Investigador del CONICET y profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Marcelo Saguier, celebró la Consulta Popular sobre Represas y afirmó que en todo caso “lo criticable es que no se faciliten mecanismos de diálogo formalizados” sobre el tema.

 

Por Equipo de Comunicación Mesa Provincial No a las Represas

Marcelo Saguier es investigador del Consejo Nacional de Investigaciones

Científicas y Técnicas (CONICET). Trabaja en Areas Internacionales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Es Profesor Titular del Seminario ‘Poder, Relaciones Internacionales y Desarrollo’ del programa de Doctorado de Ciencias Sociales de FLACSO; y del curso de ‘La Política de la Globalización’ de la maestría internacional en Estudios Globales en FLACSO. Sus temas de investigación incluyen: regionalismo en Sudamérica; recursos naturales y conflictos socio-ambientales; movimientos sociales transnacionales; Derechos Humanos y empresas transnacionales; poderes emergentes y orden regional/global.

Días atrás, Saguier arribó a la provincia de Misiones para participar de la Consulta Popular sobre Represas, actividad ciudadana que se realizó en esta provincia entre el 20 y el 26 de octubre.

“Trabajo en proyectos que tiene relación con la temática de los recursos naturales, conflictos en torno a esos recursos y la dimensión de la política internacional de esos conflictos. Me trae un interés personal y profesional porque en este momento estoy trabajando en proyecto de investigación sobre las políticas de Brasil en cuanto a la integración en Sudamérica, entonces el caso puntual de Garabí y Panambí es especialmente de mi interés como caso de estudio” explicó el investigador en diálogo con el Equipo de Comunicación de la Mesa Provincial No a las Represas.

¿Hay alguna hipótesis previa en la que se basa su investigación relacionada a Garabí y Panambí?

M.S: En términos generales creo que la hipótesis previa es que la economía de la región está en situación de creciente presión sobre sus recursos naturales, y toda la lógica que profundiza el extractivismo y la dependencia. Lo que más se conocen en ese sentido tiene que ver con los hidrocarburos, la megaminería, pero con el tema del agua la lógica es la misma.

Ninguno de los países de la región está en buenas condiciones de soportar esa presión sin consensos amplios y una política de cooperacion en cuanto a la gestión de sus recursos naturales. Me da la impresión de que no hay consenso mayoritario sobre cual es el lugar que ocupa la hidroenergía en las expectativas de desarrollo y las decisiones que se van forjando a partir de los conflictos y las propias limitaciones. En ese sentido las posiciones polarizadas en realidad son el cultivo de donde se forjan formas superadoras en el mejor de los casos.

Algunos detractores de la consulta popular, apuntan a la “ilegitimidad” o “ilegalidad” (sic) de la consulta popular sobre represas, por ser ésta “no vinculante” y convocada por las propias organizaciones sin participación estatal. ¿Es atendible esta caracterización?

M.S.: No son buenas razones para criticar. Se vuelve necesario atender las demandas de participación de la ciudadanía, abrir la discusión pública sobre el futuro y el presente en este caso de Misiones, pero también de la Argentina y la región. Lo criticable es que es que no se faciliten mecanismos de diálogo formalizados sobre estos temas; menos mal que existe la consulta popular informal para suplir esa ausencia .En ese sentido celebro la iniciativa. La consulta popular puso de manifiesto la creciente demanda de la ciudadanía por participar en las decisiones y políticas que afectan sus vidas. Esta es una preocupación legítimamente democrática, especialmente si se considera de que existe el recurso a un plebiscito en la legislación provincial.

¿Cómo debería traducirse esa demanda en la acción política de los gobiernos?

M.S: Todos los gobiernos progresistas de la región, si bien han tomado el uso de los recursos naturales para la inclusión social y derechos postergados, y eso es muy loable, tienen otros desafíos, que se sugieren de la necesidad de encontrar formas que articulen derechos y expectativas de formas de vida más coherentes con lo ecológico; que la sostenibilidad ecológica, la económica y la justicia social estén integradas en una matriz única; esto no está hecho en ningún lugar del mundo ni es algo que se vaya hacer desde un escritorio, ni desde un plan de gobierno solamente; esto se va hacer desde abajo hacia arriba, con conflicto, con movilización, es una construcción que tiene muchas dimensiones y es colectiva.

Lo que pasa es que actualmente, en un sistema basado sobre la competencia económica, los países compiten en base a sus recursos naturales, eso genera una dinámica de competencia destructiva, y fuerza al mayor deterioro, al debilitamiento de cualquier posibilidad regulatoria para contener, entonces si uno no establece consensos y parámetros comunes, para gerenciar los recursos y bienes naturales con un criterio masomenos similar, prima la lógica de la competencia que va en desmedro de cualquier posibilidad de desarrollo.

Creo que en vez de dejarse apabullar por la fragmentación, hay que asumir que es desde ahí donde se puede construir. Es importante también salirse de lo meramente conservacionista, eso se pierde, no sirve para dar la discusión sobre lo productivo. Vincular la sostenibilidad ecológica con lo ambiental y social, y con una matriz que tenga que ver con formas de subsistencia y sostenimiento de vida productiva y material. Eso es más difícil de hacer, pero al mismo tiempo hay iniciativas que sirven para estimular y dar ese debate.

¿Qué está en juego en la discusión sobre las represas hidroeléctricas en la región?

Lo que está en juego es el futuro del modelo energético y del modelo de Integración regional a partir de la gestión de cuencas compartidas como el Río Uruguay.