prefiere) medios políticos o culturales, directos o indirectos.
La enormidad del gasto en esos rubros indican, sin embargo, que no siempre tienen éxito, que necesitan acomodar estrategias y lenguajes, y que sus empresas consultoras o expertos estatales también compiten entre si, prometiendo sacarle agua a las piedras.
En la actual etapa del capitalismo conocida como “neoliberalismo”, y en su desesperación por encontrar el método adecuado, sus timoneles quisieron decretar el fin de la historia y privatizar la política. Aprovechando el desencanto social con el sistema representativo (que por otro lado les conviene jaquear como pinza para obtener ventajas ya desde el liberalismo del siglo XIX o el “achicar el estado es agrandar la nación” de Martínez de Hoz), los sectores y clases dominantes intentan controlar las contradicciones y los conflictos sociales contratando especialista en “ingeniería social”, comunicación y RRPP para sus fundaciones y ONGs (que en este momento prefieren llamar OSC, organizaciones de la sociedad civil).
En la década de los 90, junto a la privatización de sectores estratégicos de la economía en todo el continente, creció explosivamente el número de ONGs. No es casual y por eso mismo es necesario distinguir solidaridad internacional, discursos, prácticas y organizaciones legítimas de las que provienen del saqueo y endeudan a los pueblos. La que proviene del saqueo es una trama extendida que intenta cooptar y se mezcla con las organizaciones que son creadas por la misma sociedad para enfrentar las múltiples consecuencias generadas, justamente, por el sistema. Por más que intenten mimetizarse, usar términos agradables a los oídos o usar causas justas como vitrina, hay diferencias de fondo. Es una simple constatación que no tiene por objetivo criticar proyectos de base ni ofender a su personal o sus intenciones.
La Asamblea Coordinadora Patagónica – Por la vida y el territorio, contra el saqueo y la contaminación – defiende principios y derechos (económicos, culturales, sociales, humanos en general) definidos y debatidos de una manera totalmente diferente. Tampoco cuestiona lo que las fundaciones corporativas hacen con el dinero sino los mecanismos que permiten, en primer lugar, que lo tengan y luego se arroguen, con apoyo del estado y no pocas veces de organismos como las Naciones Unidas, el privilego de intervenir a su antojo y con métodos gerenciales en las comunidades, desde los barrios o zonas rurales hasta el sistema educativo y de ciencia y técnica, la justicia, los medios de comunicación, las instituciones de un estado deliberadamente fragmentado. Asamblea Coordinadora Patagónica cuestiona que el estado les garantice el acceso y la explotación de bienes comunes (telecomunicaciones, energía, territorios, cuencas, el mar, los minerales, la biodiversidad) y que, con la gigantesca renta obtenida o – peor todavía – a cuenta de ésta, encima pretendan generar aprobación a este tipo de esquema o desviar la atención pública con planes “solidarios” o de remediación en escalas irrelevantes.
Una entre muchas de las consecuencias de este tipo de “gestión privada” es que favorece la creación de un “mercado social” en el que sus participantes tienden competir entre sí – incluso ferozmente – por la producción, acumulación y tráfico de capital político.
No acusamos a “los malos de afuera” que “nos oprimen” sino al circuito completo del saqueo material, cultural y político, con todos sus componentes objetivos y subjetivos.
Analizar qué hay detrás de las promesas e intenciones publicitadas, en consecuencia, no es “dividir” sino poner las cosas en claro.
Ultra-conservadoras en sus riñones estratégicos y “progresistas” en los bordes, las fundaciones y ONGs vinculadas a las corporaciones subsidiadas con acceso privado a bienes comunes (el saqueo) promueven, por inclusión u omisión, uno o varios de los siguientes objetivos:
- La idea del “desarrollo sustentable”, descalificando el debate acerca de las contradicciones y consecuencias concretas de esa metáfora y, junto a ésta, el mito del crecimiento ilimitado y obligatorio (creemos, por el contrario, que otro sistema es posible);
- la “legalidad” y seguridad jurídica para las políticas de saqueo, como las de la minería, el petróleo, la pesca y las telecomunicaciones, incluyendo los marcos regulatorios que sostienen las ganancias de las empresas privatizadas en general, por medio de mecanismos como el ALCA, el AGCS (Acuerdo General de Comercio de Servicios) u otros seudo-acuerdos. Intentan, por medio de premios y castigos, que los pueblos se adapten a leyes votadas por el sistema representativo, en las condiciones de precariedad, presión lobbista y corrupción parlamentaria que son de público conocimiento, sin posibilidades de cuestionar su legitimidad;
- la privatización de la naturaleza (la biodiversidad, el agua, los territorios, las semillas) de la economía y de la cultura en general;
- la fe en sus tecnologías (y criterios de lo que significa “impacto ambiental”), que implica la descalificación de los saberes populares, de visiones alternativas, de principios y escalas de valores opuestos, a menos que éstos digan una cosa y hagan otra, es decir que al final terminen sometiéndose las reglas de éste tipo de mercado;
- el ocultamiento de las inconmensurables consecuencias sociales y ambientales que hicieron y hacen posible los superficiales “exitos” en sus “bolsas de valores”, ocultamiento que incluye las consecuencias del saqueo financiero, las guerras y la deuda ecológica, humana y cultural de varios siglos;
- la trivialización de las causas populares (la otra cara de la moneda de la criminalización de la protesta), y su ubicación en corrales convenientemente limitados, como el “tercer sector” e inventos similares, para que los “oponentes” puedan expresar frustraciones sin poner en riesgo las relaciones de poder. La intención es que las ONGs saquen las castañas del fuego, gasten sus energías ocupándose de las consecuencias (no de las causas profundas) socio-ambientales y se dediquen a la pequeña escala, para que las decisiones estratégicas se tomen en otra parte;
- la “articulación” entre empresas, gobierno y sociedad civil, en realidad una necesaria condición de gobernabilidad que intenta subordinar la vida política local ocultando, nuevamente, las relaciones de poder;
- la imagen de que quien contamina el mundo es “el ser humano” en general, pues de esa manera todos deberíamos sentirmos culpables… para que nadie (tampoco las reglas e ideología del sistema) sea responsable;
- la limitada visión de que si hay problemas es porque hay empresas “responsables” y de las otras, cuando lo que se cuestiona es el sistema (estructural e ideológico) que hace posible las catastróficas condiciones actuales, no solo las conductas individuales de alguna corporación y/o funcionario corrupto seleccionados como convenientes chivos expiatorios;
La lista, obtenida de la suma de observaciones y experiencias de los últimos años en la lucha contra el saqueo minero, es necesariamente incompleta, de manera que cualquier persona u organización social puede completarla o agregar datos y detalles desde su propia experiencia y análisis colectivo.