El 15 de febrero de 2010 al fragor de un caluroso verano, típico de estos suelos norteños, en Andalgalá, provincia de Catamarca, se vivió un día que quedó plasmado en la memoria colectiva de esta comunidad. En el Algarrobo, en las afueras de Andalgalá, vecinas y vecinos se apostaron a la vera del camino que conduce a la mina Agua Rica. Al conocerse la decisión de militarizar la zona aledaña a la asamblea el movimiento tomo fuerza con el acercamiento de un número importante de vecinos de todos los distritos del pueblo, que por casi una semana se apostaron a costado del camino manteniendo firmemente el bloqueo selectivo a los vehículos de la minera. Ante esto, los poderes económico, político y judicial pergeñaron una embestida: urgía el desmantelamiento del movimiento social que no paraba de crecer.

Por Radio El Algarrobo para La Tinta

Desde la instalación de las empresas multinacionales con el proyecto Bajo La Alumbrera, las protestas en contra de los efectos negativos de la megaminería comenzaron a hacerse sentir. Ya en el año 2009, a mediados de diciembre, un grupo de vecinos decidió hacer frente al megaproyecto minero Agua Rica, con la creación de una asamblea ciudadana: El Algarrobo. Emplazada en la intersección de dos distritos –Chaquiago y El Potrero- la asamblea se constituye en diciembre de 2009 y con una acción bien concreta y definida: la realización de un bloqueo de tipo selectivo a los vehículos que transitan por este camino hacia el campamento del yacimiento Agua Rica. En principio era un descampado adonde un algarrobo –árbol autóctono- cobijaba del calor a los vecinos; luego con los años se fue convirtiendo en un espacio común y colectivo adonde se construyó la radio comunitaria El Algarrobo.

Las reuniones y movilizaciones comenzaron a tomar gran fuerza. El movimiento de resistencia se hizo notablemente visible y ganó adhesión en el pueblo. Llegó el mes de febrero de 2010, y con él distintas visitas de otros puntos del país que manifestaban su solidaridad y acompañamiento en la lucha. En una noche de ese febrero, una multitudinaria manifestación se hizo presente alrededor de la plaza principal de Andalgalá, poniendo de manifiesto la fortaleza de la población que no aprobaba bajo ningún punto de vista la explotación de sus cerros ni la devastación de sus bienes comunes.

También se resistió en el Algarrobo: vecinas y vecinos se apostaron a la vera del camino que conduce a la mina Agua Rica. Al conocerse la decisión de militarizar la zona aledaña a la asamblea el movimiento tomo fuerza con el acercamiento de un número importante de vecinos de todos los distritos del pueblo, que por casi una semana se apostaron a costado del camino manteniendo firmemente el bloqueo selectivo a los vehículos de la minera. Ante esto, los poderes económico, político y judicial pergeñaron una embestida: urgía el desmantelamiento del movimiento social que no paraba de crecer.

La demostración de fuerza comenzó con la intimación de la fiscal Marta Nieva para desalojar el bloqueo selectivo, bajo apercibimiento de numerosos efectivos de las fuerzas policiales provincial especial (Grupo Kuntur) y policía local que habían rodeado la asamblea. Esto desembocó en un gran avasallamiento hacia el pueblo el día 15 de febrero de 2010: en horas de la tarde la policía comenzó el operativo de represión y detención de las y los vecinos que, ordenada por el Juez Rodolfo Cecenarro con el aval y la complicidad del poder político de aquel año, el gobierno del Frente Cívico y social de Brizuela del Moral y el intendente del Frente para la Victoria José Perea.

Esto marcó un punto de inflexión en la historia de nuestro pueblo: ya cuando los primeros rayos del sol desparecían y la noche asomaba, las imágenes que quedaron registradas en la memoria y para la memoria dieron cuenta de la arrogancia y la avaricia de un grupo de habitantes ostentosos de Andalgalá autodenominados “proveedores mineros”. Ellos embistieron contra sus vecinas y vecinos, mientras los estruendos de las balas de las fuerzas policiales les abrían el paso disparando a quemarropa y tirando gases lacrimógenos en el interior del terreno de la asamblea. No les importaba que allí se resguardaran niñas y niños, mujeres y hombres de todas las edades.

Pero no pudieron callar un pueblo

Luego de esta serie de atropellos y atentados consumados contra los vecinos en El Algarrobo, Andalgalá salió a las calles, al lugar de reunión de siempre, a la plaza, adonde continuó la represión para dispersar a los manifestantes. Las vecinas y vecinos permanecieron hasta altas horas de la madrugada sin doblegarse y mostrando su poder para decir basta al engaño, la prepotencia y la avaricia de unos cuantos.

El 15 de febrero de 2010 el pueblo de Andalgalá mostró un despertar de conciencia ante el avasallamiento. Fue un día de nefasta y brutal represión. Pero también fue un día de una inusitada pueblada cuyo espíritu colectivo sigue ahí, recorriendo las calles de tierra y regándolas de dignidad ante la opresión y la desidia de los poderosos.

Hoy 15 de febrero de 2017, a siete años, seguimos conmemorando. Distintas actividades nos convocan entre el 15 y 19 de febrero, para compartir con otras asambleas que se oponen a la megaminería en Catamarca y en el país: talleres, paneles de debate, documentales. Porque seguimos sosteniendo y diciéndonos: “no dejemos que nos quiten la memoria”. Ante el olvido que nos buscan imponer, nosotras seguimos caminando para recordar y resistir.

Se dice que los pueblos que no tienen memoria están condenados a repetirla, entonces la lucha por un Andalgalá sin megaminería es día a día para que la nefasta historia de hace 500 años cuando los colonizadores traían espejitos de colores despojando y desapareciendo a nuestros pueblos originarios, no se siga repitiendo con estas migajas megamineras a costas de la contaminación y saqueo de estas regiones argentinas, latinoamericanas. Y para que los poderes nunca más repriman a los pueblos por luchar y por defender su fuente de vida y su derecho a decidir cómo quieren vivir.

Andalgalá este 15 de febrero es agua y memoria