Garovaglio & Zorraquín: ¿responsables hasta la tumba? Mina Angela es la mayor experiencia de minería metalífera en la provincia de Chubut. El cierre de la mina, realizado hace poco más de 10 años, fue al mismo tiempo el fin de una etapa y el nacimiento de otra, desde el punto de vista de la institucionalidad minera y ambiental provincial: marcó el comienzo de la modernización neoliberal de la minería ya que puso a prueba los nuevos discursos y esquemas de pensamiento cuya imposición estaba siendo gestionada en la provincia por el gobierno radical de Carlos Maestro.
Por: Luis Manuel Claps
La explotación comercial de Mina Angela, a cargo de la empresa Cerro Castillo SA (propiedad de Lonmin Plc de Gran Bretaña – http://www.lonmin.com – y el grupo Garovaglio y Zorraquín SA de Argentina) comenzó en plena dictadura militar, en el año 1978, y se desarrolló hasta 1992. Era una mina subterránea polimetálica (oro, plata, cobre, plomo, zinc), ubicada en el departamento Gastre de la provincia de Chubut, cerca del límite con Río Negro, a 1400 mts. sobre el nivel del mar. Llegó a ser la tercera productora de oro del país. La decisión de cerrar la mina, ante un contexto económico desfavorable, se tomó en 1998.
Un informe de los dueños de la mina:
“Un caso de cierre y remediación final de una operación minera”, Rafael Anello (Garovaglio & Zorraquín), 2000. http://www.ceads.org.ar/casos/2000.htm
describe su cierre como ejemplo de “responsabilidad de la cuna a la tumba”. En octubre de 1999 la dirección de Minas y Geología de Chubut (que era también autoridad ambiental para el sector) emitió una Declaración de Impacto Ambiental favorable al plan presentado menos de un mes antes (en septiembre de 1999) por la firma Cerro Castillo S.A. La remediación de la mina demandó 6 meses, con un compromiso de continuar los monitoreos de aguas que allí surgen por el término de solo 2 años. Entre otras consultoras, participó la inglesa Knight Piésold (que cuenta entre sus antecedentes el diseño del dique de colas de la mina Omai, en Guyana, cuyo colapso provocó un desastre ambiental en 1995).
Esto pasaba en un tiempo en el que era todavía posible incluir la palabra “tumba” en una definición de desarrollo sostenible. Más tarde, las definiciones se fueron refinando, como los propios “empresarios”, aunque no así los daños ambientales por ellos generados.
Federico Zorraquín, uno de los dueños de Mina Angela, publicó en 1996 junto a su colega industrial suizo Stephan Schmidheiny el libro “La Comunidad Financiera y del Desarrollo Sostenible”:
“Financing change: the financial community, eco-efficiency, and sustainable development” publicado por el World Business Council for Sustainable Development, 1996.
Schmidheiny, fundador del World Business Council for Sustainable Development (http://www.wbcsd.org), había creado ya también la colosal Fundación Avina (http://www.avina.net). Zorraquín lo imitó impulsando el Centro Empresario Argentino para el Desarrollo Sustentable (CEADS – http://www.ceads.org.ar).
Luego de comerciar con amianto (también llamado asbesto) en la cementera Eternit, Schmidheiny enfrenta hoy un juicio criminal en Turín, Italia, por la muerte de más de dos mil trabajadores de cuatro plantas ubicadas en Cavagnolo, Casale Monferrato, Bagnoli y Rubiera:
“El megajuicio por el amianto”, Página 12, Buenos Aires, 10 de diciembre de 2009.
http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-136746-2009-12-10.html
Desde 1935 se conocen los primeros trabajos que relacionan científicamente la exposición al asbesto y el cáncer de pulmón, y en 1947 se describen los mesoteliomas de pleura y peritoneo. Hoy se reconoce que el amianto es la más conocida de las sustancias industriales relacionadas con el cáncer de pulmón y se tiene absoluta certeza de dos tipos de cáncer producidos por exposición al amianto: cáncer del pulmón y mesotelioma. No se reconoce una cantidad mínima por debajo de la cual un expuesto al amianto se considere seguro. Sin embargo países como Canadá, China, Rusia y Brasil siguen exortando asbesto.
G&Z, uno de los principales grupos económicos de la Argentina del siglo pasado, con negocios azucareros, agropecuarios y en los bancos Comercial del Norte (ex de Tucumán) y Popular de Concordia, se asoció con el Estado a principios de los años 70 para el desarrollo del polo petroquímico de Bahía Blanca, a través de las empresas Ipako-Polisur y Petroquímica Bahía Blanca (PBB). El polo petroquímico, al que se agregaron luego terminales para la exportación de cereales, afecta la salud de la población de Ingeniero White, Villa Rosa, Loma Paraguaya y Villa Delfina. Ver:
“Ingeniero White: Hay intereses económicos, intereses políticos, y nosotros estamos en el medio”, Hernán Scandizzo, Indymedia, 2006. http://argentina.indymedia.org/news/2006/01/363621.php
En la actualidad, operan allí Petrobras, Solvay Indupa, Profértil (Repsol YPF y la canadiense Agrium Inc), Mega (Repsol YPF, Dow Chemical y Petrobras), entre otras multinacionales exportadoras de materias primas. Entre 1989 y 1992, la crisis económica obligó al grupo G&Z a vender el negocio petroquímico a la norteamericana Dow Chemical, cuyo nombre local es Dow Química Argentina S.A.
Quedaron en Mina Angela 900 mil toneladas de relaves mineros (aunque otros aseguran que fueron 1 millón 500 mil toneladas), cuya solución final consistió en enterrarlos bajo una “cubierta de roca”. Ese “pasivo ambiental” afecta la cuenca del Arroyo Maquinchao, que fluye hacia la vecina provincia de Río Negro. El costo total del proyecto de cierre y remediación, según sus propios realizadores, fue de aproximadamente 3.3 millones de dólares. ¿Cuál habrá sido la ganancia obtenida por el grupo empresario de la explotación comercial de la mina durante casi 15 años? ¿Cuánto de esa ganancia quedó la provincia de Chubut? ¿Cuánto en el departamento Gastre? Difícil saberlo.
La actividad minera terminó, pero Mina Angela seguirá emanando agua contaminada durante décadas por venir, en un continuo procesado de degradación ambiental. El 3 de abril de 2005 el Diario de Río Negro alertaba sobre la presencia de cadmio en carne de caballos de la Línea Sur. Ver:
“Detectan cadmio en carne de caballos de la Línea Sur”, Diario de Río Negro, 3 de abril de 2005. http://www.rionegro.com.ar/arch200504/03/r03s03.php
El Frigorífico Aimar, de la ciudad cordobesa de Río Cuarto, analizó la carne de caballo que compraba a productores locales. “En algunos casos se comprobó que tenía 1,367 miligramos de cadmio por kilo en el hígado, 18,25 en riñon y 0,395 en músculos cuando la tolerancia máxima fijada por la Comunidad Económica Europea es de 1 miligramo por kilo”.
Desde el Departamento Provincial de Agua negaron que los afluentes que nacen en las inmediaciones de Mina Angela contengan cadmio en exceso. Pero el problema del cadmio en Mina Angela lo reconocen incluso quienes trabajaron en su cierre, como el ingeniero Héctor Luis Ponte de la empresa OreGalore SA: “La calidad del agua que sale de la propiedad minera cumple con los estándares argentinos para bebida de ganado excepto por las concentraciones excesivas de cadmio”. En: “Cierre de minas: experiencia en Iberoamérica”, Villas Boas y Barreto, CYTED/IMAC/UNIDO, Río de Janeiro, 2000. Página 473.
Inevitable subproducto de la minería de zinc, plomo y cobre, el cadmio afecta la salud humana y puede producir fallos en la reproducción e incluso infertilidad, daño al sistema nervioso central, desórdenes psicológicos y desarrollo de cáncer.
Poco más de 6 años después de emitir la Declaración de Impacto Ambiental para el cierre de Mina Angela, la provincia de Chubut fue distinguida por la Fundación Vida Silvestre dada su “gestión en la preservación del medioambiente”. Ver:
“Vida Silvestre distinguió a Chubut por la gestión del gobierno provincial en la preservación del medioambiente”, dirección de Prensa de la provincia de Chubut, 23 de Mayo 23, 2006.
http://www.chubut.gov.ar/noticias_old2/archives/018439.php?id=-1
Federico Zorraquín fue miembro fundador de la Fundación Vida Silvestre (http://www.vidasilvestre.org.ar/) y su vicepresidente entre 1987 y 1993. Una mano lava a la otra y… ¿las dos lavan la cara?
Mina Angela, la historia reciente
Cerro Castillo S.A. cambió su nombre a Stenfield Minera S.A. El grupo G&Z vendió a ésta el 30 por ciento que le quedaba de la mina (después de haber cedido anteriormente otra parte del paquete accionario a Lonrho Mining, empresa vinculada a Lonmin, como parte de un plan para conseguir nuevos fondos y ampliar las reservas de mineral que finalmente fracasó).
A fines de 2004 Cardero Argentina S.A., una subsidiaria de Cardero Resource Corp., firmó un acuerdo con Stenfield Minera S.A. para adquirir los derechos de exploración, con opción a compra, de las 2706 hectáreas que comprenden la propiedad Mina Angela.
Ver: http://www.cardero.com/s/MinaAngela.asp
Esto incluye por supuesto la vieja mina, pero también información generada por Lonrho Mining entre 1997 y 1998: mapeo geológico, muestras de suelo, geofísica regional y 16 pozos de perforación (totalizando 3443 metros) en una área de 4 x 5 Km. Para ejercer la opción, Cardero debía pagar los impuestos atrasados (72,720 pesos) y 400 mil dólares en 4 pagos sucesivos anuales.
En marzo de 2007, Cardero Resource Corp. logró un acuerdo con Hochschild Mining plc, por el cual esta última tomó la opción de adquirir el 70 de la propiedad con el compromiso de invertir 3,5 millones de dólares en su desarrollo. En julio de 2007, Hochschild hizo uso de la opción y compró a Stenfield Minera la propiedad Mina Angela (en sociedad con Cardero). El proyecto pasa a llamarse Los Manantiales, totalizando 119,873 de hectáreas en la vieja mina y zonas aledañas (ver Hochschild Mining plc, Interim Report 2007). Pero en diciembre de 2008, Hochschild terminó la opción y devolvió la propiedad a Cardero. En definitiva, y en parte debido a la crisis financiera internacional, no se han realizado nuevos trabajos en el sitio. ¿Qué pasará cuando los mercados repunten?