En Chubut existe una decena de movimientos populares que luchan por el cuidado del entorno. La mayoría funciona bajo el concepto de Unión de Asambleas Ciudadanas, de manera inorgánica y sin política partidaria. Buscan generar conciencia sobre el cuidado del agua y el riesgo de actividades industriales que son potencialmente contaminantes.
Fuente: El Patagónico
Zulma Usqueda es descendiente de catamarqueños y en un viaje que realizó en 2008 a la tierra de sus padres se enteró que una compañía estaba interesada en instalar un emprendimiento minero de uranio a 17 kilómetros – de Tinogasta. Esto le llamó la atención y decidió contactarse con vecinos autoconvocados del lugar, a quienes les ofreció juntar firmas aprovechando que en Comodoro Rivadavia hay muchas personas que migraron de esa provincia.
Así comenzó a sumergirse en el mundo del cuidado ambiental y ese mismo año terminó dando origen al Foro Ambiental y Social de la Patagonia (FASP), la organización activa más antigua de esta ciudad en lo relacionado con la lucha por la protección del medioambiente.
Hoy ese foro es una de las tantas organizaciones sociales que existe en Chubut, provincia donde hay un importante movimiento asambleario y cerca de diez organizaciones no gubernamentales que trabajan en problemáticas ambientales. Así se desprende de los datos del registro de la Subsecretaría de Gestión Ambiental y Desarrollo Sustentable del Ministerio de Ambiente de Chubut.
Usqueda recuerda que cuando comenzó a interiorizarse sobre la actividad minera lo que más le llamó la atención fue la utilización de agua que realizaban estas empresas para la explotación. “Eso me hizo un clic en la cabeza y empecé a ponerme en contacto con gente de Esquel. Les propuse hacer un encuentro en la Universidad porque me pareció el espacio más creíble para instalar esta temática. Vino Raúl Montenegro, gente del pueblo colla de Jujuy, Santa Cruz y Esquel”, rememoró.
“Fue en 2008 y le dio pie al Foro Ambiental y Social de la Patagonia. Hoy seguimos siendo un grupo chiquito y cambiante, pienso que es porque la participación de la gente muchas veces tiene que ver con los triunfos o no de determinadas acciones. Esto es que una lucha es a largo plazo y no todo el mundo está dispuesto a hacerlo. Es una lucha contra poderes económicos fuertes y que en lo cotidiano los triunfos pueden ser lejanos”, consideró.
Hoy para ese foro el principal motivo de lucha sigue siendo el agua, el cuidado de las cuencas hidrográficas que alimentan al lago Musters, espejo que abastece a Sarmiento, Comodoro Rivadavia, Rada Tilly y Caleta Olivia, y que ha sufrido una importante baja de su nivel. Incluso ha desaparecido el lago Colhué Huapi, al cual alimenta.
Sin embargo, el FASP no está solo. Este año en Comodoro Rivadavia también tuvo su origen la Asamblea Ciudadana, rama de la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC) que se moviliza a nivel nacional por distintas problemáticas sociales.
La abogada Silvia de los Santos es una de las integrantes de ese movimiento. Contó que la asamblea surgió a principios de año luego del recital que Manu Chao realizó en el Predio Ferial.
El 4 de marzo realizaron una marcha, dando origen al movimiento con reuniones periódicas el primer viernes de cada mes. “Es un espacio horizontal, por eso no tenemos personería jurídica. No hay comisiones, no hay líderes, somos las personas que participamos en ese momento y es soberana en sus decisiones, no va a venir nadie con representaciones”, argumentó.
“El eje siempre es la defensa de la vida y la defensa del agua, que es una de las principales cosas que utiliza la megaminería. Entonces también aparece el fracking que lo tenemos en la ciudad. Esta técnica de explotación de petróleo o gas no convencional es la megaminería del petróleo”, cuestionó al trazar los ejes de lucha en esta ciudad.
Hace unas semanas, la Asamblea de Comodoro Rivadavia fue sede del encuentro de la Unión de Asambleas ciudadanas de la Patagonia. La reunión se celebró el 17 de agosto en el Colegio Salesiano Deán Funes, con la participación de la Unión de Asambleas Ciudadanas de Chubut, organización que se formó en 2012 y que en 2014 impulsó la Iniciativa Popular.
Ese fue uno de los principales temas que se trató en el encuentro reciente, ya que el objetivo es que la Legislatura debata nuevamente el proyecto sobre restricciones a la minería tratado en 2014 por los diputados provinciales.
Según recuerda De los Santos, el proyecto iba a ser votado y sancionado por la Legislatura el 25 de noviembre de ese año durante la gestión de Martín Buzzi como gobernador. Sin embargo, se terminó aprobando un proyecto diferente. Esto motivó reclamos de los asambleístas y el posterior veto al proyecto del gobernador Mario Das Neves en febrero de este año.
Ahora el proyecto fue reimpulsado por la Asamblea Ciudanía de Chubut y hace una semana los integrantes del movimiento se reunieron con el diputado provincial Alfredo Di Filippo (FpV), quien preside la Comisión Permanente de Desarrollo Económico, Recursos Naturales y Medio Ambiente en la Legislatura.
El legislador escuchó las inquietudes de ciudadanos de Rawson, Puerto Pirámides, y Trelew, quienes pidieron el tratamiento y original aprobación del proyecto de la Iniciativa Popular que fue respaldada por miles de firmas de ciudadanos para frenar el avance de la megaminería.
Di Filippo prometió canalizar esas inquietudes en el ámbito parlamentario y planteó la necesidad de un debate “esclarecedor” respecto del aprovechamiento responsable de los recursos naturales sin afectar el ambiente natural en la región patagónica.
Para De los Santos, es fundamental que se apruebe dicha modificación. “Queremos que se le dé tratamiento y que se apruebe. La Legislatura estaba obligada a dar tratamiento al proyecto y no lo trataron, ese día aprobaron otro proyecto de manera fraudulenta”, criticó.
EN TODO CHUBUT
Evelin Oyarzo (30), también considera que ese tema es prioritario. La joven forma parte de la Asamblea Ciudadana de Rawson, la cual nació en 2011 con reuniones en casa de vecinos y sindicatos, que luego por no ser señalados o perjudicados dejaron de cederles los espacios.
Este espacio en la actualidad es integrado por quince personas en forma activa y decenas de participantes ocasionales. El movimiento es considerado una de las asambleas más activas por estar en Rawson, centro de las decisiones políticas en Chubut.
Según explicó la joven nacida en la cordillera, el grupo se reúne el cuarto día de cada mes para marchar en simultáneo contra la megaminería, tal como sucede en Esquel y otras ciudades.
“Hasta el año pasado participamos de la marcha regional que se hace en Trelew con la participación de vecinos de Rawson y Puerto Pirámides, y Puerto Madryn. Pero este año decidimos continuar solo en Rawson”, indicó.
“Si no da para marchar nos quedamos panfleteando o charlando sobre las novedades. El reclamo son las actividades extractivitas, nos iniciamos con la lucha por la megaminería, pero también estamos en contra de los transgénicos y el fracking. Ahora tenemos dos preocupaciones por dos miradas: el presidente (Mauricio Macri) tiene los ojos puestos en proyectos y darle la posibilidad a empresas extranjeras y después esta la perspectiva del gobernador (Mario Das Neves) que dice que no quiere la actividad, pero no creemos en las palabras porque hemos aprendido y conocido el juego. Sabemos que tiene declaraciones a favor del Proyecto Navidad que justamente es el que Macri quiere. Entonces queremos acciones, palabras nos pueden dar todos”, aclaró haciendo referencia a la necesidad de aprobar la Iniciativa Popular.
Marcela González (37) también integraba la asamblea de Rawson, pero hace unos meses decidió abrirse y junto a Pablo “el crazy” Antieco, un rapero de Rawson que hace poco estuvo en Comodoro Rivadavia. Formaron “Hagan correr la voz”, una organización que lucha contra las mismas problemáticas desde el arte.
“Empezamos escribiendo temas, y luego nos planteamos por qué no hacer algo más desde el arte que llama mucho más a la gente que una marcha o estar en la Legislatura en las sesiones, así que estamos trabajando desde ese punto para ayudar a quienes se siguen dedicando a la otra parte que es la más pesada”, expresó.
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Nos importan los derechos humanos, del niño, la defensa de los espacios culturales independientes, y principalmente el medioambiente. La defensa del agua y el territorio, pero para nosotros la megaminería es la principal preocupación”, contó a El Patagónico esta profesora de canto, conocida en el valle por su vínculo con el folclore y el reggae.
LA SEMILLA DEL MOVIMIENTO
Pero cómo surgieron con tanta fuerza este tipo de movimientos inorgánicos y sin política partidaria que también tienen lugar en Sarmiento (donde un grupo de asambleístas defienden la Cuenca del Río Senguer), Dolavon (por las arenas silíceas), Cholila (por los incendios forestales), Lago Puelo (la defensa del Río Azul, el cual alimenta al lago y es desviado por una cantera) y Caleta Olivia, Santa Cruz (la defensa del agua).
Para los diferentes referentes consultados la semilla se inició en Esquel, donde a principios de 2000 se generó un importante movimiento popular que derivó en el famoso “No a la mina”, luego de que la compañía Meridian Gold anunciara sus intención de extraer oro con la utilización de cianuro a través de la empresa minera El Desquite S.A. en las cercanías de la ciudad de Esquel y del Parque Nacional Los Alerces.
Así también lo piensa Corina Milán (41), una docente miembro de la asamblea ciudadana de esa ciudad desde 2010. “Si bien hay antecedentes de movimientos anteriores como la movida contra el basurero de Gastre o la asamblea de No a la mina, es un movimiento pionero”.
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La asamblea se conformó en 2002 cuando la primera empresa minera quería venir a explotar el cordón Esquel. Ahí surgió el movimiento, cuando la empresa vino a ofrecer trabajo, a partir de unos estudios se dieron cuenta que el método de extracción no era inocuo y que había un nivel de riesgos importante. Esto generó cierta alarma en los vecinos que comenzaron a juntarse en asambleas. Llegaron a ser asambleas muy importantes, se dieron que no querían ese tipo de actividad porque iba a generar más perjuicios que beneficios económicos”, recordó.
Como dice Corina el movimiento fue tan importante que el 24 de noviembre de 2002 revolucionó la tranquilidad del poblado con una multitudinaria marcha previamente a la audiencia pública que se iba a realizar el 4 de diciembre y que tuvo que ser suspendida por la presión popular.
Todo se agudizó en el verano de 2003, después que el por entonces gobernador José Luis Lizurume (radical) afirmara que la explotación iba a comenzar. La presión popular obligó a que el Concejo Deliberante de esa ciudad convocara a un plebiscito para votar la aceptación o rechazo de las actividades mineras en la zona.
Así el 23 de marzo de 2003 el resultado fue contundente. El 81% de los votantes rechazó la megaminería y el uso de cianuro, y posteriormente los concejales sancionaron una ordenanza (Nº33/2003), que declaró a Esquel municipio no tóxico y ambientalmente sustentable.
Desde entonces el movimiento siempre está despierto, atento a los movimientos de los intereses mineros y acompañando diferentes iniciativas. “Hay un nivel de alerta constante, pero todo depende del nivel de conflictividad. A veces las marchas pueden ser multitudinarias como en noviembre 2012, y en los días crudos de invierno que en apariencia no pasa nada como ahora, tres viejas y dos chicos llevando una bandera”.
“Una vecina muy viejita, que es referente del movimiento, lo supo ilustrar con la frase de que es como el calefactor de tu casa: puede estar con la llamita en piloto, pero si se necesita se sube la intensidad y la llama crece. Algo parecido pasa con la movilización”, describió Corina sobre este movimiento que dio origen a las asambleas populares que a 14 años siguen creciendo en Chubut.