Ciudad de Buenos Aires y Perito Moreno (Santa Cruz), Argentina / Santiago de Chile y Aysén (XI Región), Chile – 23/09/07. Mientras en la pastera Botnia se ultiman los aprestos para empezar a operar frente a las costas argentinas antes de fin de año, y sin que el gobierno de Kirchner haya logrado hasta ahora detenerlas o influir sobre sus planes, otra fuente de inquietud diplomática y ambiental comenzó a gestarse allende los Andes: en la zona chilena de Aysén, contigua a la provincia de Santa Cruz, un consorcio de empresas proyecta construir cinco represas hidroeléctricas para paliar el agudo déficit energético de Chile. ¿El problema? Que las obras se realizarán sobre dos ríos que nacen en lagos andinos cuya soberanía es compartida entre Chile y Argentina, y que documentos bilaterales obligan a los dos países a coordinar la explotación de los “recursos hídricos compartidos”. Cancillería sigue el tema con atención. Y los vecinos de la zona ya se organizaron para resistir.
Fuente: Clarín
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En tanto que los diplomáticos cruzan informes y preguntas, y en Santiago asoma la idea de que Buenos Aires debe aceptar las represas sin chistar a modo de compensación por las intermitencias en el envío de gas, cientos de pobladores patagónicos tanto chilenos como argentinos comenzaron a organizarse para resistir lo que consideran sería una mutilación irreparable a un ecosistema único.

Tras décadas de estudios, el proyecto hidroeléctrico en la zona de Aysén comenzó a tomar forma definitiva hace dos años. Con una inversión estimada en 2.750 millones de dólares y la intención de generar un 20 por ciento de la energía que Chile calcula consumir dentro de diez años, el plan consistía, en principio, en construir dos represas sobre el río Baker y otras dos sobre el río Pascua, en el sur del país. El año pasado, la poderosa empresa de energía Endesa -cuya casa matriz está en España y que también opera en Argentina- se asoció a la firma Colbún para crear la nueva empresa HidroAysén. En los primeros meses de 2007 se reformuló el proyecto original, que sumó otra represa a las cuatro concebidas y redujo de 9.300 a 5.910 las hectáreas que quedarán bajo las aguas. Si el cronograma pautado se cumple, en el primer trimestre de 2009 deberían comenzar las obras.

¿Por qué tales noticias son de interés para los argentinos? Veamos. El río Baker nace en el lago General Carrera, sector chileno del lago argentino Buenos Aires. Las aguas del río Pascua, a su vez, fluyen desde el lago andino O'Higgins, que de este lado de la frontera -que en ese sitio no es más que una línea imaginaria sobre la superficie lacustre- se llama San Martín. Esta información no sería relevante, si no fuera porque en agosto de 1991 Argentina y Chile firmaron un “Protocolo específico adicional sobre recursos hídricos compartidos”, en el que ambos países se comprometieron a que el aprovechamiento de las aguas por parte de una de las partes “no deberá causar perjuicios a los recursos hídricos compartidos, a la cuenca común o al medio ambiente” y a que “los planes generales de utilización serán elevados a la consideración de los respectivos gobiernos”, en el marco de un “manejo integral de las cuencas hidrográficas”. Otro detalle: según los planos, la represa Baker 1 se construiría a sólo 67 kilómetros de la frontera.

El protocolo de 1991 también contempló el establecimiento de planes generales de utilización de los recursos hídricos compartidos y la entrega recíproca de información. Estas tareas estarían a cargo de un Grupo de Trabajo binacional. En 1996, Argentina y Chile firmaron otro protocolo adicional, esta vez con respecto a la definición de la controversia por la soberanía de los “Hielos Continentales” (la zona de glaciares eternos que se despliega al sur del lago San Martín, en el que nace el río chileno Pascua). En su texto, ambos países se comprometieron a “actuar de manera coordinada en la protección y preservación del medio ambiente en la mencionada zona, respetando su estado silvestre, sus recursos naturales y paisajísticos y asegurando que se adopten todas las medidas necesarias para prevenir la contaminación de cualquier fuente”.

Para conocer la posición argentina frente a los proyectos chilenos, Clarín intentó hablar con el secretario de Recusos Hídricos, Fabián López, quien no aceptó responder. Sin embargo, fuentes de la Cancillería aseguran que López es el funcionario que mejor conoce el tema, y que trabaja junto a los diplomáticos en el diseño de la estrategia argentina. “Estamos siguiendo este proceso con suma atención. Sabemos que las represas podrían tener un impacto sobre la protección del medio ambiente en el sector argentino de los lagos compartidos”, dicen estas fuentes.

Entre noviembre de 2005 y febrero de 2006, Argentina pidió datos a Chile en tres ocasiones, y recibió dos respuestas con información sobre “los aspectos generales de las obras”. Las represas de Aysén también se mencionaron en dos cumbres bilaterales de ministros y en dos reuniones del Grupo de Trabajo sobre recursos hídricos compartidos. “Estamos muy atentos”, dicen en el piso 13 de la Cancillería, donde se analiza el tema. “La ventaja que hay con Chile es que por una historia de desconfianza mutua todos los derechos y obligaciones de cada país están documentados hasta en los detalles”.

En Santiago, la jefa de Prensa del proyecto hidroeléctrico Aysén, María Irene Soto, aclara que no está autorizada para hablar en nombre de la empresa, pero dice que “el director general de Aguas, Rodrigo Weisner, aclaró que estos proyectos están insertos en ríos que nacen y mueren en Chile”. Clarín se comunicó con la vocera de Weisner, pero desistió responder.

Según el Código de Aguas chileno, sancionado en 1981 bajo la dictadura de Augusto Pinochet, el Estado puede ceder “derechos de uso de aguas” a empresas privadas, que desde entonces tienen amplias potestades para disponer de los ríos y explotar su potencial económico.

La Cancillería chilena contestó por escrito las preguntas de Clarín. “El diseño definitivo de los proyectos no ha concluido”, aclara en el texto. Y dice que, “de llevarse adelante, no se situarán sobre recursos hídricos compartidos, pues no afectarán la cota mínima de los lagos fronterizos y se localizarían aguas abajo”. Los voceros del canciller Alejandro Foxley advierten también que “los planes generales de utilización -de los recursos hídricos compartidos- no son instrumentos concebidos en forma incompatible con proyectos de esta naturaleza”. “Se ha entregado toda la información sobre los proyectos existentes en la etapa de estudios que existe hasta el momento”, concluye la declaración.

Aunque las represas de Aysén son desconocidas para la mayoría de los argentinos, en Chile los pedidos de informes de Buenos Aires agitaron los ánimos, que aún están sensibles a causa de los pasados cortes en el envío de gas a Santiago. Los documentos que explican el Proyecto HidroAysén dicen y repiten que “el país requiere lograr independencia y seguridad energética”, y subrayan que, con las represas, Chile podrá hacer uso de un “bien natural soberano”.

El clima en Santiago está espeso. El diario El Mercurio publicó en mayo pasado que Argentina había solicitado información sobre el proyecto “aduciendo derechos de agua”, y generó una retahíla de declaraciones, como la del senador derechista por la Unión Demócrata Independiente, José Antonio Coloma: “Esto me recuerda la forma en que se inició el litigio fronterizo entre Uruguay y Argentina por las papeleras. Me parece casi impúdico un planteamiento argentino tendiente a tratar de poner atajos a este proyecto, más cuando nos han limitado el gas incumpliendo tratados internacionales y sabiendo que ese río es una de las pocas alternativas energéticas viables y rápidas para el país”. Para el diputado Jorge Tarud, del centroizquierdista Partido por la Democracia, “Argentina tiene una buena oportunidad para entregarnos una señal de buena fe”.

Más allá de la controversia diplomática, el proyecto de las represas en Aysén generó un fuerte movimiento de rechazo entre muchos vecinos de la zona que será afectada por las obras, quienes ya llevan casi dos años resistiendo el avance del proyecto. Nucleados en la “Coalición Ciudadana por Aysén, Reserva de Vida”, aseguran que la magnitud de la obra afectará sensiblemente un ecosistema que permanece intacto. Un dato importante: la movida ambientalista incluye a varios grupos de vecinos argentinos (ver Argentinos y chilenos…).

Esta resistencia preocupa a los empresarios mucho más que los eventuales reparos de la Cancillería argentina. Para intentar conjurarla, HidroAysén promete beneficios en obras de infraestructura (energía barata, caminos, puertos, comunicaciones), y lleva adelante un programa de visitas a las comunidades de la región, para “conversar en forma transparente” con los pobladores, y “recoger sus observaciones”.

El analista internacional Fabián Calle ve la situación con preocupación: “Desde 2004, Chile y Argentina asisten a periódicas tensiones derivadas del corte parcial en los flujos de gas argentino. En este contexto, medios de prensa chilenos hablaron de avanzar en la construcción de las represas en Aysén aun a costa del acuerdo binacional sobre uso de los recursos hídricos. Por otro lado, el actual Libro Blanco de la Defensa de Chile presenta como una meta central la 'defensa de los intereses económicos', y la oposición de centroderecha enfatizó en los potenciales riesgos que tendría para los intereses de Chile el creciente énfasis argentino en la protección de recursos naturales como el agua. Hay que caminar con cuidado”, advierte.

La traumática experiencia con la pastera Botnia en Uruguay mostró cuán importante es la defensa del medio ambiente para los argentinos, y qué altos son para el Gobierno los costos de desatender un frente diplomático que mostraba señales de alerta. Con Chile, las cosas pueden ser distintas. Todavía.

LOS VECINOS DE LA PATAGONIA, CONTRA LAS REPRESAS Y LAS MINAS
Argentinos y chilenos se unen para los reclamos ecologistas
En la región chilena de Aysén, contigua a Santa Cruz, viven 100.000 personas, muchas de las cuales integran las catorce organizaciones civiles que en enero de 2006 conformaron la Coalición Ciudadana por Aysén Reserva de Vida, principal mojón de resistencia ante el megaproyecto de las represas. “Esas obras serían el peor negocio que puede hacer Chile”, dice el periodista Patricio Segura, vocero de la Coalición. “Este territorio tiene un alto valor ambiental, paisajístico y cultural, y si se llegaran a concretar los planes se lo va a dañar con gigantescas inundaciones, destrucción de bosques, instalación de enormes líneas eléctricas de alta tensión y modificación irreversible de ecosistemas únicos”, explica.

No es la suya la única voz en la defensa del entorno natural patagónico: a ambos lados de la cordillera, los vecinos están organizando las protestas. El 20 de marzo de este año, nació en Coyhaique (Chile), el Consejo de Defensa de la Patagonia Chilena. El 10 de junio se realizó en Los Antiguos (Santa Cruz) el primer encuentro binacional “Patagonia Pura-Agua Dulce a Salvo”, para exigir el “cumplimiento estricto” del Protocolo de 1991.

El 30 de junio, en Chaitén (Chile), nació el Primer Parlamento Medioambiental de la Patagonia, integrado por asociaciones chilenas y argentinas, con una meta clara: “la Patagonia debe permanecer libre de megaproyectos de explotación”. Por último, el 20 de julio pasado se creó en Bariloche la Red Patagónica Sin Fronteras, en la que reportan organizaciones vecinales chilenas y argentinas.

Jorge Faggiano, vecino de Los Antiguos y titular de la Asamblea de Vecinos Autoconvocados en defensa del Lago Buenos Aires, es contundente: “En la Patagonia andina la naturaleza está en riesgo por diferentes proyectos, pero todos tienen un hilo en común. Las megarrepresas de Aysén, por ejemplo, están pensadas para venderles energía barata a las mineras que se están instalando en la zona. En los dos países hay leyes pensadas para beneficio de las empresas trasnacionales, pero también personas que peleamos para defender el agua pura”, explica.

Desparramadas en ciudades y pueblos de la cordillera, desde Bariloche hasta El Chaltén, del lado argentino hay más de 700 personas que participan de las campañas ecologistas. Una de ellas es Laura Petralli, de la agrupación de Vecinos Autoconvocados de Perito Moreno. “Con las represas y los proyectos mineros van a arrasar ecosistemas completos, lugares preciosos que hoy sirven para la caza, la pesca, la ganadería y la siembra de frutos finos”, dice con angustia. “Nuestro principal atractivo turístico es la Cueva de las Manos, Patrimonio Cultural de la Humanidad. Ahí nomás ya funciona la mina de oro San José-Huevos Verdes, y hay otros siete proyectos en camino”.

Los reclamos, como la solidaridad, cruzan la cordillera de ida y de vuelta. Como parte de una estrategia común con los ambientalistas argentinos, la Coalición por Aysén Reserva de Vida le pidió al canciller chileno que exija a Argentina información sobre “minería y represas que podrían afectar cuencas chilenas”.