Actual ilusión y estafa minera ya causa más de cien años de atraso al país. Entre 17% y 64% del territorio de los departamentos está entregado a la destrucción minera.

Por Francisco Durand publicado en Con Nuestro Perú

El indio le pregunta: ¿Qué come? El español contesta: este oro comemos.

Guamán Poma de Ayala, Nueva crónica y buen gobierno,1615.

En la colonia, el Perú se con­virtió en un territorio mine­ro; en la Independencia, en un país minero. Hasta hoy. Por eso siguen repitiendo que “somos un país minero”, que lo seguiremos siendo. Personas importan­tes, de peso, generalmente acaudaladas, nos informan que nuestro futuro está ligado a la exportación de una extraordinaria canas­ta de metales, eso sin contar el petróleo y el gas. Los descendientes de españoles, los herederos del poder, sus muchos voceros (presidentes, empresarios mineros, minis­tros de economía, consultores, marketeros, expertos internacionales, periodistas especializados, publicistas, lobistas, brokers de bolsa) afirman convencidos que el Perú minero está prosperando. Sostienen que las industrias extractivas, principalmente la minería, la joya del modelo económico, son la base del progreso y algo así como un se­guro de vida. Las arcas del Banco Central de Reserva del Perú están llenas y, por tan­to, “estamos blindados”. El Perú es un país bendecido por la naturaleza, conducido por gente brillante.

Siguiendo el libreto inspirado en la Socie­dad Nacional de Minería y Petróleo, el con­verso Ollanta Humala afirmó recientemen­te en la 31.a Convención Minera PERUMIN de septiembre de 2013 que el Perú se había convertido en una “potencia minera”, que somos el tercer productor mundial de zinc, estaño, plata y cobre; cuarto en plomo, molibdeno y mercurio; y sexto en oro. El entusiasmado presidente sostuvo que también estamos entre los 20 primeros productores de cadmio, selenio, roca fosfórica y hierro. Todo ello, según esta versión, hace del Perú “un país minero de primer orden” y con gran proyección, en tanto tiene un largo camino de desarrollo: “recién estamos aprovechando sus posibilidades”.

Ese recuento borgiano de logros, éxi­tos, récords y rankings, de ideas seduc­toras sustentadas en cifras nos lo repiten todos los días. Entusiastas analistas nos infor­man que, gracias a la minería y otras actividades, entre 1990 y 2012 el PIB pasó de S/. 82 mil millones a S/. 238 mil millones de soles. En este titánico esfuerzo destaca la inversión minera, que pasó de $ 1015 millones en 2004 a $ 8532 millones en 2013. Hacia 2000, nos dicen, el índice del volumen de exportaciones mineras era de 100 y subió a 187 el 2012. Tremenda alza, gracias a la minería, que representa casi el 60% del total. Siguen con el anuncio de grandes pro­yectos. De concretarse la financiación, de conse­guirse la “licencia social para operar”, de “destra­barse la inversión” dán­doles más facilidades a las mineras, en los años venideros se invertirán $ 59 582 millones en proyectos como Conga ($ 4800 millones, Cajamarca), Las Bambas ($ 5200 millones, Apurímac), Ampliación de Cerro Verde ($ 4400 millones, Arequipa), Quellaveco ($ 3300 millones, Moquegua), Pampa del Pon­go ($ 3280 millones, Are­quipa), Hierro Apurímac ($ 2300 millones, Apu­rímac), Galeno ($ 2500 millones, Cajamarca), Toromocho ($ 3500 mi­llones, Junín), Tía María ($ 1000, Arequipa), Cañariaco ($ 1599 millo­nes, Lambayeque) y otros más. Asombroso.

Todo esto gracias a nuestros recursos, y gra­cias a las “ideas correctas”, civilizadoras, del modelo económico neoliberal iniciado en 1990. De Fujimori a Humala, los presidentes promineros han firmado 20 Tratados de Libre Comercio y cuatro Acuerdos Comerciales y concesionado nada menos que 23 millones de hectáreas a empresas mineras, 17% de la superficie nacional. En varios departamentos estas con­cesiones representan porciones sustantivas del territorio regional: 23% en Cusco, 27% en Junín, 32% en Piura, 45% en Cajamarca y 64% en Apurímac. Todos departamentos de extrema pobreza y mayorías indígenas, que estarían siendo, afirman, enormemente beneficiadas con estos polos de desarrollo, estas fuentes del progreso, estos centros de modernidad.

Y, sin embargo, el Perú minero se sigue forjando con sangre. Durante el gobierno de García (2006-2011) y el primer año del gobierno de Humala el saldo de víctimas fue 219 muer­tes y 2781 heridos. Debido a esta confron­tación, entre diciembre de 2011 y julio de 2012, al inicio del gobierno de Humala (el genial propulsor de una “nueva minería”, de un modelo de “crecimiento con inclu­sión” mundialmente reconocido), surgieron conflictos socioambientales que obligaron a suspender 16 proyectos mineros y paralizar definitiva o temporalmente $ 22 000 millo­nes de inversiones.

¿A qué se debe este dramático fenómeno? ¿No estamos acaso repitiendo la maldición minera de los comeoros? No es así, según los mineros de hoy. Quienes “traban la inversión” son agitadores comunistas que engañan a los pueblos exagerando los casos de contaminación y mala compensación por pérdida de tierras o el desplazamiento de poblaciones en los territorios graciosamente concedidos por el Estado. Según Alan García, los opositores son “perros del hortelano”, “ciudadanos de segunda categoría”, ignorantes, enemigos del progreso universal que se oponen a los proyectos mineros y terminan dañando al país porque “no comen ni dejancomer”. No son como él, un estadista que come ydeja comer. Y para citaren esta lista de amigos de la civilización, veamos lo que dice César Humberto Cabrera,un ejecutivo de Minera Yanacocha: “quienes se oponen a la actividad minera, que trae moder­nidad, crea mercados y facilita la integración a la economía nacional y mun­dial, se han propuesto dete­ner el paso del tiempo y están obstaculizando el avance de la Historia”*.

Viejo discurso. Lo mismo decían los españoles a los indios, y era tal la avaricia de los barbados civilizados que los salvajes lampiños estaban convencidos de que, literalmente, comían oro.

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* “La minería después de Majaz” en Economía y Sociedad N.o 65, octubre 2007, p. 19.

Hildebrandt en sus trece, Lima 04-04-2014

El cuento de siempre

“Se han efectuado grandes transacciones, cada día afluyen al país nuevos capitales destinados a empresas mineras y se descubren y comprueban riquezas considerables de oro, plata, cobre, plomo, carbón, petróleo y aun de metales raros como el níquel, bismuto, vanadio y molibdeno.”

“Impulsaré el desarrollo minero abriendo al comercio del Mundo zonas inexplotadas y de tan fabulosas riquezas como las de Pataz, Castrovirreyna, Áncash y otras.”

José Pardo y Barreda (1906)

Trágica franqueza de presidente Leguía

“Somos y seremos siempre un pueblo exportador de materias primas; por consiguiente hay que realizar una previsora política para atraer, en pago de ellas, el dinero de las arcas extranjeras, a fin de aumentar nuestras reservas y disminuir el precio de la vida.”

Augusto Bernardino Leguía Salcedo (1924)