Antes de seguir adelante con el megaproyecto minero en los municipios coruñeses de Touro y O Pino, con el que la empresa Cobre San Rafael se propone retomar la producción de cobre en la cantera, la asociación científica Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN) reclama que se rechace el estudio de impacto ambiental y que se exija la elaboración de uno nuevo ante las diversas “deficiencias y contradicciones” detectadas.

Fuente: La Opinión A Coruña

En las alegaciones que acaba de presentar, el colectivo advierte de la “peligrosidad” que supone para los vecinos y el medio ambiente la vieja mina de cobre, que estuvo operativa entre 1973 y 1986, pero que en la actualidad solo se utiliza como cantera para la obtención de áridos.

En el documento registrado en la Delegación Territorial de A Coruña, el presidente de la SGHN, Serafín González Prieto, cuestiona la falta de información del proyecto sobre la concentración de metales y metaloides potencialmente peligrosos, advierte de las consecuencias que supondría para la población y el medio ambiente si llegan a fallar los diques que contienen los depósitos de estériles y pone entredicho el estudio socio-económico por contener datos “erróneos, contradictorios o desactualizados”.

Para tener conocimiento del verdadero alcance del proyecto minero, impulsado por Explotaciones Gallegas, propietaria de los terrenos, y la multinacional Atalaya Riotinto Minera, que tiene en la mina de Riotinto (Huelva) su base de operaciones, la sociedad científica gallega urge un nuevo estudio de impacto ambiental. El documento, según recoge en sus alegaciones, deberá incluir los datos de concentración de metales y metaloides potencialmente peligrosos y la correspondiente clasificación de peligrosidad de los residuos mineros.

Manantiales y viviendas

La cantera de cobre, según advierten desde la SGHN, tendría un gran impacto sobre el agua y los ecosistemas acuáticos porque acarrearía -según detallan- “la desaparición de hasta 20 manantiales y cinco depósitos que abastecen al menos a un centenar de viviendas y explotaciones ganaderas” y “afectaría a otros manantiales próximos a las zonas previstas para depósitos de estériles”.

Desde la asociación alegan además que estos depósitos, que califican de “balsas de lodos permanentes”, están contenidos en diques de 2.806 y 3.187 metros de longitud y alturas de hasta 81 metros, que se encapsularían al final de su vida útil. “En el caso de fallar estos diques, el estudio reconoce que tendrían consecuencias muy altas en cuanto a pérdidas de vidas humanas, daños al medio ambiente y pérdidas económicas”.

Población

En el escrito presentado por la SGHN censuran que en el estudio de impacto ambiental no se menciona que a menos de un kilómetro de la explotación minera hay una veintena de núcleos de población, una guardería, una residencia de la tercera edad, una piscina municipal, un área recreativa, un centro de interpretación del río Ulla y el centro de Protección Civil. “En mayor o menos medida, sufrirán las vibraciones de seis voladuras diarias, cada una de entre 9 y 16 toneladas de explosivos”, cuestionan los expertos, que al mismo tiempo se preguntan sobre los posibles efectos que tendrán los “microterremotos” sobre la estabilidad de los diques de las balsas de estériles.

Ante estas conclusiones, la organización de científicos de la SGHN reclama una simulación de los efectos humanos, sanitarios, económicos y ecológicos del peor accidente posible, lo que consideran “imprescindible” a la vista de precedentes como por ejemplo la rotura de la balsa minera en Aználcollar. También demandan un análisis del impacto del proyecto minero sobre la población y el tejido productivo, el recurso del agua “en cantidad y calidad”, el paisaje, las especies amenazadas y los espacios naturales protegidos.