Cianuro y Minería: Tergiversaciones, mentiras, historia y literatura. El jueves 18 de octubre a las 19 horas comenzó la sesión ordinaria del Concejo Deliberante de Trevelin. Prometía ser una más, de esas en las que el acendrado y sobreactuado formalismo termina enterrando cualquier discusión de contenido y donde, en la gran mayoría de los casos, se sabe con antelación el resultado de todas las votaciones. Por José Hernán Díaz Varela publicado en Páginas del Sur
Sin embargo, algo ocurrió. Por primera vez se hizo uso de la Banca del Vecino, un instituto que seguramente estimulará la participación ciudadana y que fue legislado recientemente por el Concejo mediante Ordenanza 1023/12, a partir de un proyecto presentado por el médico Adrián Guarracino.
De acuerdo con esta norma cualquier vecino, por sí o representando a un grupo podrá exponer, solicitándolo con cierta antelación, en la sesión del Concejo, un proyecto de interés comunitario o general. Pues bien, el Concejo habilitó la presentación de la opinión personal de un vecino, ex trabajador minero en Cerro Vanguardia, quien contó además su experiencia de visita a Jáchal, San Juan, donde según su relato la actividad minera ha mejorado sustantivamente la calidad de vida de la gente y todos están muy contentos y no hay mayores inconvenientes con esto.
Su argumentación partió de una premisa falaz acerca de que, ante la falta de trabajo, “lo único que le quedaba era ir a trabajar a la minera”. Digo falaz porque, tras estar cinco meses sin trabajo –fueron sus propias palabras las que describieron tan lamentable situación- ese “lo único que le queda” aparece en su discurso como fin de camino, es decir, “de última”, “por descarte”. En un subtendido de significado todo su relato expresa que, si hubiera otras oportunidades laborales, ni se plantearía “ser minero”.
Pero como “no hay otra salida” -falacia cuya refutación excede este artículo pero que desarrollaré in extenso en otro próximo-, insiste en convencerse y convencer a su auditorio de concejales de que Jáchal se ha convertido en Disneylandia, donde la gente vive re-feliz con una sonrisa gardeliana pintada en sus caras, que el proyecto Suyai de Yamana Gold no tiene nada que ver con el Proyecto Cordón Esquel de Meridian Gold (antes era Margarita y ahora la llaman Margot, pero la mina es la misma) y, en el punto culminante de su alocución- que, dicho sea de paso, no guardó ni las formas ni el fondo respecto del uso previsto para la Banca del Vecino-, mandó a los concejales a estudiar geología, expresó “estar en contra” de la opinión de “médicos, contadores y políticos” (esto es textual) que dicen que la minería contamina, y presentó a Su Majestad el Cianuro como un inofensivo elemento de la naturaleza, presente en damascos, lentejas, nueces, almendras y manzanas. Siempre se refirió al cianuro de hidrógeno, o ácido cianhídrico, elevándolo a categoría de elemento vital, obviando por supuesto su carácter volátil y venenoso y que, combinado con el aire, se convierte en un poderoso explosivo.
Todo el Concejo escuchó, estimo que con cierto estupor, a este señor que hacía uso de su libertad de expresión. Sobre este punto quiero detenerme. La libertad de expresión consiste en garantizar que todas las opiniones sean respetadas, pero esto no implica que todas sean respetables. Cualquiera es libre de opinar y de expresar una mentira, e incluso una verdad sesgada, prima hermana de la mentira y cuñada de la estafa, pero el uso de esa libertad no subsana el carácter mentiroso de tal declaración.
Luego de la exposición libre e ininterrumpida del vecino, a su turno, el concejal Guarracino respondió a esta opinión con libreto megaminero citando la célebre frase de Hamlet de que “algo huele mal en Dinamarca”, y parafraseó que algo le olía mal en Trevelin precisamente porque se insistía en “seguir justificando a cualquier precio puestos de trabajo con contaminación y con muerte”; y continuó ilustrando con Hamlet, cuyo padre fue asesinado por su propio hermano por codicia, vertiéndole gotas de cianuro en su oído y que, como le hace decir Shakespeare, “su efecto a la sangre del hombre es tan hostil que al punto recorre como azogue las venas y conductos corporales”. Les recuerdo que el azogue es el mercurio, otro elemento altamente contaminante, un poderoso mutágeno que atraviesa la placenta y causa severas malformaciones en los fetos.
También se acordó el médico de la escritora Agatha Christie y su relato “Cianuro espumoso”, donde el móvil del homicidio es el de casi todos los asesinatos clásicos: la codicia; en este caso, la posesión de una herencia.
Vemos así que en la literatura, tanto en la clásica como en la moderna, el cianuro mata; pero, ¿qué nos cuenta la historia?
El cianuro gaseoso fue aislado en 1782 por el químico sueco Karl Scheele, quien murió al respirarlo en forma accidental. Según la dosis, puede matar casi instantáneamente. El efecto que produce es conocido como “asfixia interna” porque interrumpe la respiración dentro de las células. Las personas intoxicadas con cianuro sufren náuseas y vómitos, se les hace difícil respirar, tienen convulsiones, entran en coma y mueren luego de una terrible agonía.
En 1924, Estados Unidos empezó a usar el cianuro gaseoso para ejecutar a los condenados a muerte. La Justicia de ese país reconoció, recién a fines de los ochenta, que era un método inhumano. Aunque la ejecución con cianuro todavía está legalmente permitida en varios estados, en la práctica ha sido reemplazada por la inyección letal. Cabe recordar que ese gas fue utilizado por el régimen nazi en las cámaras de exterminio masivo de los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau, Treblinka y Buchenwald hasta 1945.
La similitud entre los olores del cianuro y las almendras amargas no es casual: muchas plantas fabrican esta sustancia. En sesenta almendras amargas, por ejemplo, hay suficiente veneno para matar a una persona. Aunque probablemente con la mitad nos mate la indigestión. También hay cianuro en las semillas de muchas frutas, tal como apuntó el vecino. De todos modos, no conozco demasiada gente capaz de comerse veinte o treinta kilos de manzanas de una sentada así que, por ese lado, estamos salvados.
Y sobre el tema de fondo planteado por el vecino, que es nada más y nada menos que la minería metalífera con uso de sustancias contaminantes, que quede claro: es una actividad prohibida por la Ley provincial 5001 y la preclara Ordenanza 347/03 de marzo del 2003, votada por unanimidad -y a cuya lectura los invito- y, dado que. Esta norma municipal fija, además, los lineamientos para el desarrollo futuro de esta comarca. Sería conveniente que los gobernantes la repasaran y comenzaran a trabajar en ese sentido, a menos que deseen que nuestro Municipio Saludable se transforme en una insalubre tierra baldía.
José Hernán Díaz Varela
DNI 17.536.512