Las grandes empresas mineras que operan en el país fueron las principales beneficiarias de la bonanza de los precios de los minerales en el periodo 2006-2015, cuando los salarios del sector se deprimieron y la renta estatal permaneció marginal, de acuerdo con un ensayo del investigador Vladimir Diaz Cuellar. El documento The political economy of mining in Bolivia during the government of the Movement Towards Socialism (2006-2015) señala que a pesar del discurso nacionalizador las políticas económicas aplicadas por el Gobierno boliviano en el sector minero han sido una continuación del modelo neoliberal.
Fuente: Latino Minería
El documento, titulado The political economy of mining in Bolivia during the government of the Movement Towards Socialism (2006-2015), redactado por el académico, señala que a pesar del discurso nacionalizador vigente desde 2006, las políticas económicas aplicadas por el Gobierno boliviano en el sector minero han sido una continuación del modelo neoliberal.
Según el ensayo, durante el ciclo de precios altos de los minerales, que se presentó en la última década, las cuatro principales empresas mineras con capitales transnacionales (San Cristóbal, Sinchi Wayra, Manquiri y Panamerican Silver) obtuvieron utilidades netas mayores a 1.100 millones de dólares en la última década (ver gráfico).
“Las subsidiarias de las transnacionales reportaron utilidades netas en forma sólida en el curso de la última década. El grueso de éstas provino de la mina San Cristóbal, la cual en promedio registró utilidades de 140 millones anuales”, explica.
Díaz Cuellar sostiene que este nivel de utilidades fue logrado a pesar de las amenazas nacionalizadoras del Gobierno.
“Exceptuando Sinchi Wayra, las subsidiarias de estas empresas transnacionales estuvieron entre las más importantes fuentes de utilidades en cada conglomerado”, añade.
El análisis fundamenta que este podría ser un dato irrelevante en el caso de las transnacionales Coeur Mining (Manquiri) y Panamerican Silver, ya que las mismas no son tan grandes en sus rubros, pero gana relevancia si se habla de Sumitomo (San Cristóbal), que según la revista especializada en negocios, Forbes, fue la empresa 645 entre las más grandes del mundo en 2016.
Respecto a Glencore (Sinchi Wayra), el autor indica que ésta es la sexta empresa minera del mundo, de acuerdo con la firma PwC.
“Es evidente que, con respecto a las ganancias, las empresas transnacionales han pasado por un periodo extraordinario”, sostiene.
En el mismo periodo de bonanza minera, los salarios de los trabajadores del sector no se incrementaron, sino que se redujeron.
“Entre 1996 y 2005, los salarios mensuales reales de los trabajadores mineros de las empresas privadas se incrementaron en 75%. En cambio, en la década de espectaculares precios de los metales, los salarios de estos obreros se contrajeron. De hecho durante la mayor parte de la bonanza sus salarios apenas si fueron superiores a los de 1996”, remarca Diaz.
Así como los salarios, la renta percibida por el Estado, mediante la recaudación de impuestos y regalías durante el súperciclo de los precios de las materias primas, también fue mínima.
“Apenas el 8,1% del valor bruto de la exportación de minerales ha constituido la presión fiscal durante el periodo 2004-2014. Esto significa que sólo una muy pequeña parte del valor exportado se convirtió en ingresos para el Estado”, recalca en el ensayo.
Este nivel de presión fiscal representa una proporción mayor que la correspondiente al periodo 1986-2003, que llegó a 2,2%; sin embargo, es históricamente menor al 37% del periodo 1970-1981 (periodo anterior al neoliberalismo) y también inferior a la carga fiscal de la década de 1930 (antes de la nacionalización de las minas), que fue de 13,8%.
De esa manera el sistema tributario es más benigno con las grandes empresas mineras que los aplicados en Chile y Perú.
Por ejemplo, según una estimación de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Chile capturó, entre 2000 y 2013, el 28% del valor creado en el sector privado, mientras que Bolivia obtuvo el 23% en el mismo periodo.
En esas circunstancias, Diaz observa que no es sorpresa que los impuestos pagados por el sector minero hayan representado una parte insignificante de los ingresos fiscales en los últimos años.
El total de los tributos pagados por el sector estratégico de la minería fueron inferiores incluso a los correspondientes a las principales empresas de cerveza y bebidas, complementa.
Durante el auge la producción creció en valor y volumen
Durante el período de los espectaculares niveles alcanzados por los precios de los minerales, el país marcó récords históricos en términos de valor y volumen, señala el ensayo The political economy of mining in Bolivia during the government of the Movement Towards Socialism (2006-2015).
“En términos de valor, la producción nacional, que prácticamente nunca había cruzado la frontera de los 500 millones de dólares entre 1982 y 2004, Para 2006 había alcanzado los 1.151 millones de dólares y marcar el récord histórico de 4.156 millones de dólares en 2012 (en 2014, se registró 3.599 millones de dólares)”, explica el ensayo.
En términos de volumen, entre 1980 y 2005, la producción de zinc creció de 50.000 toneladas métricas (Tn) a 159 mil. Sin embargo, en 2012, saltó hasta 400 mil Tn para alcanzar, en 2014, el pico histórico absoluto de 449 mil Tn.
“De la misma forma, la producción de plata, que en casi 30 años sólo se había incrementado de 190 Tn en 1980, hasta 525 Tn en 2007, se elevó luego a 1.345 Tn en la gestión de 2014.
La producción de plomo, que cayó entre 1980 y 2006, (de 17.000 Tn a 12.000 Tn), en 2008 ya registraba 82.000 Tn y en 2011 llegó a 100 mil Tn.
En el caso del oro, la producción oficial de este metal precioso pasó de seis toneladas en 2010 a 28 toneladas en 2012, sin embargo, el ensayo aclara que los datos no son confiables.