En Chubut, se promociona la construcción del mayor parque eólico del país. Sin embargo, no basta con instalar un número significativo de megavatios de capacidad renovable. La potencia instalada no sirve si no está operativa. Por lo tanto, lo más importante, no es el tamaño del proyecto sino el modo en que se realizaría la gestión de activos. El pilar oculto de la transición energética consiste en supervisar y evaluar el estado de las instalaciones en forma permanente para garantizar el correcto funcionamiento de las plantas, basándose en tres pilares fundamentales: gestión técnica, gestión ambiental y control financiero. No nos obnubilemos por las dimensiones de un proyecto sino que se garantice la sostenibilidad a largo plazo y que sea realmente una transición energética justa priorizando el acceso a la energía de las comunidades postergadas de nuestra provincia.

Por: Miguel Montero

Los proyectos de energía renovable deben funcionar con la precisión de un reloj, pero la capacidad instalada es solo la esfera visible. Es la gestión de activos la que asegura que todas las piezas internas trabajen juntas para ofrecer un rendimiento duradero y preciso a lo largo del tiempo. Instalamos megavatios de capacidad, construimos complejas infraestructuras de conexión, pero sin una gestión adecuada, estos activos pierden eficiencia.

La gestión de activos es un servicio estratégico que no solo preserva el valor de las inversiones iniciales, sino que garantiza también la sostenibilidad a largo plazo de los proyectos renovables. En los últimos meses, la producción de electricidad a partir de energías renovables en España ha alcanzado un hito histórico, representando ya el 57,3% del total. Este avance es prometedor, pero para alcanzar la neutralidad climática en 2050, es crucial enfocarse, también, en la gestión de activos, una fase a menudo subestimada pero vital en cualquier proyecto renovable.

Operación de las plantas

La fase de operación, cuando las plantas están activas produciendo energía, es especialmente delicada. Con una vida útil estimada de 25 a 30 años para proyectos solares y eólicos, optimizar el rendimiento y prolongar la vida útil de los equipos e infraestructuras se antoja esencial y fundamental. Esto se traduce en mayor eficiencia, disponibilidad y rentabilidad. En otras palabras: una gestión de activos adecuada permite maximizar la energía generada, reducir pérdidas y contribuir a la estabilidad energética del sistema.

En el sector de las energías renovables, los activos operan en condiciones desafiantes: desde parques solares bajo intensa radiación hasta parques eólicos en ubicaciones remotas. La eficiencia operativa es clave para la rentabilidad, y aquí los profesionales especializados en gestión de activos juegan un papel indispensable, aunque a menudo poco reconocido.

Además, las infraestructuras de conexión eléctrica, vitales para transportar la energía generada hasta los consumidores, requieren atención constante. Aunque se celebra como un hito técnico en la planificación, su mantenimiento es esencial para evitar cuellos de botella e interrupciones en su disponibilidad, a fin de poder exportar la energía generada en cada momento, pilar fundamental para cumplir el plan de negocio sobre el que se desarrolla cada proyecto de generación.

Estrategias

Esta gestión también está estrechamente vinculada a la optimización de costes, así como a la planificación basada en el conocimiento técnico, experiencia previa y conocimiento contrastado de procedimientos y normativa. Estrategias preventivas y predictivas, apoyadas hoy en tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial y el análisis de datos, permiten, además, predecir fallos y optimizar el mantenimiento.

Menos tiempos de inactividad, costos de mantenimiento reducidos y vida útil prolongada de los activos son algunos de los beneficios directos. Lo cierto es que un cuarto de siglo de operación no sería posible sin una gestión técnica adecuada.

La potencia instalada no sirve si no está operativa y la gestión de activos permite supervisar y evaluar el estado de las instalaciones para garantizar su correcto funcionamiento, basándose en tres pilares fundamentales: gestión técnica, gestión ambiental y control financiero.

Por tanto, la gestión de activos no puede dejarse al azar ni depender de un mantenimiento reactivo. Se necesita un equipo especializado que comprenda las particularidades de cada tecnología, pueda anticipar problemas y proponer soluciones innovadoras. Estos profesionales no solo operan técnicamente, sino que son estrategas que comprenden el ciclo de vida completo de los activos y cómo maximizar su valor a lo largo del tiempo. Es fundamental generar conciencia sobre el rol central de la gestión de activos en la transición energética.

No basta con instalar un número significativo de megavatios de capacidad renovable; debemos garantizar que estos activos sigan generando energía limpia de manera eficiente durante su vida útil.

Esto requiere un enfoque integral, que abarque tanto las infraestructuras renovables como las de conexión, y un equipo capacitado para llevar a cabo esta misión estratégica.
Si bien debemos celebrar los avances en energías renovables, el verdadero éxito a largo plazo radicará en CÓMO gestionamos lo que hemos construido.**
La gestión de activos no es solo una etapa del proyecto, es el pilar que sostiene la transición energética hacia un futuro sostenible, recordémoslo.

Miguel Montero es director general de Texla Renovables.

Publicación original: https://elperiodicodelaenergia.com/gestion-de-activos-el-pilar-oculto-en-la-transicion-energetica/