“No hay refrán que no sea verdadero”, decía don Quijote a Sancho. Pues estos días hemos visto un claro caso de que “no hay mal que por bien no venga”. Tras el desafortunado comentario público del señor Presidente -de que haría el cambio legal que se requiriera para hacer posible la inversión coreana en Cerro Colorado-, el debate sobre la actividad minera a cielo abierto en Panamá ha vuelto con intensidad.
Por Lina Vega Abad
03/03/2010. Y es que, desde que la nueva administración de la Autoridad Nacional del Ambiente (Anam) le diera su bendición a Petaquilla Gold (sin hablar del Ministerio de Comercio, donde ya he dicho que caminan sobre alfombra roja), parece que todo está dicho acerca del asunto: la minería se hará porque sí y a quien no le guste, que se lo aguante. “Poderoso caballero es don dinero”, dijo el poeta. Así es, como también es cierto aquello de que “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.
Por allí anda la gente de Minera Panamá (que extraerá cobre en Petaquilla) dando profundas explicaciones sobre sus planes para encarar lo que aceptan: se trata de una actividad muy contaminante y peligrosa, por lo que aseguran que se esforzarán en tener cuidado. Así, por ejemplo, avanzan en la preparación de un estudio de impacto ambiental que, aseguran, será el más caro de la historia de la minería. Además, todo el proceso para enfrentar los problemas de erosión, fugas de aguas contaminadas y otros problemas aparece, al menos en papel, meticuloso.
Mientras, en Petaquilla Gold se extrae ya el oro al estilo “panameño vida mía”, lo que parece no preocupar a la gente de la Anam que, por lo visto, debe haber archivado bien lejos todos aquellos informes que dejaban en evidencia la irresponsabilidad de esta empresa y la violación de todas las normas ambientales existentes. Ahora, por arte de magia seguramente pintada de otro tipo de verde, Petaquilla Gold “está cumpliendo” con la normativa ambiental… “cosas veredes Sancho”.