La Confederación Hidrográfica del Cantábrico ha abierto ya dos expedientes a la empresa Kinbauri S.L., que explota la mina de oro del valle de Boinás, en Belmonte de Miranda (Asturias) por vertidos de metales pesados al río Cauxa, afluente del Narcea. La firma ya fue sancionada con más de 84.000 euros, pero ahora se le ha abierto un nuevo expediente por no haber solucionado las deficiencias encontradas en la primera investigación.

Foto: tajo a cielo abierto y balsa de cianuro de la mina de oro del valle de Boinás, en Belmonte de Miranda, Asturias
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La Confederación Hidrográfica, que ya había expedientado a Kinbauri S.L., filial del grupo canadiense Orvana Minerals Corporation, abre una segunda investigación porque la firma no ha solucionado el problema.

La sanción se debe, según el expediente, a los vertidos de metales pesados como el selenio, cianuro, arsénico, mercurio, fluoruros, zinc, níquel y cobre. Unas sustancias en las aguas públicas que habían sido denunciadas por la Coordinadora Ecologista de Asturias ante la Confederación y el Principado de Asturias. “Los vertidos suponen un claro impacto en las aguas y la vida de éstas, son sustancias peligrosas que van al Narcea, poniéndo en peligro la seguridad de animales y personas”, afirma Fructuoso Pontigo, representante del colectivo ecologista.

Pontigo acusa al Gobierno regional de mirar a otro lado y “no poner freno a los constantes incumplimientos de la minera”. En ese sentido, alude a la decisión del Parlamento Europeo, en 2010, de recomendar la prohibición total en los territorios de la Unión Europea (UE) del uso de la minería mediante la tecnología de las balsas de cianuro. Una indicación comunitaria que debía cumplirse a finales de 2011. La citada resolución europea también instaba a los estados miembros a que no prestasen su apoyo, de forma directa o indirecta, a ningún proyecto minero en la UE en el que se emplee el cianuro. “Justo lo contrario que sucede en Asturias, donde el Gobierno le ha facilitado a la minera nuevas autorizaciones de prospección en los concejos de Belmonte, Tineo, Allande y Cangas del Narcea”.

El cianuro es una sustancia muy tóxica para los organismos acuáticos y para el consumo de agua. De hecho, del río Narcea abastece de agua a muchos pueblos de la zona, pero también a la comarca de Avilés, a través de Cadasa. Por ello, Pontigo se sorprende de que las autoridades no actúen contra este tipo de vertidos que afectan a la salud de las personas. Pero no sólo el cianuro representa un peligro para la contaminación de las aguas fluviales; el níquel, advierten, puede causar diferentes tipos de cáncer. “El mercurio es absorbido rápidamente por la mayoría de microorganismos y es conocido que daña el sistema nervioso”, añade Pontigo.

Por su parte, el arsénico aumenta las posibilidades de alterar el material genético de los peces y si un ave se come un pez con un alto nivel de este mineral “morirá de envenenamiento”.También el zinc y el selenio, a través del consumo de peces, pueden ser transportados a la cadena alimentaria. Y el flúor, que no puede ser destruído y tan sólo cambia de forma. Esos son los metales resumidos en el expediente.

Pero sobre la calidad de las aguas, y si éstas pudieran tener efectos adversos en la salud de las personas, todavía ningún organismo se ha pronunciado. La preocupación entre los ecologistas por estos vertidos traspasa la actualidad porque las sustancias tóxicas permanecen en el agua durante muchos años. Así como que no se tomen medidas contra las empresas mineras que no acatan los permisos medioambientales. Además, recuerdan que el río Narcea es un Lugar de Interés Comunitario (LIC) por tener en sus aguas a especies como la nutria o el salmón. “Su contaminación es un delito ambiental”, recuerda Pontigo.

Por su parte, la Confederación del Cantábrico insiste en que continuarán vigilando las aguas “hoy y en el futuro”.