En el país de la minería responsable, sostenible y amiga del desarrollo, el clamor de algunos valientes afectados nos permite ver, al menos eventualmente, que la realidad no es tan dorada como nos la pintan a diario por radio y TV varios spots de la Sociedad Nacional de Minería y Petróleo.
Por Raúl Chacón Pagán
03/11/2009. Spots que presentan, desde distintos ángulos, una minería del todo inmaculada e infalible, llevando a su máxima expresión el tono optimista de los estudios de impacto ambiental, sobre todo en el aspecto del manejo de impactos socioambientales negativos.
Esta vez, la última semana de octubre, una treintena de ex trabajadores de la minera Yanacocha llegaron al Congreso de la República y algunos medios de comunicación para denunciar el abandono en que los tiene sumidos dicha empresa, tras despedirlos a causa de su discapacidad debida a accidentes laborales. Accidentes que incluso tienen que ver con la contaminación generada por las operaciones auríferas de la minera, como es el caso del ex trabajador afectado por el raro y aún incurable síndrome de Guillain Barré, similar a la poliomelitis. Este mal sería causado por el contacto con tóxicos de la minería como el cianuro, empleado para separar, durante el proceso llamado lixiviación, el oro de las toneladas de tierra y rocas removidas cada día. Mientras un supervisor de la minera, afectado por mercurio, presenta un cuadro semejante al de cientos de pobladores afectados de Choropampa, donde una empresa transportista de Yanacocha derramó hace más de nueve años 151 kilos de dicho metal. Cabe recordar que, tras la visita de dos autoridades de Choropampa al Congreso, recién el 12 de enero pasado se formó la Comisión Multisectorial encargada de implementar las recomendaciones para atender a dicha comunidad, dadas por el Informe aprobado por una Comisión especial del Congreso en junio del año pasado. Sin embargo, la Comisión Multisectorial hasta la fecha no ha realizado acciones significativas dirigidas hacia la reparación del daño sufrido por los choropampinos, como lo hizo notar el 26 de octubre pasado la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos. Esto tras la reciente visita a Cajamarca de su secretario ejecutivo, Ronald Gamarra. La destacada organización también se pronunció hace casi un año, tras la muerte de Vicente Minchán, joven ex alcalde de Choropampa, que también habría estado relacionada con el síndrome de Guillain Barré, que padecerían cerca de 80 choropampinos.
Lo que agrava la denuncia de los ex trabajadores de Yanacocha es el dato de que 400 trabajadores más estarían por ser despedidos por las mismas razones que ellos, lo cual la empresa debería corregir o desmentir pronto. Además de atender como se debe la salud de sus 30 ex trabajadores, cuya valiente denuncia ha revelado, una vez más, el lado oscuro de la explotación aurífera en Cajamarca. Un antecedente de esta situación se dio en enero pasado, cuando el ex trabajador de la minera Luis Alejandro Montoya Escalante, también intoxicado con mercurio y con síntomas físicos y sicológicos, exigió que Yanacocha cubra los gastos de su tratamiento médico, sin ser atendido rápidamente por la empresa. Por todo lo anterior, el Estado peruano y la minera deben corregir pronto su lentitud de reflejos para atender debidamente a quienes contribuyen con la generación de riqueza y a quienes son víctimas de su mal proceder.