La diputada provincial Viviana Navarro, oriunda de Comodoro Rivadavia, se manifestó a favor de una minería responsable aunque reconoce que desde hace 100 años la minería irresponsable viene destruyendo su ciudad y alrededores. Además, exige una REPARACIÓN HISTÓRICA.

Por Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Esquel por el NO A LA MINA

No vamos a hablar de alimentación. O sí. Tampoco sobre semiótica. O sí, también. Ni pretendemos clasificar o categorizar afirmaciones hechas por algunos “iluminados por la banca” aunque, muy tristemente, no dejan mucho margen de maniobra para analizar sus discursos.

“Nosotros no tuvimos en mi ciudad la opción de elegir si queríamos o no minería. Hace más de cien años somos lo que sabemos: que esta ciudad parece un queso gruyere, lleno de agujeros, y no podemos ni siquiera urbanizar. Estamos todos rotos en mi ciudad, por la actividad minera. Viví, nací y crecí en una ciudad estrictamente minera, es una ciudad que necesita reparación histórica” dijo la diputada Viviana Navarro. Y se manifestó a favor de una minería responsable aunque reconoce que desde hace 100 años la minería irresponsable viene destruyendo su ciudad y alrededores. Además, exige una REPARACIÓN HISTÓRICA.

REPARAR significa volver atrás, devolver a un estado anterior. Imaginamos que la diputada habrá hecho el relevamiento correspondiente y tiene un listado minucioso de todo lo que hay que reparar en Comodoro, incluida el agua de los lagos consumida y contaminada por las petroleras que no puede REPARARSE ni RECUPERARSE jamás (“recuperar” es volver a tomar algo perdido) o el aire de Caleta Córdoba que ni la diputada puede respirar.

Prueba de la irrecuperabilidad de tantas cosas es, sin duda alguna, su obvia desvinculación parental. No puede repararse ni recuperarse el vínculo con una abuela que jamás le habrá contado a la diputada que Comodoro nació tras el petróleo y no al revés. Una pena porque los relatos de los mayores pueden salvarnos de la mugre extractiva que ella misma lamenta.

Volvamos al gruyere, un queso que para los franceses tiene agujeros pero para los suizos no, detalle que otorgó a uno de ellos la obtención de una etiqueta prestigiosa que favorece la exportación. Algo así como la etiqueta Patagonia que no se quiere ver.

O mejor volvamos a la tierra, al barro Navarro. La tierra del negro, el indio, el inmigrante. La que alimenta y da sentido al futuro que no es la del terrateniente ni la de las multinacionales que explotan al hermano negro. La que se defiende en la Iniciativa Popular presentada por el pueblo chubutense.