Leemos “La minoría radicalizada que impide el debate sobre la matriz productiva en Chubut” publicado en ADNSUR y nos vemos obligados a hacer el análisis que el artículo anuncia y no hace y, por obvias razones, el análisis del propio artículo.

Por No a la Mina Esquel

La primera operación discursiva del texto consiste en  construir argumentos a partir de falacias. Aunque podríamos calificarla de deshonestidad lingüística e intelectual, es una operación cada más utilizada por periodistas y medios y legitimada por la abulia de una sociedad que no advierte  quiénes ponen la tarasca.

La “minoría radicalizada” de la que se habla no es tal y la sanción de una Ley de Ministerios sin discusión que incluye una maraña de 70 artículos de temas diversos no puede ser jamás “conclusión” de un debate y mucho menos de un debate sobre “matriz productiva”.

Todo lo que sigue en la nota se sustenta en esas afirmaciones falaces y en otras que se cuelan “distraídamente” en el texto.

De pronto se advierte en el artículo un intento de victimización del polo petrolero que nació siéndolo cuando aún la conciencia por el cuidado del ambiente no era carne en las comunidades. Se puede leer por ejemplo: ¿Seguirá siendo el petróleo la principal y casi insustituible vía de ingresos? Respondemos con otras preguntas: ¿lo es? ¿es el petróleo la principal y casi insustituible vía de ingresos? Porque el petróleo se extrae y exporta pero con él se extrae y exporta el agua que se consume en la extracción y que no se incluye en su valor.  Los trépanos del petróleo agotaron el Colhué Huapi por ejemplo. Desde esa perspectiva el petróleo no es fuente de ingresos sino de egresos.

Y seguimos con las preguntas: ¿qué pasa con Aluar? ¿qué aporta? ¿Y los ingresos por pesca? ¿Y qué aportan las represas Futaleufú y Ameghino? En síntesis ¿Cuáles son los ingresos reales del Chubut? Porque entienda y certifíquese: NO HUBO PRESUPUESTO APROBADO EN LA PROVINCIA ESTE AÑO –dice ADNSUR-.

“La decisión no puede quedar limitada a sólo un sector de la sociedad” sentencia la nota. Y por eso los vecinos se manifestaron. Porque la decisión no puede quedar en manos de los dueños de las transnacionales ni puede quedar en manos en 5 o 6 intendentes y veintitantos legisladores que en 17 años, sí ¡17 años! no han sabido ni querido trabajar junto a los habitantes de la meseta en el despliegue de actividades verdaderamente sustentables y solo apuestan al saqueo de los bienes comunes que denominan “recursos naturales” ubicados en sus pueblos.

Los pobladores de la meseta chubutense reclaman por la sequía, reclaman por sus animales. Y viven sobre un acuífero. Pero los sucesivos gobiernos (provincial y municipales), sus legislaturas, no han sido capaces de asociar la posibilidad de hacer un uso sustentable de esa fuente de agua para garantizar la productividad de los pobladores y apoyar su forma de vida. No. Reservan el Sacanana para las mineras. Lo reservan para cuando las poblaciones están asfixiadas y la minería se constituye en la única posibilidad para  quienes sufren la falta de alternativas productivas para desarrollar un proyecto de vida” -según afirma el artículo- como si las poblaciones de la meseta no hubiesen tenido nunca o no tienen en la actualidad un proyecto de vida alternativo al que sus intendentes les ofrecen.

Entonces ¿cuál es la “minoría radicalizada”? ¿La que irrumpe en el devenir de la entrega o la que entrega nuestro devenir?  ¿La “minoría radicalizada” no será en realidad  “minería radicalizada” dispuesta a instalarse de la mano de unos pocos iluminados y a cualquier precio?

La economía global no entiende razones de vida y solo valora la vida de la élite global.  No somos la élite global. Lo dice Chile, lo dice Bolivia, lo dice Ecuador, lo dice Haití. Los Presidentes, el saliente y el entrante, tampoco lo son. Solo pueden obedecer a la élite global.  O no.

El “dogmatismo y la violencia” son potestad de élite global y no de los ciudadanos. Dejemos de poner la pavada al nivel de un argumento potencialmente serio y proyectar en el colectivo ciudadano las cualidades de unos pocos. No somos dogmáticos ni violentos.  Dejemos de dar por hecho que sí o sí la minería es la única opción y que los que venimos construyendo conocimiento sobre el tema minero estamos condenados al mero “control”.

La endeble economía provincial lo seguirá siendo hasta tanto se acepte que NO HAY LICENCIA SOCIAL para la megaminería y se comience a trabajar seriamente en la promoción de actividades verdaderamente sustentables: producción orgánica, marca prístina, corredor eólico, tejidos, entre otros. Todos dependemos del agua, no tienen derecho alguno las transnacionales a poner en riesgo nuestras vidas saqueándola. Ni el Presidente saliente ni el entrante tienen derecho a transformar nuestro territorio en basurero.

No hay consenso político para tal ecocidio. Afirmamos una y otra vez que si hay zonas de sacrificio no es con todos. No es con todos cuando unos vulneran los derechos básicos de otros.

Por último, el periodismo lo es de la verdad que nace de los territorios y no de la posverdad.