Muchas de nuestras preocupaciones en Atlántida y concretamente en la zona de Arizona y Tela están estrechamente ligadas a las palabras del pontífice. Nos preocupa profundamente el problema de la explotación minera ante el alocado acoso de empresarios que se empeñan en destruir nuestra biodiversidad. Recientemente hemos realizado dos reuniones en los salones parroquiales de Tela como parte de un proceso de diálogo propuesto por la Iglesia Católica.

 

Por José Abel Carbajal Calles, CMF
“Pero, si no aprendemos a amar cada vez más nuestra Tierra, es un camino difícil. También en este punto me ayuda a pensar en el nombre de Francisco, que enseña un profundo respeto por toda la creación, la salvaguardia de nuestro medio ambiente, que demasiadas veces no lo usamos para el bien, sino que lo explotamos ávidamente, perjudicándonos unos a otros”. Así se expresó el papa Francisco al cuerpo diplomático ante la Santa Sede, el pasado viernes 22 de marzo justificando el nombre que eligió para su pontificado.

Muchas de nuestras preocupaciones en Atlántida y concretamente en la zona de Arizona y Tela están estrechamente ligadas a las palabras del pontífice. Nos preocupa profundamente el problema de la explotación minera ante el alocado acoso de empresarios que se empeñan en destruir nuestra biodiversidad. Recientemente hemos realizado dos reuniones en los salones parroquiales de Tela como parte de un proceso de diálogo propuesto por la Iglesia Católica. A éstas asistieron líderes campesinos, dos empresarios mineros: Lenir Pérez y Gustavo Urrutia; representantes de la alcaldía de Tela, el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos, Juan José Arita y la Iglesia Católica con su máximo representante Mons. Miguel Lenihan, Obispo de la Diócesis de la Ceiba y parte del clero que la integra; estos dos últimos como mediadores del diálogo que se ha iniciado con el fin de encontrar consensos y puntos de acuerdo luego de que todas las partes expresen libremente su parecer respecto a la explotación minera a cielo abierto en la cuenca del río Leán.

El diálogo se desarrolló con cierta normalidad, sin embargo, había uno de los empresarios (Lenir Pérez) que interrumpía en todo momento pretendiendo hacer prevalecer su opinión sobre el resto de las partes. El P. Víctor Cámara, Vicario de Pastoral de la Diócesis de la Ceiba, fue el moderador. Empezó dando la palabra a Pérez, y este desarrolló su presentación con un discurso típico de un político ofreciendo muchos beneficios para las comunidades, basado en los servicios básicos de la población: energía eléctrica, carreteras, educación, hospitales, empleo… ¿No es esto un compromiso del estado, velar por las necesidades básicas de la población? Juzgue usted.

Por otra parte, ofreció crear una cooperativa de transportistas, una gasolinera y restaurantes, ¿a quién beneficiará esto? ¿No es esto parte del aparato sistemático de una empresa? Al final invitó a las comunidades campesinas a visitar los lugares de explotación minera con el in de convencerlos de los beneficios que deja este tipo de proyectos. Mientras desarrollaba su discurso, en repetidas ocasiones aseguró que tiene una concesión de explotación otorgada por las instancias del Gobierno, así lo expresó: “la ley me protege, el estado me ha dado legalmente los permisos y puedo entrar a la hora que yo quiera, incluso con toda la maquinaria”.

Terminado la primera intervención dieron la palabra a Gustavo Urrutia, dueño de otra empresa minera; habló poco resumiendo su proyecto con la promesa de crear un fondo “con grandes cantidades de dinero”, para la educación y la salud. El prometió que “no hará nada contra la comunidad”. Terminó diciendo que no viene a “usurpar nada”, que todo pertenece a las comunidades. No obstante, también afirmó: “no pretendo comerme este pastel solo, comámoslo todos”. ¿Hay coherencia en sus palabras? ¿Es la tierra un “pastel” para acabar con él?

El alcalde Zacaro no llegó, en la sesión se dijo que estaba “indispuesto” por problemas de salud. Su representante Gustavo Calix se limitó a repetir la última propuesta de Lenir Pérez pidiendo a las comunidades que vayan a visitar los lugares donde operan las empresas mineras y que luego ellos decidan si toman el proyecto o lo dejan. Es curioso, cada vez que intervenía Lenir, el representante del alcalde afirmaba su propuesta. Cabe destacar que ninguno de los exponentes hizo referencia al verdadero problema que es sobre los daños al medio ambiente. Todos sabemos que la minería generará mucho dinero, este fue el único punto que ellos enfatizaron; pero lo que realmente preocupa a las comunidades, es el impacto a la biodiversidad de la zona. Esto era lo que las comunidades querían oír y que se explicara con detalles, nada se dijo.

Llegó el momento para escuchar el sentir de las comunidades representadas en sus líderes quienes hicieron peticiones concretas y directas a los empresarios: “que detengan los procesos de excavación mientras se está en la etapa de diálogo, que cese el hostigamiento y la seducción a las comunidades, que se dé el tiempo necesario para informar a la población sobre las ventajas y desventajas del proyecto, que presenten a la comunidad un estudio de impacto ambiental, que hagan un estudio sismológico a raíz de los últimos temblores, que no se repitan las acciones legales injustas contra la comunidad “Nueva Esperanza” y que el alcalde de Tela no se tome atribuciones que le pertenecen a las comunidades”.

Estas voces fueron claras, con todo, los empresarios se mostraron inconformes con las propuestas de los habitantes de la zona. Un campesino afirmó que ellos “traen la voz de las comunidades”, ya que sus habitantes rechazan los proyectos de explotación minera en el lugar. Por su parte, uno de sus principales líderes comunitarios que es también “Delegado de la Palabra de Dios” desde hace varios años, puesto en pie y mirando fijamente a los empresarios expresó: “queremos que ustedes acepten los planteamientos que les hacemos y que cesen las amenazan de muerte, y por favor, que Lenir no diga mañana que no sabía nada sobre amenazas”.

Fue difícil llegar a un consenso entre todas las parte, sin embargo, al final se acordó “iniciar un proceso sistemático de información para las comunidades”, visitar otros lugares de explotación minera y convocar y ejecutar una Asamblea de Cabildo Abierto, en la que se respetará el parecer de las comunidades. Confiamos en que se cumplirán las decisiones tomadas en la última reunión. Concluyo con la firme pregunta de un campesino: “¿De quién son las comunidades, de los que las cultivan o de los que llegan en Helicóptero?”. Que el Dios de la vida siga fortaleciendo el caminar de las comunidades en su valiente búsqueda de libertad y soberanía.