La Minera La Alumbrera moldea fronteras en Catamarca y expande su impacto. Dialogamos con un integrante de “El Algarrobo” sobre los nuevos emprendimientos que quiere instalar la compañía: Bajo El Durazno y Agua Rica.
Fuente: Marcha
“La primera gran contaminación que genera es social cultural y económica”, según Juan José Rodríguez, miembro de la Radio y Asamblea “El Algarrobo” de Andalgalá. La Minera La Alumbrera junto con YMAD, sector público provincial y nacional, dirige la empresa extractivista en el Bajo de la Alumbrera. El proyecto, según Juan José, “fue creado como una punta de la megamineria en el país y a nivel local; son varios bajos los que están a cargo de La Alumbrera”. Dicho espacio abarca una superficie de 3200 por 2200 metros. “La planta fue pensada para trabajar en secuencia todos los bajos” explica Juan, y agrega: “Entre los mismos, está bajo El Durazno, bajo La Blenda, bajo San Jorge y el proyecto Agua Rica que tanta resistencia tiene”.
Recientemente la ampliación de la explotación y las perforaciones se centra en bajo El Durazno, una zona que intentan situar dentro de las fronteras de otro departamento para escapar a los reclamos sociales. “En Andalgalá se empieza a hablar de una cuestión de límites, porque todos estos bajos están en las cimas de los cerros donde también están los límites de los departamentos con Santa María o Belén”. Como ocurrió con La Alumbrera, que “cuando comenzó el bajo era de Andalgalá e hicieron un corrimiento de límites para que quede en Belén porque en Andalgalá hay más resistencia a la megamineria”.
Para el éxito del avasallamiento de la soberanía popular, Juan subraya que es necesaria “la complicidad, como en todos los proyectos de megamineria”. Para ser más claro, cita al Fiscal Gómez: “donde hay un delito ambiental hay un político corrupto. Acá hay toda una estructura corrupta. Ni hablar del Gobierno Nacional, pero el Gobierno Provincial es un gerenciamiento de las mineras”.
Entre las consecuencias directas de la megaminería hay algunas más tangibles y otras menos. Juan no titubea en La Revancha: “la primer gran contaminación que genera es social cultural y económica. Te captan y te corrompen desde todos los estamentos. Políticos y religiosos ya desde el vamos están corrompidos. Después empiezan a dividir a las familias. Queda dividido el pueblo con migajas. Pueblos que han sido agricultores, agroindustriales, empiezan a tener diferencias en la sociedad”.
El impacto también se siente en la economía regional: “la contaminación empieza a manejar los valores de las cosas. Es muy complejo, pero empieza a tirar para atrás la gran producción de esta región: olivos, vid, frutas, dulces, que empiezan a perder valor”. El gobierno deja de invertir en incentivos para el desarrollo de las fuerzas productivas originarias, ya que, según Juan, “no hay infraestructura real de caminos para que podamos vivir de otra cosa que no sea la megamineria”. “El proyecto nunca trae ningún beneficio de ninguna clase. Económicamente no trae ningún beneficio. Por ahí genera algún brillito porque aparece alguna camioneta nueva, auto nuevo. Bajan plata para que aparezcan esas cosas pero no le solucionan el problema al pueblo ni a nadie”.
El gran problema es que, además de que no genera beneficios netos, el impacto negativo se refuerza en el plano ambiental. “Al oxidarse los minerales que se generan en la roca de la montaña produce el gas radón que es un gas muy liviano y radiactivo y que viaja miles de kilómetros antes de perder su radioactividad”. La población de Andalgalá está pegada a la mina: “cuando dicen que crecieron 800% los casos de cáncer, es real. Si en el 97 empezó La Alumbrera y empezaron a incrementarse enfermedades respiratorias es obvio que tiene mucho que ver y ni hablar el tema del agua que es intomable”.