CONTEXTO DEL PERÍODO
El contexto era el de un mundo globalizado, con fronteras relativizadas por la circulación de capitales y personas. Se observaba un cambio de rol de los Estados acompañado de una institucionalización de los derechos de las empresas multinacionales, la desregulación de las operaciones transfronterizas y el aumento del poder o la influencia de algunas organizaciones supranacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o la Organización Mundial del Comercio, entre otras. Se planteaba una nueva división internacional del trabajo que acentuaba las asimetrías entre los países centrales y periféricos, en los que proliferaban proyectos destinados a la explotación de los bienes naturales.
En el período 1990-1997, la explotación minera a nivel mundial creció el 90%, en América Latina, en un 400%. El auge en la región obedecía a: 1) mayor demanda a nivel mundial, 2) un incremento sostenido en el precio de los metales, 3) un fenómeno de oposición a esta actividad en los países centrales, 4) las “facilidades” que brindaban para la instalación y funcionamiento de estas explotaciones.
América Latina era nuevamente elegida por los capitales internacionales debido a la presencia en su territorio de recursos naturales valorados como “estratégicos”. En Argentina, en consonancia con el resto de los países latinoamericanos, reformaron el marco regulatorio minero permitiendo a las empresas trasnacionales desembarcar en la región. Los atractivos fueron la exención de impuestos, altos beneficios fiscales y reducido pago de regalías.
La obtención de metales de mineral diseminado, unos pocos gramos de metal por tonelada de roca, involucra procesos tecnológicos bien diferenciados que implican un cambio importante en la escala de la explotación.
Características de la minería a gran escala:
- Uso de toneladas de sustancias contaminantes
- Grandes necesidades energéticas: eléctrica y combustibles fósiles
- Utilización de grandes volúmenes de agua por largos períodos de tiempo
- Generación de drenaje ácido de mina
- Elevados niveles de tráfico pesado
- Generación de pasivos ambientales
- Gran ocupación territorial
Además, en nuestro país se sentían las secuelas de la crisis del 2001. El entorno que favorecía el desarrollo de un proyecto minero estaba vinculado a la economía, la política y la tecnología: capitalismo consumista globalizado, desocupación, empobrecimiento, desesperación (shock), corrupción política, clientelismo político y un marco legal favorable. Sin embargo, un factor protector contra cualquier extractivismo tenía que ver con una democracia participativa fuerte, algo que también nos dejó aquella crisis.