Hasta 40 consorcios de EEUU, Canadá, Australia e incluso China explotan las minas de oro de la cordillera andina que cuentan con unas reservas confirmadas de 150 millones de onzas
RAMY WURGAFT/Buenos Aires para www.elmundo.es
La época en que los osados aventureros se adentraban en la cordillera de los Andes en busca de metales preciosos ha concluido. Ahora son grandes empresas de Canadá, Australia, Estados Unidos, Sudáfrica y hasta de China -por ese orden- las que exploran el lado argentino de la cordillera, contagiadas por la fiebre del oro. En una extensión de 4.420 kilómetros que abarca desde Jujuy por el norte hasta los límites meridionales de la Patagonia, donde la cordillera se sumerge formando islotes y ventisqueros, se escucha el estrépito de las gigantescas palas mecánicas y se siente el penetrante olor del cianuro con que se separa el precioso metal de la escoria.
En 2004, las exportaciones argentinas de oro de buena ley superaron los 1.200 millones de dólares. El ministro de Minería, Jorge Mayoral, asegura que para 2006 las inversiones de capital y de infraestructura serán de 1.300 millones de dólares y que las exportaciones llegarán a los 1.500 millones de dólares, transformando la minería en una de las mayores fuentes de ingreso de divisas.Mayoral reconoce que si bien la parte del león corresponde a los 40 consorcios extranjeros que actualmente operan en Argentina, el número de firmas locales que se incorporan a los emprendimientos extractivos ha aumentado de ocho a 16 en los dos últimos años.«Si esta tendencia se mantiene no está lejano el día en que las ganancias se distribuyan a partes iguales. También hay que tener presentes los 29.400 nuevos puestos de trabajo y los 122.000 empleos indirectos que aporta la expansión de este sector, que hasta 1992 apenas contrataba a 10.000 mineros», dice el ministro.
Las perspectivas que se abren son inimaginables ya que hasta hoy sólo se ha explorado metódicamente el 25% de la franja andina, donde las reservas comprobadas son del orden de los 150 millones de onzas de oro. «En el resto del sistema longitudinal (el 75% de la vertiente argentina de Los Andes) las empresas han realizado por cuenta propia lo que se denomina «prospecciones de tanteo» (sondeos parciales, que prescinden de imágenes satelitales), pero si el manto rocoso es uniforme las vetas auríferas deben de ser igualmente ricas a lo largo de todo el macizo montañoso», dice Mauricio Rojas, del Consejo Superior de Geología.
El boom de la minería en Argentina se debe principalmente a la fe inquebrantable de los inversores en la estabilidad del precio del oro, que batió un record histórico al cotizarse la semana pasada a 380 dólares la onza. No obstante, de nada valdría este factor si no se hubiera promulgado en 1992, la ley que fija un tope del 3% al impuesto que el Estado anfitrión tiene derecho a cobrar en concepto de regalías. El hecho de que este marco legal haya sobrevivido al caos que provocó la crisis de 2000-2001, sumado a las garantías que ha ofrecido el gobierno de Néstor Kirchner de respetar las reglas del juego, ha inducido a gigantes del tamaño de la Anglo Gold (Sudáfrica); la Lithium Corp (EEUU) o la australiana MIM Holdings a desembarcar millones de toneladas de equipamiento en los puertos argentinos.
El mayor proyecto que se vislumbra es el de Pascua Lama, un yacimiento situado sobre la frontera de Argentina y Chile a 4.600 metros sobre el nivel del mar, donde la Toronto Barrick Gold en joint venture con los países limítrofes pretende invertir 1.400 millones de dólares. Según Vince Borg, portavoz de la empresa canadiense, a partir de 2006 la mina a cielo abierto debería estar produciendo entre 675.000 y 700.000 onzas al año durante un quinquenio. «Para instalar la infraestructura se contrataría a 5.000 personas y a 1.500 durante los 20 años de explotación que contempla el contrato», dijo Borg. Barrick es un coloso que produce 5,5 millones de onzas de oro al año. El 60% de su producción proviene de los yacimientos de Nevada (EEUU), Tanzania (Africa) y el oeste de Australia.Recientemente la compañía ha extendido sus operaciones a Sudamérica y Rusia.
Nueva Economía, suplemento de El Mundo, 30 de Enero de 2005, número 259