Zapotitlán como la mayoría de los pueblos de la sierra norte de Puebla está amenazado por las multinacionales del expolio y el saqueo que llaman desarrollo. Los proyectos de minas a cielo abierto y centrales hidroeléctricas se ciernen por toda la región. Hablamos con dos compañeras miembros del comité de autoridad indígena totonaca en Zapotitlán para que nos expliquen su situación y su lucha.

Por Eleuterio Gabón publicado en Rebelión

Dejando atrás el indescriptible barullo de Ciudad de México nos introducimos poco a poco, al ritmo de furgoneta de pasajeros, en la sierra norte de Puebla. Un viaje de dos horas lleno de curvas que nos adentran en los montes selváticos, donde de cuando en cuando surge entre los cerros algún pueblo que parece imposible que haya podido crecer en lugares tan remotos. Pero la historia dice que los totonacos habitan estas tierras desde hace siglos. Nuestro destino es Zapotitlán de Méndez y el contraste con el ambiente de la grandísima urbe de la que venimos es inmediato. Situado en una planicie y rodeado por cerros a los que inunda la niebla, Zapotitlán se acomoda a un lado del río Zempoala y semeja un lugar tranquilo y lleno de vida. A los ojos de un primerizo en estas tierras, como quien les escribe, el revoloteo de unas mariposas amarillas le hace imaginar con inocencia que Macondo no debiera ser muy diferente a este lugar.

De cultura originaria indígena totonaca, Zapotitlán cuenta con unos 5 mil habitantes, en su mayoría dedicados al cultivo del café, aunque también a otros productos como el maíz, la pimienta o los frijoles. Su pan también es bien conocido en la región por sabroso. Cuenta con escuela y hospital, las calles están perfectamente trazadas tomando el río como referencia y en la plaza, cada tres horas, el campanario de la iglesia hace sonar sus campanas con melodías de canciones populares.

Zapotitlán como la mayoría de los pueblos de la sierra norte de Puebla está amenazado por las multinacionales del expolio y el saqueo que llaman desarrollo. Los proyectos de minas a cielo abierto y centrales hidroeléctricas se ciernen por toda la región. Hablamos con dos compañeras miembros del comité de autoridad indígena totonaca en Zapotitlán para que nos expliquen su situación y su lucha.

“Entre finales de 2011 y primeros de 2012 empezamos a enterarnos a través de internet de algunos proyectos que multinacionales extranjeras estaban programando en la sierra Norte de Puebla y en concreto en nuestra zona. Nuestra sierra está plagada de proyectos de mineras e hidroeléctricas, entre las que existe una clara conexión. Lo sabemos por experiencias en otros países como Guatemala, Colombia, Ecuador o Bolivia; se trata de arrasar con todo.”

La información que debería darse se oculta y no es hasta el último momento cuando los pueblos conocen los planes que otros han trazado sobre su futuro. Pero las gentes reaccionan. “Poco a poco empezamos a recibir noticias de pueblos de alrededor que están oponiéndose ya a estos proyectos como en Tetela de Ocampo.” Tetela de Ocampo, donde nace el río Zempoala que llega hasta Zapotitlán, fue conocida en la época colonial como Tetela del Oro por la gran cantidad de este material que tenía la zona. El proyecto de una gran minera llegaba ahora para acabar de extraer todo el oro que no se extrajo entonces. X. A. nos explica en qué consiste:

“Son proyectos de minería a cielo abierto, un sistema por el que se abren enormes huecos en las montañas, se tumban los cerros agregando millones de litros de agua y cianuro para que se desprenda la roca. Se trata de un proceso rapidísimo mediante el cual los desechos contaminados acabarían llegando al río y condenarían a muerte al Zempoala.” Los vecinos se opusieron.

Mientras esto pasaba en la parte alta del río, en el delta apareció una empresa de nombre Gesa, con la intención de comprar terrenos para construir una hidroeléctrica. “Los habitantes de la zona, indígenas nahuas, sacaron sus machetes para dejar claro que su tierra no estaba en venta.”

Al igual que las mineras a cielo abierto, las centrales hidroeléctricas tienen también un impacto brutal en el entorno. Para levantarlas es necesario contar con varias hectáreas de terreno en la ribera del río donde los campesinos tienen sus cosechas y también de la parte más boscosa que quedan devastadas. En la parte de arriba y en la desembocadura del río se construyen presas, lo que altera el curso del río y fácilmente provoca inundaciones. “Por la ubicación de nuestro pueblo, Zapotitlán quedaría en constante peligro y a merced de las crecidas. El río Zongozotla está perdiendo cada vez más especies y en vez de trabajar por rescatarlas se aprovecha para tratar de hacer negocio.”

Otros movimientos de oposición a estos proyectos se dieron en Zongozotla, donde las campanas replicaron para que la población de origen totonaco les parara los pies a los ingenieros que ya hacían planos del territorio para levantar una minera. “Son gente aguerrida,” precisa M.K; “A nosotros no nos interesa ser mineros, o se van o los linchamos” fue lo que respondieron.

La solidaridad entre los pueblos indígenas es manifiesta. Así lo demostraron en Tepango cuando las empresas llegaron para comprar parte de sus tierras con el cuento de que su explotación no afectaría en nada al pueblo. “A nosotros puede que no, pero que pasa con nuestros vecinos de bajo en Zapotitlán? No vendemos.”

Para las catástrofes que puedan suceder, las multinacionales tienen todo previsto. Se habla de ciudades rurales, auténticas chabolas prefabricadas dispuestas por si los pueblos deben ser reubicados. “Existen mapas donde se ubican las minas y las hidroeléctricas y se señala donde irían estos pueblos en caso de tragedia. Todo un estudio para desplazar a la gente de sus territorios.”

Las empresas siempre actúan de forma muy oscura, cambiando constantemente de nombres, utilizando nombres mexicanos para enmascarar proyectos canadienses, ingleses o gringos. “Nunca sabes quién es el verdadero dueño, quien está detrás, llegan y te venden que te van a dar puestos de trabajo que no vas a tener que pagar la luz, siempre van con engaños. No es necesario tener un título universitario para saber que piden concesiones por cinco años para extraer material del río, cosa que hacen en meses, escondiendo que en realidad son una avanzadilla para prepararle el terreno a una minera que explote el territorio el tiempo restante de la adjudicación.” Los intereses y las presiones son muy fuertes y todo tipo de artimañas caben.

Ante toda esta avalancha de la estrategia del saqueo disfrazada por el discurso del progreso, las compañeras nos cuentan cómo empezaron a organizarse en Zapotitlán, su pueblo. “Empezamos con dificultades, somos unas 10 personas y cada uno tiene su labor, nos reunimos en nuestras propias casas. Empezamos a hacer reuniones e informar a la gente de lo que estaba sucediendo en los pueblos de alrededor y lo que se planeaba para el nuestro. Pero no fue fácil, encontramos bastantes problemas entre otras cosas porque no sabemos cómo defendernos en esta situación, hicimos pintadas y colgamos pancartas… La gente dice no a las mineras pero no sabe, no se acaba de creer que puedan pasar estas cosas, falta mucha información…”

Hasta el momento el ayuntamiento se ha mantenido neutral aunque se llegó un acuerdo por el que no se iba a hacer ningún cambio legislativo sobre el uso del suelo. También durante la campaña se habló de que no se iba a permitir la entrada de mineras ni hidroeléctricas pero no podemos estar seguras de nada. “Los programas de gobierno nos pillan muy lejos y no sabemos cómo van a actuar, las presiones estatales y federales son muy fuertes.”

Ante la total indefensión en la que muchas veces se encuentra la población, nuestras compañeras decidieron tomar una iniciativa. “Constituimos una autoridad indígena con la intención de hacernos valer a nivel legal, tener capacidad de resolver problemas y ayudar al gobierno local. Tenemos el derecho a formar un comité indígena, ya que el gobierno mexicano es firmante de los acuerdos internacionales en favor de los pueblos indígenas reconocidos por la ONU y la OIT(Organización Internacional del Trabajo).” Según dichos tratados, cualquier tipo de intervención en un territorio indígena debe ser consultada y debidamente explicada a su población, la cual tiene el derecho a decidir sobre lo que se hace en su territorio.

Los movimientos de este comité desembocaron en una convocatoria para una reunión en Zapotitlán. “Vino gente de otros pueblos y tuvimos el apoyo de Jaime Martínez Veloz, Comisionado nacional para el diálogo con los pueblos indígenas, un hombre que formó parte de la comisión Concordia y Pacificación para el diálogo con Chiapas y que conoce bien los movimientos indígenas y nos prestó asesoramiento. Así conseguimos frenar a la empresa TRASECOL que llegó al pueblo y nos preguntó que cuánto queríamos por detener nuestro movimiento. Les rechazamos y cuando esto ocurrió nos obligaron a retirar nuestras pancartas de protesta. Pero TRASECOL era una empresa pequeña, sabemos que se va una y vuelve otra más grande, por eso no podemos dejar de estar siempre atentas.”

Y efectivamente la lucha continúa. “El pasado mes de Febrero otra empresa trató de asentarse para sacar del río material para hacer pavimento. No tenían permisos. Estaban tratando de quedarse y obtener derechos de extracción por varios años. Ofrecen empleo para cinco o seis años y hacen dudar a la gente del pueblo, pero luego qué? Si destruyen el río de qué vale tener empleo por unos años? No nos oponemos al desarrollo sino a esta clase de desarrollo, tampoco queremos que nuestra lucha se vea como algo egoísta y se piense que sacamos algo de ella. Nosotras luchamos por nuestro pueblo, porque es demasiado hermoso para dejar que vengan extraños y destruyan lo que nos han dejado nuestros antepasados. Por eso vamos a lucharle hasta las últimas consecuencias.”

X.A explica el carácter reivindicativo de su lucha y la importancia de su condición indígena: “Ser indígena te mantiene en contacto con la tierra, la vemos como nuestra madre, de sus montañas surge el agua, extraemos el alimento, es el lugar que habitamos y esta cosmovisión es difícil de ser entendida por los mestizos que piensan que si nuestro río tal vez ya ni vida tenga, pues por qué no lo explotamos? Pero estas son las cosas que vamos a heredar a nuestros hijos y nietos, el contacto con la tierra. No hemos emigrado a la ciudad, no porque no tengamos necesidad de un mejor salario sino porque no queremos vivir contaminados. Aquí tenemos todo, no pagamos el agua, tenemos manantial, en una ciudad hay que pagar por todos los servicios.”

Preguntada por el futuro inmediato, MK expresa claramente su convencimiento en la defensa de su lugar en el mundo. “Nuestro futuro pasa por la concienciación de nuestra propia gente. Esperamos ser consultados cuando se vayan a aprobar acciones legislativas que afecten a la comunidad indígena porque tenemos derecho a participar en las decisiones sobre su desarrollo. Si esto no se detiene qué nos espera? si no nos unimos nada podremos hacer. La información está a la mano, sólo hay que buscarla, unirse y seguir luchando. Aunque estemos aquí muy adentro en la sierra tanto valor tiene el que vive en la ciudad como nosotros, es más, la verdadera riqueza la tenemos aquí, de todo tipo; recursos, cultural, humana, así lo quieran reconocer o no.”

http://www.regeneracionradio.org/Galerias/Imagenes/20-Empresas-mineras-Sierra-Norte-de-Puebla/

http://www.regeneracionradio.org/index.php/invitaciones-2/especiales/fotoreportajes/item/4306-fotoreportaje-empresas-mineras-atentan-contra-la-sierra-norte-de-puebla

http://www.regeneracionradio.org/index.php/ecologia/item/4311-saqueo-de-recursos-naturales-en-zapotitlan-de-mendez-puebla