Lima, Perú- 09/03/09. El distrito más deprimido de Perú está en La Libertad, una región de intensa actividad minera, que ha aportado al Estado fondos equivalentes a 60 por ciento de sus ingresos por exportaciones. Pero sus beneficios no llegan a los más pobres. En Ongón, casi 100 por ciento de sus 1.694 habitantes son pobres. El pueblo se ubica en la provincia de Pataz, en la noroccidental La Libertad donde opera la empresa aurífera Real Aventura.
Fuente: IPS
En Ongón, casi 100 por ciento de sus 1.694 habitantes son pobres. Es el pueblo con más carencias del país, según un estudio del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) publicado el 20 de febrero, que investigó desde 2007 las condiciones de vida de la población de los 1.832 distritos peruanos.
Ongón está en la provincia de Pataz, en la noroccidental La Libertad, donde opera la empresa aurífera Real Aventura.
Casi la totalidad de la población, 99,4 por ciento, no tiene agua, saneamiento ni alumbrado público. Ongón sólo recibe 0,21 por ciento del canon que el gobierno central distribuye a La Libertad por la explotación minera de varias empresas.
El canon, creado por el Estado, es un mecanismo de distribución de los recursos fiscales que dejan las industrias extractivas. En el caso de la minería, representa 50 por ciento del impuesto a la renta que pagan las compañías al fisco. Pero la experiencia expone desigualdades en su reparto.
El segundo distrito más pobre, según el INEI, es Bambamarca, de 3.537 habitantes, en la provincia Bolívar, región La Libertad, de gran actividad de la mediana y pequeña industria minera.
Bambamarca sólo recibe 0,22 por ciento del canon de su región.
La situación se repite en Condomarca, otro distrito de Bolívar. Casi 100 por ciento de sus habitantes son pobres a pesar de varias operaciones mineras en el área que habitan.
Entre los 10 distritos más pobres está Patambuco, de la provincia de Sandia, ubicada en la región altiplánica de Puno, que ve pasar como un forastero las riquezas mineras que extrae la empresa homónima, en especial el oro.
Riquezas extraordinarias
Puno es el centro de la producción nacional de estaño y el tercer productor mundial de ese metal.
Perú se sitúa quinto entre los productores mundiales de oro, segundo en plata, tercero en cobre y zinc, y cuarto en plomo.
En 2006, las principales empresas del sector obtuvieron 3.448 millones de dólares de ganancias adicionales y en 2007 acumularon 4.137 millones de dólares, beneficiadas por aumentos de los precios internacionales de los minerales y por beneficios tributarios otorgados por el Estado.
Según la industria, entre 1992 y 2007, las empresas mineras y energéticas realizaron inversiones de más de 24.150 millones de dólares. La minería aportó al Estado 3.000 millones de dólares en 2006 y más de 3.500 millones en 2007, por concepto de impuesto a la renta.
Bajo el gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000), se firmaron contratos de estabilidad tributaria con el sector privado, que congelaron el pago de impuestos para promover la inversión. En virtud de esos acuerdos, 25 grandes compañías mineras no pagan regalías.
La ausencia de esas regalías y la no aplicación del impuesto a las ganancias extraordinarias privaron al Estado de casi 2.700 millones de dólares de fondos fiscales entre 2006 y 2007, reveló un estudio de la no gubernamental Propuesta Ciudadana, a partir de datos oficiales.
En su campaña electoral, el presidente Alan García había prometido revisar esos contratos y adoptar el impuesto a las ganancias extraordinarias, pero no cumplió.
Hoy, ante la crisis económica mundial que ha provocado caídas en la demanda y en los precios, se prevén mayores reducciones de los fondos fiscales.
El problema del reparto de lo poquito que pagan las mineras
Las sumas crecientes de los últimos años no se han sabido aprovechar para atender las necesidades de la población por varios factores, como la concentración de los recursos en pocas manos, indican especialistas.
Sesenta y tres por ciento de los recursos para inversión que distribuyó el gobierno central a las regiones, por el canon y por el Fondo de Compensación Municipal, se concentraron en 2007 en apenas cinco regiones: Ancash, Tacna, Cusco, Cajamarca y Moquegua.
Dentro de las regiones, la distribución también resultó desigual. En Ancash, casi la mitad de los recursos fueron a sólo una de sus 20 provincias.
“Resulta preocupante que luego de un crecimiento continuo de la actividad minera en la última década, los indicadores de pobreza y de calidad de vida de la gente que rodea estos proyectos no hayan sufrido cambios sustantivos”, dijo a IPS el economista José de Echave, responsable del programa minería y comunidades de la organización no gubernamental CooperAcción.
Para De Echave, “no se ha generado una relación virtuosa con la actividad minera, un sector que ha gozado de una serie de beneficios tributarios desde los años 90, y no se han creado mecanismos de distribución apropiados para que la población con mayores carencias se beneficie”.
“El gobierno debería sacar lecciones de estas cifras de pobreza y construir políticas públicas que reviertan la situación”, agregó.
Análizando con los anteojos mineros
Para Epifanio Baca, responsable del proyecto Vigilancia de las Industrias Extractivas de Propuesta Ciudadana, el fracaso en la reducción de la pobreza obedece a problemas estructurales del Estado, que no sólo dependen de cuánto se recaude del sector minero.
“Para conseguir derribar esas cifras se necesita una inversión sostenida de 15 años en diversas áreas, porque la minería te da los recursos fiscales para hacer cosas, pero no te crea las condiciones para que se produzca el desarrollo de la noche a la mañana”, dijo Baca a IPS.
“Hay que considerar cuál es la responsabilidad de la empresa en el ámbito en el que opera, y del Estado, porque si la gente es muy pobre en esas zonas es porque hay muy pocos activos –escasa educación, mala salud–, entre otros aspectos que corresponde al Estado afrontar”, agregó.
El economista Pedro Francke, especialista en pobreza, opinó que la minería puede tener algún impacto positivo, pero no resuelve el problema de los caseríos paupérrimos alrededor del yacimiento.
En muchos casos esa población no cuenta con mano de obra calificada para poder acceder a la dinámica laboral de la empresa, dijo Francke a IPS. Además, la actividad minera de por sí no genera encadenamientos productivos, pues los minerales son principalmente destinados a la exportación, agregó.