Enclavada a unos cuarenta kilómetros al norte de Gastre, cerca del límite con Río Negro, enriqueció a sus propietarios ingleses y argentinos. Más de un millón y medio de toneladas de residuos tóxicos permanecen abandonadas en el lugar. En términos de volumen procesado, el proyecto Navidad equivaldría a la explotación de cuarenta minas Ángela.
Ver también la nota Apuntes sobre el cierre de Mina Ángela
Por Luis Manuel Claps
El principal antecedente de la minería en la meseta central de Chubut es Mina Ángela, socavón polimetálico que llegó a ser el tercero más productivo del país.
La empresa Cerro Castillo, propiedad de Lonmin de Inglaterra y el grupo argentino Garovaglio y Zorraquín, puso la mina en producción en 1978.
Fundado en 1967, el Consejo Empresario Argentino (CEA) fue clave en la preparación del golpe de estado de 1976 y su entonces presidente, José Alfredo Martínez de Hoz, fue designado ministro de Economía. Federico Zorraquín, el socio argentino de Cerro Castillo, fue presidente del Consejo Empresario Argentino entre 1987 y 1989.
La caída del precio del oro a menos de US$300 la onza convenció a los dueños de poner fin a la explotación en 1998, es decir que la vida productiva de Mina Ángela no superó los veinte años.
En octubre de 1999, la Dirección de Minas y Geología del Chubut (en aquel momento era también la autoridad ambiental) emitió una declaración favorable al plan de cierre presentado por la empresa poco menos de un mes antes. Los trabajos de remediación demandaron unos seis meses, con el compromiso de hacer monitoreos por dos años.
La explotación terminó, pero Mina Ángela seguirá vertiendo cadmio a la cuenca del arroyo Maquinchao. En abril de 2005 el propietario de un frigorífico de la ciudad de Río Cuarto demostró la presencia de cadmio en la carne de caballo adquirida a productores de la zona.
El Departamento Provincial de Aguas de Río Negro niega que los afluentes que nacen en las inmediaciones lo contengan en exceso, pero el problema lo reconocen hasta quienes trabajaron en el plan de cierre, según el libro “Cierre de minas, experiencias en Iberoamérica” (2000), compilado por Villas Boas y Barreto: “La calidad del agua que sale de la propiedad minera cumple con los estándares para bebida de ganado excepto por las concentraciones excesivas de cadmio”.
Inevitable subproducto de la minería de zinc, plomo y cobre, el cadmio puede producir infertilidad, daños al sistema nervioso, desórdenes psicológicos y cáncer.
Un par de años después de la aprobación del plan de cierre de Mina Ángela, la Fundación Vida Silvestre premió al gobierno de Chubut por “su gestión en la preservación del medioambiente”. Federico Zorraquín fue vicepresidente de Vida Silvestre entre 1987 y 1993.
Una mano lava a la otra y las dos lavan la cara. Cerro Castillo cambió de nombre a Steinfeld Minera y a fines de 2004 una subsidiaria de Cardero Resources de Canadá compró los derechos de exploración de las dos mil setecientas hectáreas que comprendía la propiedad original. El acuerdo incluyó la vieja mina y toda la información disponible: mapeo geológico, muestras de suelo, geofísica regional y dieciséis perforaciones financiadas por Lonmin.
En marzo de 2007, Cardero logró que Hochschild Mining tome la opción de adquirir el setenta por ciento del proyecto con el compromiso de invertir US$3 millones. En julio de ese año, Hochschild compró la parte de Steinfeld, mientras que Cardero conservó el treinta por ciento.
El proyecto pasó a llamarse Los Manantiales, pero con una superficie total de ciento veinte mil hectáreas. Sin embargo, en diciembre de 2008 Hochschild devolvió la propiedad a Cardero y dio por terminado el negocio.
Para explotar 400 toneladas de mineral al día, Cerro Castillo empleaba a unos 400 trabajadores que vivían en el campamento minero. Según un informe preliminar del proyecto Navidad elaborado en 2010, publicado en la página web de Pan American Silver, la mina alcanzaría una capacidad de 15,000 toneladas al día, equivalentes a cuarenta minas Ángela, aunque con una fuerza laboral ligeramente superior.